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El poder del conseguidor

Nuestro mundo se rige demasiadas veces por un continuo intercambio de favores que igual te puede subir a la cima que mandarte al arroyo

Richard Gere, en una imagen de 'Norman, el hombre que lo conseguía todo'.
Javier Ocaña

NORMAN, EL HOMBRE QUE LO CONSEGUÍA TODO

Dirección: Joseph Cedar.

Intérpretes: Richard Gere, Lios Ashkenazi, Charlotte Gainsbourg, Michael Sheen.

Género: comedia. Israel, 2016.

Duración: 118 minutos.

Nuestro mundo se rige demasiadas veces por un continuo intercambio de favores que igual te puede subir a la cima que mandarte al arroyo. El dinero es poder, pero también lo es la información. Y los contactos. Sobre todo los contactos con el poder, el político, el económico, el judicial, aunque estos sean casi ficticios, aunque estén basados en la nada. Y ahí entra la formidable Norman, el hombre que lo conseguía todo, quinto largometraje del estadounidense de origen israelí Joseph Cedar, coproducción entre ambos países, que aborda de un modo inteligentísimo el retrato de un conseguidor, alguien que con su tarjeta de visita, su labia y sus mentiras (o medias verdades) acaba teniendo el infinito poder de los estafadores. ¿Estafador? Fea palabra para alguien tan ético como el tal Norman, un magnífico Richard Gere. Mejor: el infinito poder de un vendemotos.

En tono de fábula moral, como también lo era su anterior Pie de página (2011), premio al mejor guion en el Festival de Cannes, Cedar introduce el absurdo de la comedia en los entresijos del poder, allí donde se mueven los hilos de la Bolsa, las sinagogas y el proceso de paz entre Israel y Palestina. Dinero, religión y territorio, esencias de una comedia insólita y brillante, narrada en cuatro actos de corte cuentista, con el regalo de un par de zapatos como sencilla metáfora de la fina línea entre la cordialidad y la corrupción. Una obra, entre la aguerrida El político (Michael Ritchie, 1972) y la desmitificadora Bienvenido, Mr. Chance (Hal Ashby, 1979), dificilísima de tejer a causa de su intrincada red de relaciones.

Cedar, de nuevo como en Pie de página, utiliza una omnipresente banda sonora de Jun Miyake, que esta vez escapa de la grandilocuencia para acabar resquebrajando con cada percusión, con cada golpe de cuerda, marcando el ritmo de una película sorprendente sobre el valor del compromiso. El de un hombre que sabe que hoy estás aquí pero mañana puedes estar allí. Un mago del tráfico de influencias, un mago de la vida contemporánea.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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