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Reportaje:LA EUROPA DE LOS 25 | EL AUGE DEL ESPAÑOL

Cervantes y Almodóvar, en la nueva Europa

El interés por la lengua y la cultura españolas ha crecido en los nuevos socios en los últimos años

Miguel de Cervantes y Pedro Almodóvar han sido noticia en la última semana en Vilnius, la capital de Lituania, a más de 3.000 kilómetros de La Mancha, lugar de las andanzas de Don Quijote y región de nacimiento del cineasta español más famoso. La universal novela de Cervantes fue leída durante 24 horas en Vilnius, al igual que en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. No se trata de un hecho excepcional porque el interés por la lengua y la cultura españolas ha crecido mucho en los últimos años en los 10 países que el 1 de mayo se incorporan a la UE (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Letonia, Estonia, Lituania, Chipre y Malta). Aunque queda mucho camino por recorrer, como señalan los diplomáticos e hispanistas, los datos optimistas sobre el auge del español se multiplican, si bien con las lógicas diferencias entre los distintos Estados.

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Mientras las llamadas aulas Cervantes pugnan por ascender de categoría y convertirse en institutos en Praga, Budapest y Bratislava, este centro ha tenido que buscar más espacio en Varsovia para atender la creciente demanda de alumnos de español. Abel A. Murcia Soriano, director del Instituto Cervantes en la capital polaca, el único que funciona en territorio de los nuevos socios (pronto se inaugurará otro en la capital húngara), explica que "se ha pasado de 314 matrículas en el curso 1994-1995 a 2.722 en el ejercicio de 2002-2003. Se trata de un crecimiento espectacular de un 766%". En Bratislava, el embajador español, Alfonso Díez, muestra auténtico entusiasmo por los seis institutos de secundaria que imparten enseñanzas bilingües en otras tantas ciudades eslovacas y por los 1.200 alumnos que estudian español en las aulas Cervantes. "El español comienza a competir con el alemán y con el francés como segundo idioma extranjero tras el inglés", dice el diplomático.

En la República Checa, los cinco lectorados universitarios de castellano y las frecuentes traducciones de autores vivos como Juan Marsé, Julián Marías o Antonio Muñoz Molina prueban los alicientes de la narrativa española actual. La presencia de novelas españolas también resulta patente en Varsovia hasta el punto de que el director del Cervantes señala las dificultades de hacer una lista exhaustiva de autores traducidos. Sin duda, Polonia, como país más poblado entre los 10 nuevos socios de la UE con unos 40 millones de habitantes, se lleva la palma en la exportación de la lengua y la cultura de España. En todo el país funcionan ocho lectorados universitarios de español y este idioma se puede aprender en más de 82 centros de secundaria y más de 63 instituciones de enseñanza superior.

Como resulta obvio, la influencia española es directamente proporcional al peso demográfico y cultural de cada uno de los países de la ampliación. En los tres países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) no se han abierto embajadas hasta hace unas semanas y un Estado pequeño como Eslovenia dispone de recursos limitados. En Chipre, apenas un restaurante; en Nicosia, de especialidades españolas representa la única contribución cultural hispana. No obstante, aquí o allá en la geografía de la Europa de los 25 aparecen figuras quijotescas como Gema María Santiago Alonso, profesora de español en la Universidad de Liubliana, capital de Eslovenia, que dirige el grupo de teatro Hiperclorhidriaque, pone en escena obras de Enrique Jardiel Poncela, Fernando Arrabal y Sergi Belbel.

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Otro caso de auténtico misionero cultural es Alfonso Rascón, que llegó a Lituania en 1996 y desde entonces ha enseñado castellano a docenas de jóvenes. No contento con ello, Rascón ha publicado un diccionario lituano-español de 50.000 palabras. Un propagandista cultural es el escritor estonio Jüri Talvet, traductor al español de Jan Kroos, el más importante escritor vivo de Estonia y varias veces candidato al Nobel. Traductor de Quevedo y Calderón, entre otros autores españoles o latinoamericanos, Talvet pudo viajar a España en 1985 al principio de la perestroika. "Eramos un grupo de profesores y con permiso del KGB viajamos a Madrid y a Barcelona. Fue como el primer amor". No se agotan las sorpresas cuando se descubre en la Universidad de Praga a Oldrich Kaspar, hispanista checo, experto en el México precolombino y un especialista en las relaciones históricas con España.

En Hungría, donde ha aumentado mucho la enseñanza del español, un hispanista como Adam Anderle dirige el departamento hispanoamericano de la Universidad de Szeged y es autor de casi 20 libros, el último sobre las relaciones húngaro-españolas. De todos modos, si el fútbol y la gastronomía suponen una forma de cultura, los míticos jugadores Puskas y Kubala estrecharon las relaciones entre los dos países en los años cincuenta y sesenta y una familia segoviana, los Olmos, ha resucitado una raza de cerdos, mangalika, una especie de pata negra.

La pasión por el cine en Europa oriental y central explica el éxito de los ciclos sobre cine español que se organizan en las nuevas capitales de la UE centrados en directores como Pedro Almodóvar, Fernando Trueba o Alejandro Amenábar.

El príncipe Felipe escucha una explicación sobre el castillo de Praga en la capital checa en mayo de 2001.
El príncipe Felipe escucha una explicación sobre el castillo de Praga en la capital checa en mayo de 2001.REUTERS

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