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Columna
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Rajoy

Mientras José María Aznar se va a reconstruir Europa y la señora Ana Palacio se aplica, más modestamente, a la reconstrucción de Irak, ¿dónde está Mariano Rajoy? ¿Qué espacio y qué tiempo se le han asignado para su carrera de pretendiente a jefe de Gobierno de España y al trono hereditario del PP? ¿Con qué equipo va a contar? ¿Cuál será su diseño político? ¿Estará hecho a su medida o a la de Aznar, como joven reina madre vigilante de los usos que se hacen de su túnica sagrada?

La monarquía visigótica en la que Aznar ha convertido la política de su partido, a manera de aperitivo de una monarquía visigótica que alcance incluso al Gobierno y al Estado, propicia la profecía de que Rajoy nace atado y bien atado, pero normalmente los herederos nunca son fieles a sus mayores y mucho menos aquellos que se han formado en la guardia pretoriana del jefe. Recuerdo que en una de las crisis terminales del carrillismo, dialogaba yo con Nicolás Sartorius sobre los presuntos herederos de don Santiago, y Sartorius me contestó que el heredero saldría de la guardia pretoriana. Así fue. Nada menos que Gerardo Iglesias, que alcanzó la independencia de conducta a las pocas semanas de asumir la secretaría general del PCE e inició la descarrillación del partido.

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Claro que se trataba de una formación en crisis de instalación y definición; no es el caso del PP, que lo tiene todo, incluso políticos que reconstruyen Ejes, Europas e Iraks. Los próximos pasos indicativos de la estrategia de Rajoy pueden depender del resultado de las elecciones autonómicas de Madrid y Cataluña, prueba para los socialistas que se convierte en prueba para el PP y en el punto de partida de la campaña electoral para las generales del 2004. Aunque Aznar no haya sido nunca un político que haya entusiasmado a las encuestas, lo cierto es que Rajoy vivirá la batalla de la encuesta, y no es lo mismo darla desde la posición de ministro todoterreno, que desde la de aspirante a jefe de Gobierno o a rey godo. ¿Más de lo mismo o él mismo? El más de lo mismo ya lo conocemos, pero ¿en qué consiste la mismidad de Rajoy? He aquí un problema más fascinante todavía que saber quién es más mediático, si Beckham o Ronaldinho.

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