_
_
_
_
_
CRÍTICA | ÉDITH PIAF. TAXIDERMIA DE UN GORRIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Gorrión y la ornitóloga

‘Piaf’ está escrita punzantemente, jalonada de vueltas de tuerca y espléndidamente interpretada

Javier Vallejo
La actriz Garbiñe Insausti, protagonista de 'Édith Piaf. Taxidermia de un Gorrión'.
La actriz Garbiñe Insausti, protagonista de 'Édith Piaf. Taxidermia de un Gorrión'. CLAUDIO ÁLVAREZ

Una reportera, especialista en fauna salvaje, en trance de hacerle una entrevista al Gorrión de París. Su editor quiere desmontar la idealizada versión oficial sobre su infancia y su exitosa carrera, para rascar en la herida que le produjo su padre al abandonarla con once añitos y en la inestabilidad de sus relaciones sentimentales. En Édith Piaf. Taxidermia de un gorrión, Ozkar Galán organiza un combate metafórico entre dos púgiles extremadas. Camile Schultz, la periodista, es un cruce entre Dian Fossey, audaz autora de Gorilas en la niebla, y Louella Parsons, viperina correveidile de Hollywood: pasa de la bonhomía a la animadversión en un clic. Édith Piaf la recibe de uñas, como lo haría la Bette Davis de ¿Qué fue de Baby Jane?

Édith Piaf. Taxidermia de un gorrión

Autor: Ozkar Galán. Intérpretes: Garbiñe Insausti, Lola Casamayor y Alberto Huici. Luz: Javier Ruiz de Alegría. Escenografía y vestuario: Ikerne Jiménez. Dirección: Fernando Soto. Madrid. Teatro Español, hasta el 5 de febrero.

Galán arbitra con sentido deportivo el retórico intercambio de golpes, separa a las contendientes cuando se abrazan y les insufla nuevo aliento si alguna se ve contra las cuerdas. Cuando el editor de la Schultz la alecciona desde fuera, como haría un entrenador con su pupilo, Fernando Soto, autor de una expresiva puesta en escena, refuerza la idea de que el camerino de la diva es un cuadrilátero.

El tiempo presente se alterna con el pasado: lo que la Piaf narra, se representa mediante escenas retrospectivas, en las cuales Alberto Huici, intérprete del editor, pasa a encarnar al padre y a otros hombres capitales en la vida de la protagonista. Garbiñe Insausti es una Piaf toda aura, que emana luz y pasión sin bajar la guardia y sin que le baje esa inflamación del ánimo con la que disimula sus carencias. Cantando tan bien esta actriz, no se entiende que en una sala donde todo el público está a pocos metros se la sonorice de manera que parece cantar sobre una grabación (en los primeros temas: luego, el tratamiento del sonido es óptimo).

Sabíamos de la excelencia de la Insausti en el teatro de máscaras (André y Dorine): verla a cara descubierta supone un gratísimo hallazgo. Enfrente, Lola Casamayor se le opone elocuentemente con su escucha, sus silencios, cada una de sus apreciaciones gestuales, su manera de encajar las respuestas recibidas y su capacidad de pasar al contraataque en un pálpito.

Escrita punzantemente y jalonada de oportunas vueltas de tuerca, esta lid evoca con más verdad las que mantienen los protagonistas de La huella y El veneno del teatro: no me extrañaría que la veamos pronto en una sala comercial.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_