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Atacadas unas pinturas rupestres en una cueva de Tarifa

Los trazos paleolíticos y neolíticos han sido marcados con un objeto punzante

Jesús A. Cañas
Vandalismo sobre las pinturas rupestres de Zahara de los Atunes, en Cádiz.
Vandalismo sobre las pinturas rupestres de Zahara de los Atunes, en Cádiz.Juan Carlos Toro

Unas pinturas rupestres localizadas en la cueva gaditana de Atlanterra han sufrido la agresión de unos vándalos, que han marcado con una piedra afilada sobre la representación paleolítica de una cierva y en un panel de pinturas neolíticas, donde se solapan representaciones esquemáticas de motivos humanos y fauna. Ha ocurrido este mes de abril, pero no es la primera vez que estas pinturas, de 18.000 años de antigüedad, son atacadas o sufren grietas por voladuras cercanas.

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El investigador y experto alemán Lothar Bergmann (1947-2009), descubridor de varias decenas de cuevas y abrigos de arte rupestre en la provincia, propuso que se declararan patrimonio bajo la denominación de arte sureño. La cueva de Atlanterra, descubierta en 1975, fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985. Muerto Bergmann, ha sido la Asociación para la Protección del Arte Sureño (APAS) quien ha alzado la voz ante la falta de cerramiento de la cueva y la progresiva urbanización de su entorno, que ponen en grave riesgo la supervivencia del lugar.

La primera agresión se registró menos de 10 años después de recibir la declaración de interés cultural, tal como recogió el propio investigador alemán en una publicación de 2009. Entre 1992 y 1993 hubo pintadas y daños causados con un objeto punzante a unas representaciones pictóricas que van desde el Paleolítico hasta la Edad del Bronce.

En 1996, el CSIC detectó que las voladuras en zonas cercanas para construir calles y una urbanización produjeron fisuras en la cavidad. “A principios de 2005, tras haber sufrido desperfectos por desaprensivos en repetidas ocasiones, se realizaron trabajos de lavado y eliminación de pintadas”, recordó Bergmann en la misma obra. El mismo ataque ocurrió en 2008, el caso llegó a la fiscalía y precisó otra nueva limpieza, un ritmo de lavados que, de seguir así, "dejaría para futuras generaciones sólo el recuerdo” de las pinturas”, denunció el espeleólogo alemán antes de morir.

Por aquel entonces, el investigador recomendaba justo la misma solución que ahora reclama APAS, un cerramiento efectivo. Desde la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura aclaran que el Ayuntamiento de Tarifa ya ha solicitado permiso para colocarlo y, en breve, pasará el trámite de la aprobación de la Comisión Provincial de Cultura. El alcalde de la localidad, Francisco Ruiz, reconoce que no ha sido fácil: “Todas estas cuevas prehistóricas han sufrido un importante deterioro porque ha habido mucho gamberrismo”. De hecho, de las más destacadas, la de Atlanterra es la única que aún queda por vallar. El acceso a la la cueva era suelo privado. Ahora, será la constructora a la que le pertenece y el propio consistorio las que harán frente a un proyecto que irá más allá: “La idea ya es proteger y divulgar”. De hecho, como explica la historiadora del arte, conservadora del Ayuntamiento de Tarifa y autora del proyecto, Beatriz Trillo, tras el cerramiento se limpiarán y consolidarán las pinturas. En este caso, el daño ocasionado "parece que es reversible, ya que las marcas están hechas con un material blando que se puede limpiar".

La cueva dañada destaca por una superposición de periodos poco habitual. Las pinturas más antiguas datan del Paleolítico Superior (Magdaleniense). Las más recientes, de la Edad del Bronce. Pese a los ataques reiterados, aún hoy se aprecian pinturas de animales, signos y un calendario solar que coincidía con la llegada de los atunes a su paso por el Estrecho. Aunque Trillo prefiere esperar a la futura limpieza y consolidación apuntar dataciones y representaciones, reconoce “que las representaciones son las más antiguas de Andalucía”.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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