_
_
_
_
_

Impresoras 3D contra el ISIS

El anuario de Acción Cultural 2017 analiza cómo las tecnologías ayudan a la conservación y al disfrute turístico del patrimonio

Una turista se fotografía con una réplica del arco del triunfo de Palmira en la plaza de las Señorías en Florencia.
Una turista se fotografía con una réplica del arco del triunfo de Palmira en la plaza de las Señorías en Florencia.ALBERTO PIZZOLI (AFP)

Lo que ocurrió en Palmira es irreversible, las voladuras con que el ISIS trató de extirpar ruinas romanas de unos 2000 años de antigüedad y patrimonio de la humanidad. Tampoco habría retorno si las gotas de agua que se filtran por la roca y la afluencia de visitantes siguieran borrando los pigmentos rupestres de Altamira. Pero la tecnología aporta remedios para que no se pierda esa memoria y para conservar y seguir exhibiendo lo que está en riesgo: réplicas impresas en 3D que imitan al monumento, escultura o cuadro y empleo de la realidad virtual o de proyecciones de vídeo sobre las estructuras originales para poder vislumbrar —experimentar— cómo fue.

El anuario 2017 de Acción Cultural Española (AC/E) que se presentó este martes en la sede de la Fundación Telefónica en Madrid analiza cómo la tecnología digital ha salvado ya en numerosas ocasiones el patrimonio y cómo puede ayudar a seguir atrayendo a turistas, enriqueciendo la experiencia de visitar un yacimiento arqueológico o un monumento.

Casa Guzmán, de Alejandro de la Sota.
Casa Guzmán, de Alejandro de la Sota.

Cuando ISIS entró en 2015 en Palmira decapitó al arqueólogo Jaled Assad, custodio durante medio siglo de los vestigios romanos, y luego trató de destruir sucesivamente su pasado. Varias iniciativas brotaron como reacción. El proyecto Arc/k compiló la documentación fotogramétrica existente. Un hashtag en redes sociales, #newpalmyra, animaba a todo el que dispusiera de imágenes a que las pusiera a disposición de especialistas e historiadores que, con esa base de datos, hicieron posible un modelo tridimensional. E incluso se levantó en 2016 en Trafalgar Square, en Londres, y luego en Nueva York y Dubái, una copia de cinco metros de altura impresa gracias a esa información del arco del triunfo de Palmira demolido, proyecto que encabezó el Instituto Digital de Arqueología (IDA), una colaboración conjunta entre las universidades de Harvard y Oxford.

La arquitectura moderna no se libra de este riesgo. A comienzos de este año se supo de la demolición de la Casa Guzmán (construida en 1972 en Madrid), una de las obras maestras del arquitecto Alejandro de la Sota. El estudio ha digitalizado todos sus fondos para que ninguna pérdida sea (completamente) irreparable, y está asesorando al resto de estudios arquitectónicos sobre cómo hacerlo. Aunque “lo principal es que la legislación proteja lo que no lo está, sin necesidad de que tenga 100 años, y que cuide lo que ya tiene esa consideración de bien cultural”, insiste De la Sota.

David Ruiz, doctor en Tecnología y Patrimonio por la Universidad de Granada, ha elaborado el informe de Acción cultural con los hitos de la colaboración entre las disciplinas en que es experto. Explica que, además de remedar lo que las guerras, el terrorismo o simplemente el tiempo se llevó, la tecnología tendrá una función capital en la conservación de los monumentos. Es usual que redes de sensores conectadas a Internet monitoricen en vivo cualquier cambio ambiental que pueda afectar a un edificio u obra artística, que detecten desde una luz que incide con demasiada fuerza hasta que una grieta se haya abierto unos milímetros. Y poco a poco lo será también que todo bien patrimonial tenga un modelo digitalizado en tres dimensiones que funcione como “historial médico”, ilustra Ruiz, en el que se pueda diagnosticar cualquier patología sin tener que intervenir sobre el original hasta que se diseñe la estrategia para la restauración o el cuidado preventivo.

Factum Arte fabrica la obra de gigantes como Anish Kapoor, pero su fundación se dedica a rescatar algunos de los bienes patrimoniales más valiosos del mundo. Uno de los ideólogos fue Manuel Franquelas, ingeniero y pintor hiperrealista. Cuenta Carlos Bayod que desde Factum tuvieron que inventar un escáner capaz de captar al detalle la textura de telas y bajorrelieves. Lucida, lo llamaron, y gracias a él pueden imprimir en 3D una superficie con idéntico entramado y grosor y gesto de trazo de gubia o de pincelada que la original sobre la que adhieren una piel elástica en la que está impreso el color. Así reprodujeron la tumba de Tutankamón y así planean ahora construir el facsímil de la de Seti I, una de las mayores y mejor decoradas del Valle de los Reyes (Egipto). “La que erijamos, al contrario que la auténtica, podrá visitarse e incluirá los fragmentos repartidos por el Louvre, Florencia o Boston”, cuenta Bayod. En la copia de la cámara funeraria de Seti habrá también un sarcófago tallado en una sola pieza de alabastro, aunque este lo habrán esculpido brazos mecánicos. “Esta es la forma de que el turismo siga siendo parte de la solución y no del problema”.

Proceso de la restauración y el video mapping en la iglesia de San Clemente de Taüll (Lleida).

Pegados al móvil

El turismo está aprendiendo a aprovecharse de ese vicio que supone que, en un concierto, los asistentes ya no salten o se desgañiten sino que graben, a sacar partido de que el móvil sea herramienta insoslayable. Desde visitas en 360º en las que puedes ver el sitio que pisas tal como era en el tiempo en que se levantó a través de la pantalla del teléfono hasta gafas de realidad virtual —algunas, un pedazo de cartón con un smartphone dentro—. El proyecto 500 Challenge de CyArk te posibilita, desde casa, moverte dentro de 500 monumentos en peligro de desaparecer. El portal web España es cultura te permite viajar en un clic del interior de Santa María del Naranco, en Asturias, a los patios y jardines de la Alhambra. Algunos, como la casa Batlló (Barcelona), cuidan especialmente a los más pequeños creando contenido a diario específico para Instagram o Snapchat o haciendo aparecer en sus teléfonos, sobreimpresionado sobre paredes que sí pueden tocar, las formas orgánicas o de animales en que se inspiró Gaudí para sus diseños modernistas. Hay otra modalidad que prescinde de cualquier dispositivo intermediario y que según David Ruiz se ha desarrollado en el último lustro y pronto se sublimará: el llamado vídeo mapping, proyecciones digitales sobre el monumento. La iglesia románica de San Clemente de Taüll (Lleida) había perdido sus pinturas. Se encuentran, a salvo, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Tras restaurar el ábside que las albergó, se proyectó la imagen tridimensional de los frescos para que la iglesia regresara a su aspecto de 1123.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_