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Porque lo digo yo
Columna
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Está todo bien mamá

Y ahora, querido Donald, responde a esto, o envía un tuit si quieres: ¿quién es más americano, Elvis Presley y el rock and roll o el puto Ku Klux Klan?

El cantante y actor Elvis Preysler en una escena de la película 'King Creole' ('El barrio contra mí'), de 1958.
El cantante y actor Elvis Preysler en una escena de la película 'King Creole' ('El barrio contra mí'), de 1958.Cordon Press
Íñigo Domínguez

Una de las sorpresas del verano, y lleva camino de convertirse en serpiente, es que el Ku Klux Klan haya vuelto a ponerse de moda. Yo desde luego no me lo esperaba, quién se lo iba a imaginar teniendo a Donald Trump en la Casa Blanca. Como decía John Belushi en la peli de los Blues Brothers, odio los nazis del Illinois, pero mantengamos la calma: como hipótesis de trabajo, para hacer América grande otra vez, podríamos plantearnos si el entrañable KKK es un recurso a tener en cuenta, son gente tozuda y con principios. No hay que olvidarse de ellos, siempre andan por ahí. Pero la providencia y la efemérides nos ayudan a resolver el dilema, y desde aquí queremos ayudar a Trump a distinguir bandos. En Tennessee, el mismo estado donde nació el Ku Klux Klan, un día de verano de 1954 sonó una canción en la radio de un chico de por allí. Era sorprendente, nada igual a lo que se conocía, pero había un problema: así, sin verlo, no se entendía de qué raza era el tipo e incluso menos de qué música se trataba. Los oyentes llamaban al mismo tiempo para preguntar por ese negro que cantaba country y por ese blanco que cantaba blues. En aquel entonces había emisoras blancas y emisoras negras, y a nadie se le ocurría meterse donde no era. Naturalmente hubo honrados ciudadanos blancos que llamaron preocupados a las radios locales para saber si ese señor que cantaba era blanco y, en ese caso, poder quedarse tranquilos de que esa música les gustara. Todo este lío lo armó Elvis Presley con su primera canción, That´s All Right Mama. Dos años después, por primera vez en la historia, otro tema suyo, Heartbreak hotel, triunfó a la vez en las listas de country, rythm and blues y pop. Era las tres cosas a la vez, un mestizaje cultural y musical arrollador. Cuento esto porque Elvis murió hace ahora cuarenta años, el 16 de agosto de 1977. Había nacido en una casa humilde junto a un barrio de negros y de niño, en Memphis, jugaba en un parque que en teoría no debían pisar los blancos. Diría que este chico fue algo grande, un rey, la primera estrella absoluta de nuestra era y todavía se puede seguir su rastro en cómo modula la voz Bono en U2, en el histerismo de los fans de Ariana Grande o en las caderas de Shakira. Todo empezó con él. Y ahora, querido Donald, responde a esto, o envía un tuit si quieres: ¿quién es más americano, Elvis Presley y el rock and roll o el puto Ku Klux Klan?

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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