El despertar del Prado
Después de muchos años, ha llegado el momento de disponer de un nuevo espacio para el Museo del Prado. Es, por tanto, una ocasión para celebrar. A partir del día 30 de octubre, Madrid disfrutará de una nueva opción que enriquecerá considerablemente y por muchos motivos la oferta cultural de la ciudad.
Una vez más, el Museo del Prado será un buen catalizador para que la cultura siga consolidándose con firmeza más allá de los límites de esta ciudad e incluso del país.
Por supuesto, quedan muchos retos y mejoras por afrontar tanto en el terreno del arte clásico como en el del contemporáneo. Nuestro modelo cultural está todavía lejos, por ejemplo, del sistema alemán, que dispone del mejor plan museográfico que conozco hasta ahora, pero contamos con grandes aciertos como fueron en su día el Reina Sofía y el Museo Thyssen y que conforman, junto con el Museo del Prado, uno de los núcleos artísticos más importantes de Europa.
Moneo ha sido capaz de resolver muchos problemas con brillantez
Sabemos que es difícil mantener un equilibrio entre el arte que "vende" y el que es necesario, entre el espectáculo y el acontecimiento, y espero que en adelante se atienda más a aspectos que, si no son tan vistosos, se deben considerar imprescindibles. Hoy, un museo ya no es un simple almacén de historia condensada y abierto a unos pocos investigadores y aficionados, también ha abierto sus puertas a un gran público que llega de la mano de circuitos como el del sector turístico, especialmente el internacional. El reto es permitir que ambas funciones convivan.
Es, en este tema, donde la ampliación tiene mucho que ofrecer. Si bien el momento en que se concibió el proyecto no fue muy afortunado al quedar en manos de unos políticos que no supieron "negociar" un espacio que debería haber abarcado todo el terreno anexo al antiguo claustro y no sólo una parte, condicionando y limitando, en gran medida, las posibilidades de lo que habría podido ser una mayor expansión del museo.
Pero aun así, Rafael Moneo ha sido capaz de resolver muchos de los problemas con brillantez. Ahora, el Prado dispondrá de unas instalaciones (muchas de ellas no serán visibles para el visitante) que mejoran sensiblemente los servicios propios de un museo. Apartados como la recuperación de la entrada principal del museo a través de la puerta de Velázquez, el almacenaje de las obras que, a partir de ahora, dispone de un espacio y un sistema escrupulosamente pensado para ofrecer la máxima seguridad en la conservación y protección de las obras que atesora, los nuevos espacios destinados a los talleres de restauración, un laboratorio propio y dotado con los instrumentos más avanzados, las nuevas salas destinadas a exposiciones temporales, el claustro, al que Moneo le ha dado un gran protagonismo con una magnífica cubierta y la bautizada como sala de las musas, ubicada debajo de la gran sala de Velázquez. Por tanto, son muchas las mejoras.
Tenemos que añadir que como colofón el museo ha tenido el acierto de presentar las nuevas salas con parte de la colección del siglo XIX. Cuadros que han estado "durmiendo" en los sótanos durante muchos años y que ahora, de nuevo, se vuelven a mostrar al público recuperándose un potencial importante del Prado como es su colección de pintura romántica y realista abriendo así un espacio, en este contexto, muy importante dentro de las colecciones de arte españolas. En este sentido, apunto como una de las posibles líneas de trabajo la de incorporar la fotografía del siglo XIX al contexto del museo. Un arte que tiene muchas claves que ofrecer y desde el cual se puede comprender mejor la evolución y el desarrollo de la historia del arte desde finales del XIX hasta nuestros días y que hasta hoy no disponía de un espacio donde desarrollarse como proyecto cultural.
Por tanto, la exposición que se presenta al público no sólo conmemora la apertura de la ampliación, sino que abre un abanico de posibilidades muy interesante.
El museo debe ser un lugar activo y con una presencia en la escena cultural actual, tanto a través del contexto clásico, al que ya nos tiene acostumbrados, como en otros escenarios más ligados a la cultura actual.
Pienso que nace un nuevo museo dentro del Prado. Un museo que a partir de ahora estará en condiciones de sumarse con más energía a los grandes centros artísticos del mundo occidental y ofrecernos un espacio de difusión, investigación y desarrollo no sólo en lo que concierne a nuestra cultura, sino en lo que respecta al ámbito más universal.
José Manuel Ballester es fotógrafo.
