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Columna
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Demoscopia

La contribución de los videntes al mundo de la demoscopia no ha sido suficientemente aprovechada

Juan Jesús Aznárez

Desvelado por el To Be or Not to Be catalán, recalé hacia la tres de la madrugada en La noche de…y llegué a la conclusión de que cualquier estudio serio sobre el oremus español y el voto reflexivo debiera ponderar el programa del vidente David Trivín, carnicero de profesión hasta su mudanza a la adivinación y la tomadura de pelo.

Debe acometerse esa indagación sociológica porque nunca imaginé que fueran tan numerosos los creyentes en sortilegios y conjuros y, por ende, en los imposibles de los cuentistas de la política nacional. La pericia del adivinador asturiano está fuera de toda duda porque sus aciertos son asombrosos a juzgar por la certificación de sus clientes, pacientes crónicos muchos. Receta a tanto el minuto en el canal Ten y se jacta de poseer un don de la predicción tan extraordinario que a le permitió anticipar la abdicación del Rey Juan Carlos; otros descubrieron vida en Plutón.

La contribución de los videntes al mundo de la demoscopia no ha sido suficientemente aprovechada. ¿Cómo interpretan el programa de Rajoy o Iglesias las víctimas del mal de ojo? ¿Qué opina sobre el referéndum catalán la joven que mataría a la esposa de su amante?.¿Cómo vota el elector que pregunta si le va a tocar la lotería?

Doctores tiene la industria de la encuesta que lo sabrán responder, pero antes de que la acumulación de desvaríos lograra dormirme, recuperé al argentino Borges y su escaso apego a la democracia, que definía como un abuso de la estadística: “¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas”.

Los echadores de cartas pueden decidir escaños y concejalías. Por la democracia y para atajar el acceso de iluminados a la condición de servidores públicos, la parroquia de Trivín y Cía debiera de abstenerse de votar. Lamentablemente, en algunos casos hemos llegado tarde.

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