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Crítica:DANZA | Espectáculo inaugural del Teatro Conde Duque
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un bolo sin mucha sustancia

Independientemente de los valores más o menos reconocidos de algunos de los 13 intérpretes de la velada inaugural de este salón de actos venido a más, el invento festivo, cual ensalada, carece de toda coherencia tanto en lo coreográfico como en lo musical. El arranque pretendidamente coral ya hizo presagiar lo peor y poco a poco el irónico título cobró sentido: casi siempre el encargo falla.

En resultado es un batiburrillo largo en exceso, desproporcionado en sus propuestas, relleno de obviedad, lugares comunes y fragmentos recuperados, la mayoría de muy dudosa factura coréutica y notoria intrascendencia formal; lo poco que valía la pena (un solo de Nieto, un pas de deux de Santamaría) quedaba tapado por el resto. Todo ese largo recorrido en dos actos de frunces, agitaciones, guiños al público y otros manejos, no aboca a un resultado estético aceptable, que para colmo, acaba en insultante charanga. Hay escenas que rozan lo grotesco, como un señor silbando chulesco o paseando un perchero, y así hasta facturar dos horas.

Menú a la plancha

Dirección artística: Teresa Nieto; música: Antonio de Cabezón, Astor Piazzola y otros; vestuario: G. Cabrera y L. Lechado; luces: G. Montesinos y M. Fuster. Teatro Conde Duque. Hasta el 18 de junio.

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Había mil formas posibles para inaugurar la sala (pulcramente encastrada en la fábrica monumental del cuartel, con detalles arquitectónicos a la moda y escenario que solo admite decentemente el pequeño formato de cámara), pero lo hecho es una esmerada antología de lo que no se debe hacer y por la que se llega a obligadas preguntas: ¿Es esto lo más representativo de la danza que se hace actualmente en Madrid? ¿Dónde están los criterios profesionales de rigor y hasta dónde llega la desesperada situación de unos artistas que hacen un menú de encargo de estas características? Las luces resultaron solventes y el vestuario prudente, y se notó la ausencia, aunque fuera en una pincelada simbólica, del ballet académico, que la ciudad también produce ese arte clásico, imperecedero y troncal a todo lo demás.

Una escena de <i>Menú a la plancha.</i>
Una escena de Menú a la plancha.BERNARDO PÉREZ
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