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Cervantes for 'dummies'

Con una nueva biografía intelectual, William Egginton subraya la decisiva aportación de Cervantes a la historia de la literatura y del pensamiento modernos

Cervantes, visto por Sciammarella.
Cervantes, visto por Sciammarella.

Si uno cometiese el error de consultar la guía turística de algún lugar donde ha vivido o que conoce a fondo, de inmediato le asaltaría la obligación de escandalizarse por algo de lo que consta y otro tanto de lo que se olvida. Y, sin embargo, esas guías son un instrumento indispensable para muchísimos turistas que disponen de un tiempo limitado en sus andanzas y que, al viajar, hacen un gesto de amor hacia el lugar que visitan. Eso no impide recordar que las guías sirven para lo que sirven y poco más. Digo esto, porque más de un cervantista enfático y sesudo podría tirarse de los pelos, esgrimiendo un inventario de omisiones, datos discutibles o juicios aventurados que, en torno a Cervantes, se vierten en The Man Who Invented Fiction.

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Pero erraría. Los detalles son irrelevantes en este libro, que no tiene otro propósito que servir de introducción para lectores anglosajones que quieran iniciarse en Cervantes: al modo de esos libros de aprendizaje que pueblan los estantes de las grandes extensiones con el reclamo For Dummies. Y no se entienda esto como una crítica, porque es esa precisamente la mayor virtud de libro, la de trazar una biografía intelectual, a través de la cual se pretende poner en pié cuál fue la contribución de Cervantes a la historia de la cultura y el pensamiento. Por ello se reiteran tópicos sobre el autor, se abunda sin matiz en ideas generales sobre la historia de España y hasta se añade un poco de salsa novelesca para más vidilla a la cosa. Es más, en atención a un lector apegado al presente, el discurso se proyecta una y otra vez hacia el mundo contemporáneo, citando un discurso de Obama, recordando una conferencia de Aznar o acudiendo a El show de Truman para ilustrar el pensamiento cervantino. Todo le sirve a Egginton para encarecer la importancia de Cervantes en la historia y su contribución al nacimiento de la modernidad. No es poca cosa.

Ilustración de Eva Vázquez
Ilustración de Eva Vázquez

Pero acaso la cuestión más peliaguda se plantea con la idea que da título al libro y que presenta a Cervantes como inventor de la ficción. A mi juicio, Cervantes no inventó la ficción, que ya existía de antes para recreo de los lectores contemporáneos, ni siquiera inventó el realismo, pues basta recordar ese goteo de realidad que rebosa en La Celestina, el Lazarillo o el Guzmán de Alfarache, con sus complejos y poderosísimos personajes. Lo que sí hizo Cervantes fue abrir la literatura a la modernidad otorgándose a sí mismo –y a todos los narradores que luego le seguirían– una libertad absoluta frente a las trabas que significaban los géneros tradicionales con sus rígidas pautas formales, intelectuales e incluso morales.

Sea como fuere, hay que dar las gracias a William Egginton porque, con una escritura ligera y sencilla y una medida mezcla de literatura, historia, política y filosofía, ha puesto una peana a Cervantes en un santoral donde no está de más, el de la cultura anglosajona del siglo XXI. Y es que las guías turísticas también distinguen sus usuarios por nacionalidades.

The Man Who Invented Fiction. How Cervantes Ushered in the Modern World. William Egginton. Bloomsbury. London-New York. 2016. 242 páginas. 22’83 euros

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