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Dos joyas exhiben el pulso de América Latina

La chilena 'El club', sobre los secretos de la Iglesia, y la argentina 'El clan', sobre una empresa familiar de secuestros y asesinatos, llegan a Zinemaldia con altas expectativas

Gregorio Belinchón
Fotograma de 'El club', del chileno Pablo Larraín, que inaugura la sección Horizontes Latinos.
Fotograma de 'El club', del chileno Pablo Larraín, que inaugura la sección Horizontes Latinos.

Mucho tiene que cambiar el año para que al final de la temporada no aparezcan El club, del chileno Pablo Larraín, y El clan, del argentino Pablo Trapero, entre las 10 mejores películas. Para bien y para mal, ambas podrán verse en el Zinemaldia. Para bien, porque eso significa que el público podrá disfrutar de dos grandes títulos. Para mal, porque ninguna está en la Sección Oficial: El club ganó en la Berlinale el Gran Premio del Jurado —es decir, el segundo premio—. El clan ha participado en la pasada edición de la Mostra de Venecia. Así que San Sebastián le ha guardado a la chilena el honor de inaugurar la sección Horizontes Latinos, y la argentina se proyecta dentro de Perlas, que recoge lo mejor visto en el resto de los festivales del año.

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En el concurso oficial solo participará Eva no duerme, del argentino Pablo Agüero, que ha contado con Gael García Bernal, Denis Lavant, Imanol Arias y Daniel Fanego —curiosísimo reparto— para una película centrada en el cadáver embalsamado —una labor realizada en tres meses— de Eva Perón, que durante 25 años se convirtió en un objeto incómodo para las diversas dictaduras militares. Agustí Villaronga se ha ido también a aquel continente a rodar El rey de La Habana, que adapta la novela homónima de Pedro Juan Gutiérrez. Su protagonista, tras fugarse de un correccional, trata de sobrevivir en las calles de La Habana de finales de la década de los noventa. Y por supuesto está la poderosa Truman, de Cesc Gay, gran apuesta del certamen, donde en medio del brutal nivel interpretativo aparece como coprotagonista Ricardo Darín. Más que argentino, es por sí solo todo un continente, porque muy pocos actores mundiales hacen y representan para los cinéfilos lo que Ricardo Darín.

Horizontes Latinos es la sección que desde hace años muestra lo mejor de cada temporada de ese cine en San Sebastián. La inaugura El club, de Larraín. Abrumadora, desasosegante, intimidadora, soberbia. Si no ganó en Berlín fue porque el jurado acabó cediendo a la emotividad y solidaridad que provoca el confinamiento en su país, dictado por el Gobierno, del iraní Jafar Panahi (cuya Taxi se llevó el Oso de Oro). Larraín sigue indagando en la historia de Chile y aquí escarba en los peores secretos de la Iglesia católica, en cómo esconde a los curas delincuentes, y en cómo en una de esas casas de retiro —una olla a presión emocional— la tensión bulle hasta su estallido. No es un thriller, no es un drama, El club trasciende géneros como habitualmente ha hecho Larraín, quien por cierto llegará a San Sebastián tras haber acabado su siguiente película, Neruda, centrada en la época en la que el poeta más famoso de Chile fue senador del Partido Comunista, justo antes de que ese partido acabara prohibido.

Entre los otros 13 largometrajes que componen Horizontes Latinos están las triunfadoras del pasado certamen de Cannes, en donde arrasaron: la Cámara de Oro, que premia la mejor primera película en cualquier sección, fue para la colombiana La tierra y la sombra, de César Augusto Acevedo; el Art Cinema de la Quincena de los Realizadores recayó en la también colombiana El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra, y la argentina Paulina (La patota), de Santiago Mitre, se alzó con el galardón de la Semana de la Crítica. En el certamen francés también se proyectaron las mexicanas Chronic, de Michel Franco —mejor guion en Cannes—, y Las elegidas, de David Pablos. De la Berlinale en Horizontes Latinos también hay tres títulos potentes: El botón de nácar, del veterano Patricio Guzmán, que prosigue con su uso de la naturaleza para contar la historia más triste de su país; la guatemalteca Ixcanul, de Jayro Bustamante, Premio Alfred Bauer del certamen alemán, y 600 millas, de Gabriel Ripstein, Premio Primera Película de la sección Panorama. Se nota el cambio legislativo colombiano, donde han realizado un esfuerzo importante, con ayudas y desgravaciones fiscales, por levantar su industria cinematográfica.

El Festival de San Sebastián tiene entre sus ganchos para la industria Cine en Construcción, donde se pueden ver en pleno proceso de creación películas sudamericanas. El año pasado ganó ese apartado Magallanes, de Salvador del Solar, que este año podrá verse en Horizontes Latinos. En Nuevos Directores se proyectarán la chilena Vida sexual de las plantas, de Sebastián Brahm, y la argentina Paula, de Eugenio Canevari.

Finalmente, en Perlas, El clan, de Pablo Trapero, director de estupendos trabajos como Carancho, Leonera o Elefante blanco. Trapero desgrana en este intenso thriller el caso de los Puccio, que montaron una empresa familiar de secuestros y asesinatos en la Argentina de los setenta —con la dictadura— e inicios de los ochenta —el inicio de la democracia—. Arquímedes Puccio, cabeza del clan, miembro del servicio de inteligencia, lo llama “trabajo” y habla de “huéspedes”. A su alrededor, la ayuda de algunos de sus hijos y el silencio cómplice de su esposa, del resto de sus vástagos y de las autoridades militares. En el caos de aquellos años, los Puccio encontraron petróleo. El clan no solo crece en cada secuencia intensificando su drama y su tono, es que posee uno de los finales más contundentes del último cine. No por conocida la historia, el desenlace pierde fuerza. Demoledor.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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