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Los Amigos Invisibles: “Venezuela es como esa novia que te rompió el corazón”

La banda venezolana presenta este miércoles en México 'El Paradise' su último material discográfico y el primero que lanzan con cuatro integrantes

Los Amigos Invisibles, en México.
Los Amigos Invisibles, en México.Clasos/CON (LatinContent/Getty Images)
Andrea Morales Polanco

La suerte estaba echada para Los Amigos Invisibles. Tenía nombre y apellido: David Byrne. Esperaba por ellos en la ciudad donde se cumplen los sueños, Nueva York. Y la fortuna no conocía de barreras lingüísticas, solo de pasión por los ritmos. Ritmos que terminaron por conquistar el oído del compositor y cantante escocés que se convirtió en el amuleto que la banda venezolana necesitaba para lanzar internacionalmente su carrera musical. “Él es la razón por la que somos famosos. Encontró uno de los discos que habíamos dejado en una tienda de música. Nos escuchó, le gustó y fue así cómo firmamos nuestro primer contrato con su sello discográfico Luaka Bop”, recuerda el bajista del grupo José Rafael Torres, más conocido como El catire [rubio, en jerga venezolana].

Ese descubrimiento casual más tarde se convirtió en una relación profesional que duró 10 años y dio a luz tres discos. Han pasado dos décadas de aquella coincidencia. Muchos han sido los cambios a los que se han tenido que enfrentar, y el último de ellos representó una baja difícil de remplazar: las salidas del grupo del tecladista Armando Figueredo y del guitarrista José Luis Pardo. “Se fueron porque estaban cansados. Mantener una banda de seis personas es difícil”, dice sin entrar en detalles Torres. Tras un poco más de 20 años juntos, hoy los dos exintegrantes prácticamente solo están unidos a Julio Briceño, Mauricio Arcas, Juan Manuel Roura y a José Torres por las obligaciones contractuales de la banda, o sea, el pago de regalías.

Las bajas no detuvieron a la banda que este miércoles 14 de diciembre lanzará en El plaza Condesa (Ciudad de México), tras tres años de silencio discográfico, su más reciente trabajo, El Paradise. El álbum, compuesto por 11 temas, es un recorrido por un club de striptease. Cada canción representa un momento del show, que va subiendo de intensidad conforme avanza el trayecto. Este viaje musical ofrece colaboraciones variopintas. Una de ellas es con el salsero Óscar D’León. Cantar junto a El faraón de la salsa —D’León recibió en 2013 un Grammy Latino a la Excelencia por su trayectoria musical— es una de las grandes sorpresas que ofrece su décimosegundo álbum de estudio. “Fue la mamá de Julio Briceño [vocalista de la banda] la que se puso en contacto con el mánager de Óscar. Le presentó los temas, él los escuchó y dijo que le parecía chévere colaborar con nosotros. Solo tenía un requisito: no quería que fuera salsa. Quería hacer algo diferente y eligió una canción que se llama Sabrina y que es bossa nova”, cuenta Torres. El salsero no es el único, en El Paradise también actúan Los auténticos decadentes y Kinky.

Su lienzo es el Funk, pero sobre él se animan a dibujar melodías llenas de ritmos como la salsa y el merengue comercial. Sin embargo, con este nuevo material, quisieron incursionar en lo que el bajista denomina europop: “Básicamente es un ritmo que tiene influencias de bandas como ABBA o The Cardigans”, reconoce riéndose el bajista al intentar definir qué es para él ese ritmo. Este álbum fue grabado bajo el mando de una discográfica mexicana Lov/Recs —sus últimos seis discos estuvieron a cargo de su propia disquera, Gozadera Records— y el motivo de este cambio tiene un trasfondo estratégico y puntual: acercarse más al público azteca. “Mientras más aliados tengamos, mejor nos irá. No se trata de aislarse, hay que asociase con gente que cree en nosotros y así expandirnos más”, explica El Catire.

Dame el mambo es el primer sencillo que se desprende de este álbum plagado de potentes sonidos que tienen como objetivo poner a mover el cuerpo de sus fans y, obviamente, vender copias.

Los intérpretes de éxitos como La vecina, Cuchi Cuchi y Mentiras saben que su música no está blindada a las críticas. Sobre todo, a quienes los acusan de escribir letras machistas. “Igual sí hay temas machistas. En realidad es música irónica. No nos hemos escapado de que nos etiqueten así, ni nos escaparemos. Hay gente que le gusta complicarse la vida, y eso no nos quita el sueño. No tenemos pensado cambiar nuestro estilo y letras. Y si en caso lo hacemos, será porque es nuestro gusto, no porque nos llamen machistas”, zanja Torres.

Igual de honestos se muestran ante la crisis política que atraviesa su país natal, que abandonaron en 2001 cuando se mudaron a Nueva York. “Venezuela es como esa novia que te rompió el corazón. Esa que te dejó sin ganas de vivir. Te duele y te dolerá siempre. Pero intentas seguir adelante y olvidar lo que te hizo. Me he vuelto insensible al tema. Ya lo sufrí mucho, ya me dio mucha rabia. Cuando ganó Maduro a mí se me despedazó el corazón”, confiesa Torres. A pesar del terremoto político y económico, la banda se subió a un escenario en Caracas el pasado 25 noviembre tras un año y medio sin visitar la tierra venezolana.

Hoy, con una carrera consolidada en Sudamérica y haciéndose un lugar importante en la industria musical mexicana, la banda sonríe. Sabe que la fortuna y la suerte están de su lado.

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