_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

‘South Park’ no puede con Trump

Los creadores de la serie dicen que no van a dedicarle más burlas a Trump porque es demasiado difícil

Jaime Rubio Hancock

Los creadores de South Park han asegurado que no van a dedicarle más burlas a Donald Trump. No porque la serie se haya moderado, sino porque, en su opinión, es demasiado difícil. El gobierno estadounidense “ya está haciendo comedia” y es imposible parodiar lo que ya es una parodia.

Seguro que esto tranquiliza a Trump. Según la prensa estadounidense, el presidente ve mucha televisión y está obsesionado con su imagen pública. Tampoco parece tener buen encaje, como muestra lo mal que le sientan las imitaciones de Saturday Night Live.

El humor siempre ha asustado al poder, ya que es muy eficaz a la hora de poner en evidencia contradicciones e hipocresías. Además, hoy en día el ataque no viene solo de la tele: casi ningún político se ha librado de protagonizar su ración de memes.

Pero quizás no hay motivos para tanto miedo. El psicólogo Peter McGraw, coautor de The Humor Code, sugiere que la sátira política tiene un doble efecto. Por un lado, ayuda a que estemos más informados sobre ciertos temas; pero por otro, puede llevar a que actuemos menos para cambiar las cosas. Como el asunto es gracioso, no nos lo tomamos en serio. Trump, por ejemplo, deja de ser un inepto peligroso asesorado por racistas para convertirse en un niño caprichoso y enrabietado. Sí, vamos a morir todos, pero al menos te ríes.

Otros estudios apuntan que la sátira no sirve para cambiar las ideas, sino para confirmarlas. Hay algún ejemplo: Spitting Image, el programa de guiñoles de la BBC, se emitió entre 1984 y 1996. Durante todo ese tiempo gobernó el Partido Conservador.

Por supuesto, la sátira es necesaria, ya que es una herramienta indispensable para analizar y criticar lo que está pasando. No hay forma de reflejar lo absurdo de algunas situaciones si no es con humor (recordemos los más de 300 días que pasamos sin gobierno en España). Pero si yo fuera Trump, preferiría que en South Park me masacraran a que me ignoraran.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_