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Coco Chanel y Lauren Bacall se codean con Goya y Banksy

La feria de arte de Maastricht evoluciona hacia un lujoso escaparate en el que canónicas obras antiguas o grafitis conviven con joyas o con una muestra de Ferran Adrià

Isabel Ferrer
Collar con una gran turquesa que perteneció a la actriz Lauren Bacall, retratada detrás.
Collar con una gran turquesa que perteneció a la actriz Lauren Bacall, retratada detrás.David Behl

Si como dice Artur Ramón, los galeristas como él venden ilusión, y para ello necesitan que “la economía fluya con seguridad”, la Feria Internacional de Arte y Antigüedades de Maastricht (TEFAF) es el mejor ejemplo de que ni la crisis, ni el frenazo del mercado artístico mundial en 2015, aguan la fiesta. Porque TEFAF es eso, una fiesta grande y selecta donde los coleccionistas revolotean para no perder la pieza ansiada. Fiesta exigente también, ya que la investigación necesaria para acreditar las obras de los galeristas no garantiza que vayan a ser expuestas. Todo depende del comité de acreditación, que las rechaza si recela de lo que podría parecer una gran firma. Fiesta, en fin, que casi ha patentado el efecto sorpresa, ya sea por sus descubrimientos o su precios astronómicos. O por el robo de joyas, como ha ocurrido en sus 29 años de historia.

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Esta vez, el hallazgo ha sido un Libro de las horas, de los hermanos Limbourg, legendarios miniaturistas medievales. Conocidos por el manuscrito iluminado de Las muy ricas horas del duque de Berry, el volumen ahora recuperado fue un regalo del duque a su sobrino, Luis de Orleans, y estuvo seis siglos en un archivo vienés. El anticuario suizo Heribert Tenschert, que lo vende por 12 millones de euros, lo vio en Internet y no paró hasta conseguirlo. “Es una obra única”, decía ayer.

El desengaño lo vivió la galería española Coll y Cortés (asociada a la londinense Colnaghi). Tuvo que retirar un San Simón, del Greco, porque los expertos lo atribuyeron a su taller. El disgusto fue compensado por una venta vertiginosa. La sala Mauritshuis, de La Haya, famosa por exhibir La joven de la perla, de Vermeer, le compró un Bodegón de flores en una hornacina (1615), del holandés Roelant Savery, por 6,5 millones. Desde la casa londinense Fergus Hall, un Hércules, de Ribera, parecía montar guardia. Lo ofrecen por 4,4 millones. Este año, el arte español brilla con fuerza: hay piezas de El Greco, Zurbarán, Goya, Federico Beltrán Masses y Juan van der Hamen (galería Caylus), además de Picasso, Miró y Dalí. La galería López de Aragón tenía una Virgen del Rosario, de Zurbarán (850.000 euros). También una máscara romana de mármol amarillo (2,5 millones). El retrato de Don Pedro Gil de Tejada, de Goya, colgaba en Stair Sainty, de Londres, y se vende por 3,6 millones. El lienzo es imponente, pero lo que de verdad emocionaba al galerista era una Salomé desnuda, en verdes y azules tenebrosos. “Beltrán Masses entendía la psicología femenina, y resultó muy controvertido en 1929 por su osadía”.

Ramón tuvo más suerte con su greco, una miniatura con el retrato de la nuera del pintor. “Aunque los únicos que no regatean son los americanos, ya hay gente interesada”, dijo. Sale por 700.000 euros. El precio de su tabla de Los ángeles coronando a la Virgen y el Niño, de Adriaen Isenbrandt, llegaba a 800.000 euros.

Insectos de titanio

 Pero no todo son lienzos, porcelanas, relojes o grafitis de Banksy, que lleva camino de mudar en clásico. TEFAF atrae cada vez más obras modernas y diversas, como joyas de factura asombrosa. Así son los broches en forma de flores e insectos de titanio erizados de piedras preciosas del chino Walace Chan. Él mismo las califica de “más allá del arte”. Lo contrario de un collar de esmalte negro y turquesa, de la actriz Lauren Bacall. O las dos pulseras Cruz de Malta, que Coco Chanel lució medio siglo. Las dueñas eran más famosas que el adorno.

Con TEFAF de fondo, en el corazón de la ciudad el cocinero Ferran Adrià se asoma desde la casa Marres. Este centro cultural mezcla experimentos y exposiciones. En Ferran Adrià: Notas sobre la creatividad, brilla el efecto visual de los preparativos: esbozos, dibujos, símbolos, collages, utensilios de cocina, recetas, y modelos en arcilla de las piezas para sus cocciones. La muestra pasó antes por EE UU; en Maastricht es un guiño al poderío económico y la belleza del arte establecido.

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