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EN POCAS PALABRAS

“No hay un lugar donde seas más feliz que en un escenario”

El dramaturgo Borja Ortiz de Gondra ha estrenado en el Centro Dramático Nacional su obra 'Los Gondra (una historia vasca)'

El dramaturgo Borja Ortiz de Gondra (Bilbao, 1965) se sube por primera vez al escenario para contar la historia de su familia en una obra teatral que, a la vez, es también la historia del País Vasco en los últimos cien años. Los Gondra (una historia vasca), con producción del Centro Dramático Nacional, se puede ver hasta el 19 de febrero en el teatro Valle-Inclán de Madrid.

¿Qué le hizo querer ser dramaturgo?

Trabajar de “chico de los cafés” con Pina Bausch cuando estudiaba dirección escénica: comprendí que en un escenario se podían contar historias conmovedoras y universales si uno sabía mirar implacablemente en su interior.

¿Cuál es la última obra que le ha gustado?

Las criadas, de Jean Genet, que vi en inglés en Nueva York con Cate Blanchett e Isabelle Huppert. Entendí por primera vez el humor macabro y la extraña ternura entre las dos hermanas.

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¿Se ha salido alguna vez de una representación teatral a medias?

Jamás, por respeto a los actores en escena. Pero en Go down, Moses, de Romeo Castellucci, miré más veces mi reloj que el escenario.

¿Qué obra ajena le habría gustado escribir?

Regreso al desierto, de Bernard-Marie Koltès, y Ángeles en América, de Tony Kushner. Sé que nunca llegaré a su escritura incandescente y su palabra justa, pero trato de medirme con ellos cada día al sentarme a escribir.

¿Se puede escribir ya sobre el conflicto vasco sin dolor?

La escritura siempre parte de una herida íntima que nunca cicatriza, pero yo prefiero sajarla sin dolor. Han sido muchos años de silencio y, ahora que ha llegado el tiempo del relato, me parece mejor optar por una mirada incisiva, no empañada de sentimientos.

¿Qué canción escogería como autorretrato?

Lo tuyo es puro teatro, de La Lupe. Obvio, ¿no?

Si no fuera dramaturgo, ¿qué le gustaría ser?

Traductor jurídico en la ONU y trabajar cada tres meses en Nueva York, Ginebra y Viena. En un universo paralelo, puede que lo sea ya.

¿Qué siente al subirse a un escenario, por primera vez, para interpretar una obra suya?

Lo que me dijo mi amiga la actriz Marta Poveda: “Antes de entrar en escena, te mueres de pánico y quieres salir corriendo, pero luego, en el escenario, todo se calma y no hay un lugar donde seas más feliz”.

¿Cuál es su película favorita?

Código desconocido, de Michael Haneke. Su escritura elíptica y huidiza me acompaña siempre que me pregunto cómo narrar a día de hoy.

¿Qué está socialmente sobrevalorado?

Exponer públicamente la información personal y en especial, las imágenes de cada acontecimiento de nuestras vidas. “Pudor” e “intimidad” son conceptos que deberíamos recuperar.

¿Qué encargo no aceptaría jamás?

El que me obligue a trabajar con cualquier director de escena de esos que piensan que “el mejor autor es el autor muerto”.

¿A qué dramaturgo le daría el premio Nobel de Literatura?

A uno que sea escritor y, además, escriba teatro. ¿Es mucho pedir?

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