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Rufus Wainwright: “Me aburriría si solo hiciera canciones pop”

El músico actúa en el Real el próximo sábado con su disco sobre sonetos de Shakespeare

Rufus Wainwright, en el festival Cruilla de Barcelona, en 2013.Vídeo: Massimiliano Minocri

Con Shakespeare se puede hacer prácticamente de todo, afirma Rufus Wainwright (Rhinebeck, 1973): rap, ballet, ópera… “Su obra está impregnada de una versatilidad con la que me identifico plenamente”, comenta sentado en una sala semivacía del Teatro Realdonde actuará el próximo día 16—, cuyas cristaleras dan al viejo Madrid, y donde solo hay dos asientos, una pequeña mesa y un piano de cola. Son poco más de la cuatro y esta es su primera entrevista de la tarde. No parece haber despertado completamente de la siesta pero se muestra amable y comunicativo. Hoy le toca hablar y bastante de Shakespeare porque su nuevo álbum, Take All My Loves, está construido alrededor de nueve sonetos del escritor.

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“Mi fascinación por él nació estando con mi padre [el músico folk canadiense Loudon Wainwright III] en Londres. Nos llevó a mí y a mi hermana a ver Sueño de una noche de verano en Regent’s Park. Tenía alrededor de 13 años y por supuesto no me tomé muy bien aquella opción; hubiese preferido estar haciendo otras cosas en lugar de salir con mi padre. Repentinamente el lenguaje de la obra cobró sentido. Me metí de lleno en la historia y volví a casa siendo una persona distinta. Por aquel entonces ya me gustaban los musicales de Broadway pero aquella obra me enseñó a valorar la interpretación y a fijarme menos en el espectáculo”. Aquella epifanía londinense acabaría repitiéndose años después, cuando desarrolló su interés por la ópera y se topó con la obra de Verdi. “Shakespeare fue vital para Verdi; Otello es seguramente la mejor ópera que se haya escrito jamás, aunque no debemos olvidarnos de Macbeth y Falstaff. Ambos autores comparten el gusto por la sofisticación y por el tempo. El drama de Verdi es el mismo de Shakespeare, y eso te atrapa y hace que los admires a ambos. Podríamos decir que Shakespeare escribió las primeras óperas aunque no tuvieran música”.

Wainwright nunca ha sido un músico pop al uso y Take All My Loves tampoco es un disco que encaje en un compartimento estilístico concreto. Es un híbrido al 50% entre el pop y la música clásica, una obra en la que intérpretes varios recitan y cantan al autor de La Tempestad, y en la que el propio Wainwright se da el gusto de transformar Unperfect Actor en una de sus canciones más rockeras. “Las palabras son las que vertebran el álbum, por eso hay sonetos recitados y después canciones hechas con esos mismos sonetos. Tenía claro que quería a actores como Siân Phillips, pero el azar también jugó su papel. [El intérprete] William Shatner, por ejemplo, entró en el proyecto porque era el vecino de mi productor”. A quien quería también también a toda costa era a Florence Welch, artífice de Florence + The Machine. “Es un personaje muy shakesperiano, a veces la veo como Titania, reina de las hadas; pero también podría ser la Katherina de La fierecilla domada o incluso un ser más oscuro como Lady Macbeth”, cuenta sin poder evitar que se le escape un bostezo.

La temática de los sonetos de Shakespeare ha contribuido a fomentar las especulaciones acerca de su sexualidad. Firmó 130 dedicados a mujeres y 20 a hombres. “En el disco ocho son sobre hombres y uno sobre una mujer, un porcentaje justo. Es un autor que está en la misma categoría que Bach o Beethoven, gente que hizo cosas tan increíbles que dudas de que fuesen humanos. Pero no puedes desconectarlo de su obra así que hay muchas posibilidades de que fuera bisexual en una época en la que la sexualidad no estaba tan estructurada, y todo estaba menos definido pero era más intenso”. Wainwright también asegura estar deseoso de volver a grabar un disco de pop, aunque ahora mismo se encuentre trabajando en la que será su segunda ópera, Hadrian, sobre el emperador Adriano, cuyo estreno está previsto para 2018. “Las canciones pop me salen con mucha facilidad, me aburriría si solo hiciera eso y también terminaría agotado. Si escribes óperas te ahorras salir de gira, puedes quedarte en casa. Escribo óperas para relajarme”, contesta riendo como si acabara de escuchar al mismísimo John Falstaff.

Amado o detestado

“La música clásica nunca ha sido un terreno fácil a la hora de satisfacer a los críticos”, admite Wainwright cuando se le pregunta si sus incursiones en terrenos musicales como la ópera chocan con el rechazo de los puristas. “Hay gente a la que nunca le gustaré porque provengo de un arte menor. Con el público del pop no es así, está más abierto a las aventuras. De todos modos, conmigo siempre ha sido así, está aquella gente a la que le gusto mucho y la que no le gusto nada. En cierta ocasión, esperando en el recibidor de una emisora de radio, oí como el locutor anunciaba mi inminente presencia en el estudio. Entonces una mujer exclamó: '¡Rufus Wainwright, lo adoro!', y el hombre que estaba con ella contestó: 'Pues yo no puedo con él'. Eso es lo que pasa conmigo, y los críticos no son una excepción”.

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