“Ya no somos sudacas. Nos han redescubierto”
Galeristas latinoamericanos reconocen la apuesta de la feria por sus creadores
En los años ochenta, España quería ser sobre todo Europa. No solo en el orden político y social; también en el cultural y artístico. Los galeristas, coleccionistas y responsables de museos miraban al viejo continente y dejaban fuera de su campo de visión a Latinoamérica. Ahora, las cosas han cambiado. Y han venido a darle la razón de la justicia poética a un artista visionario, uruguayo y constructivista, Joaquín Torres García (1874-1949), que tras vivir en España volvió a su país para defender una nueva centralidad al grito de “Nuestro norte es el sur”.
“Torres García fue un auténtico visionario y entonces un puente entre nuestra cultura y la española. Ciertamente, España perdió un poco el tren en los ochenta, pero estas cosas no son irrecuperables”, afirma Jorge Mara, galerista argentino de origen uruguayo, con más de 16 años de presencia en Arco. Y pone como ejemplo los esfuerzos que está realizando la feria de arte contemporáneo más importante de España que, 34 años después de iniciar su andadura, mira más que nunca hacia el sur y hacia los países de habla hispana. Arco pretende recuperar el tiempo perdido y consolidarse definitivamente como el referente del pujante arte latinoamericano.
“Hasta los años noventa había un desconocimiento muy grande de lo que se hacía fuera de Europa y, por tanto, del arte latinoamericano, que se veía además como un fenómeno global y compacto. En aquellos años, cuando tenía la galería en Madrid, el interés de los coleccionistas era exclusivamente por la pintura española del Grupo El Paso, por ejemplo”, explica Mara, quien avanza en su argumento: “La literatura latinoamericana irrumpió en Europa mucho antes que el arte, que la pintura o que el cine. La gente aceptó en seguida el fenómeno literario que influyó sin duda en la propia literatura española, en su temática y en su estilo. Pero el arte va más despacio. Y Arco no debe ser sólo un escaparate, sino que debe ser el trampolín para contribuir a polinizar el arte español y también europeo con la creación latinoamericana”.
El galerista colombiano Luis Fernando Pradilla comparte en gran medida la visión de Jorge Mara, si bien sus acotaciones temporales y su forma de expresarla difieren mucho. “En su momento se descuidó mucho el arte latinoamericano, pero luego llegó la crisis, el crac en España, y se empezó a mirar el arte latinoamericano de otra manera: ya no éramos sudacas, ya nadie nos llama ni somos sudacas. De modo que nos han descubierto otra vez”, explica Pradilla con un particular sentido del humor.
A la espalda de este galerista, con sedes en Madrid y Bogotá (El Museo), que ha concurrido a más de 450 ferias de arte, los coleccionistas se concentran frente a las magnéticas cajas del joven autor colombiano Manuel Calderón, que está vendiendo a 4.500 euros el par, una con animación digital y otra con los dibujos.
'Vaso de agua medio lleno’ del cubano Wilfredo Prieto, cuesta 20.000 euros
Lleva camino de convertirse en una de las sensaciones de la cita, que en su segunda jornada confirmaba las buenas sensaciones de la primera respecto al ritmo en las compras y en el interés mostrado, según apuntan varios galeristas consultados.
Una de las zonas más calientes es, precisamente, la dedicada al país invitado, Colombia, cuyo Gobierno se ha volcado en la organización del desembarco de su país en Arco y en Madrid. “Hay mucho interés, muchos contactos y compras. Hay mucha efervescencia. Mucho mejor que hace dos años, cuando vinimos por primera vez. También de coleccionistas latinoamericanos. Hay unas 40 parejas colombianas”, explica el galerista de NueveOchenta, Carlos Hurtado. Frente a él un impresionante monolito inspirado en el de la película 2001: Una odisea del espacio, del artista Jaime Tarazona.
El joven galerista mexicano Andrés Arredondo se estrena este año en Arco y dice estar “muy contento” con el interés que han suscitado las obras de Tal Cual y el importante capital relacional con el que volverá a su país.
También parece satisfecho el galerista catalán Alex Nogueras con el runrún que ha suscitado una obra de 2006 que exhibe: un vaso de agua medio lleno sobre una repisa de madera del creador cubano conceptual Wilfredo Prieto, gran admirador de Marcel Duchamp. Su precio, 20.000 euros. Una joven evita que el público toque la obra. “Es un artista que tiene mucha demanda y produce poco. Por tanto, hay pocas obras suyas en el mercado y mucho interés por él. Obviamente se valoran sus ideas”, explica.
¿Es una obra de la misma naturaleza que la mierda de artista enlatada por Manzoni? “Podría ser”, responde el galerista, que el pasado año vendió por WhatsApp un móvil atado a un mango por 15.000 euros, del mismo autor.
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