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Los Freddy Krueger de América Latina

Latinoamérica tiene sus propios personajes

Andrés Rodríguez
Escena de Somos lo que hay.
Escena de Somos lo que hay.

A todos nos gusta probar una dosis de temor, y Alfred Hitchcock, el maestro del suspense, lo refrendaba: “A la gente le gusta ser asustada”. El terror es un género cinematográfico que busca provocar una reacción emocional de los espectadores jugando con los miedos primigenios de la audiencia. Estas películas a menudo cuentan con escenas que sobresaltan al espectador; lo macabro y lo sobrenatural son temas frecuentes. Algunos estudios sugieren que la fascinación por las películas de este género provienen de la adrenalina que obtenemos mientras se está en un lugar seguro.

Así, cuando el espectador ve a Jason Voorhees, en Viernes 13; a Michael Myers, en Halloween, o a Freddy Krueger en Pesadilla en la calle Elm, siente el temor ajeno de los personajes en la pantalla mientras son perseguidos por estos asesinos en serie. A diferencia de EE UU, Latinoamérica no hizo explotación del cine slasher (un anglicismo que proviene de la palabra slash que significa cuchillada o corte), pero eso no quiere decir que, fiel a su historia y tradición cinematográfica, no tenga sus propios personajes. Algunos nacieron de la mente de sus creadores y otros esparcieron el terror lo suficiente como para quedar retratados por el séptimo arte del continente. Estos son algunos:

La bestia (Luis Alfredo Garavito Cubillos). ‘Crónicas’ (Ecuador, 2004)

Luis Alfredo Garavito Cubillos es probablemente el mayor asesino en serie de niños de la humanidad. Era conocido como La bestia. Confesó haber asesinado a más de 200, de entre seis y 16 años, después de haber sido capturado y judicializado por las autoridades colombianas. Sebastián Cordero, el director de Crónicas, se inspira en su historia para esta película, que se desarrolla en Ecuador. El filme, protagonizado por Damián Alcázar y John Leguizamo,  presenta al ambicioso periodista Manolo Bonilla. Este tiene un programa dirigido a la población hispana de Miami. Buscando una buena historia, viaja a un pueblo de Ecuador para investigar a un asesino en serie de niños conocido como El monstruo de Babahoyo. Aparentemente, según Alcázar, la película no fue estrenada en el país cafetero por la sensibilidad del tema.

Las hermanas González  Valenzuela. ‘Las poquianchis’ (México, 1976)

Las Poquianchis es una película mexicana inspirada en el caso de las hermanas Carmen, Delfina, María de Jesús y Luisa González Valenzuela, originarias de Guanajuato, Jalisco. En los años cincuenta instalaron cantinas en sus pueblos natales en donde ofrecían los servicios de jóvenes prostitutas. Sus burdeles eran los más visitados. Uno de ellos había sido propiedad de un homosexual que todos conocían como El poquianchis, del cual obtuvieron su mote. Las mujeres en sus negocios eran forzadas a trabajar y se dice que muchas fueron asesinadas cuando perdían su belleza y dejaban de funcionar para el negocio. El filme, más cerca del drama que del terror, fue dirigido por Felipe Cazals. Ese mismo año la exactriz y anteriormente senadora por el PRD María Rojo recibió un Premio Ariel por Mejor Coactuación femenina en el largometraje.

Los carabineros Jorge Sagredo y Carlos Topp. ‘Pena de muerte’ (Chile, 2012)

El thriller en clave documental Pena de muerte, del realizador chileno Tevo Díaz, es un viaje en el tiempo a la ciudad de Viña del Mar en los años ochenta. Específicamente al caso conocido como Los psicópatas de Viña del Mar, el puzzle policial que tuvo a la Ciudad Jardín bajo el imperio del terror a raíz de una serie de crímenes: 10 asesinatos y cuatro violaciones. Los inculpados de los crímenes fueron los carabineros Jorge Sagredo y Carlos Topp Collins, que fueron fusilados en el 29 de enero de 1985, siendo esta la última pena de muerte del país. El largometraje trata de descifrar los mitos, la paranoia social, el abuso del poder y la impunidad de este suceso criminal en plena dictadura militar.

Caníbales en familia. ‘Somos lo que hay’ (México, 2010)

Una de las más exitosas cintas mexicanas de terror, Somos lo que hay, del director Jorge Michel Grau, fue adaptada al público estadounidense de forma casi literal con We are what we are, dirigida por Jim Mickle. Un relato descarnado, realista y violento, con el que Grau retrata un México oscuro y sórdido. La película trata de una familia de caníbales que un mal día pierden a su líder, el padre, quien se encargaba de llevar el sustento a la casa. En ese momento, los tres hijos y la madre deben ideárselas para conservar su modo de vida, sin que se ponga en riesgo la estabilidad familiar. El filme fue premiado en distintos festivales de temática fantástica.

Román, el novio despechado. ‘Sudor frío’ (Argentina, 2010)

Sudor frío es la historia de Román, un joven que tiene problemas con su novia, quien parece ser que lo ha abandonado después de conocer a otra persona por el chat. Sin embargo, no está dispuesto a romper la relación sin intentar antes hablar con ella. Así que junto con su amiga, deciden dar con ella intentando seguir las huellas que ha dejado por Internet. La investigación culmina en una antigua casa. En su interior los esperan dos asesinos brutales, armados con veinticinco cajas de explosivos que estuvieron perdidos desde la última dictadura militar. El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina decidió apoyar la diversidad en el cine de ese país y financió una de las primeras cintas de terror, dirigida por el español Adrián García Bogliano, que se estrenarían comercialmente, después de una sequía de muchos años.

Zé do Caixao. ‘A media noche me llevaré tu alma’ (Brasil, 1964)

La historia del director y guionista brasileño José Mojica Marins y su personaje Zé do Caixao es curiosa. En A media noche me llevaré tu alma hizo debutar a este siniestro enterrador, que tiene la obsesión de encontrar a la mujer perfecta para que su estirpe se prolongue. Para ello va secuestrando, aterrorizando y dejando un sendero de cuerpos. Este filme disparó la carrera del realizador oriundo de São Paulo hasta el estatus de referente del cine de clase B de la cinematografía brasileña. Título que aun hoy todavía ostenta. Esta producción, que se convertiría en un referente del cine de explotación, bebe de influencias del terror pulp e incluso da la impresión que el realizador es un admirador de Edgar Allan Poe. A diferencia de filmes tradicionales, de Universal o la Hammer de ese entonces, en la cinta de Mojica Marins no hay héroes y todo lo vemos desde la perspectiva del villano.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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