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Assassin's Creed: Una lucha mortal por la libertad

'Assassin's Creed' propone la adaptación más ambiciosa de un videojuego al cine Ambientada en España y con un reparto estelar, mezcla ciencia, historia y acción

Tommaso Koch
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Es una guerra tan vieja como el mundo. A un lado, el orden, receta ideal de las élites para conservar el statu quo; al otro, el libre albedrío y el puñado de revolucionarios que lucha por él. Desde hace milenios, ambos credos se afrontan en una batalla de sangre e ideas, que obliga la historia a escoger un bando: Julio César, Roosevelt o Hitler optaron por las reglas firmes de los Templarios; Da Vinci, Napoleón o Lenin se rebelaron junto con los Asesinos. Con esta base, ficticia aunque verosímil, la saga de Assassin’s Creed entró en la historia de los videojuegos. Y, de ahí, llegó al oído de un actor que no había cogido un mando en su vida. “Nos proporcionaba un universo que podríamos trasladar estupendamente a la gran pantalla”, asegura Michael Fassbender. Así que, desde que la compañía Ubisoft le planteó el proyecto, se dejó la piel en la misión: asumió el rol principal y la producción, escogió al director (Justin Kurzel) y a la coprotagonista (Marion Cotillard) y hasta participó en montaje y posproducción. El fruto de sus esfuerzos se puede ver desde este viernes: Assassin’s Creed es la más larga y ambiciosa adaptación de un videojuego jamás propuesta en las salas.

“Nada es real. Todo está permitido”, reza el lema de los Asesinos. Inspirados en los nizaríes —sicarios infalibles activos entre los siglos X y XIII—, defienden que todos los humanos sean iguales y escojan su destino. La hermandad impone vivir en la sombra y abandonarla solo para eliminar a sus rivales. A la vez, el credo prohíbe mancharse de la sangre de los civiles. “En un mundo que nos dice qué hacer y a quién apoyar, me parecía un punto de partida maravilloso. Anima a cuestionarlo todo y pensar por ti mismo. Además, los asesinos también son ambiguos: matan y luchan con sus reglas estrictas. No hay blanco o negro, sino un fascinante gris”, asevera Kurzel.

Si se le pregunta a Fassbender, el actor se lanza a una respuesta río que toca todos los elementos que han hecho célebre al juego. “Amé el concepto de la memoria genética. Me parece creíble que tengamos en el ADN información que proceda de nuestros antepasados, sus experiencias y sus conocimientos”, arranca. Y continúa durante varios minutos, destacando lo actual del conflicto entre libertad y orden, “todo un Barça-Madrid”. Lo cierto es que el universo de Assassin’s Creed contiene mucho más que el conflicto entre dos frentes. Tecnología, ética, acción y ciencia se mezclan en un viaje por la Historia. En el mundo de hoy en día, una máquina llamada Animus permite a cualquier paciente revivir las experiencias de sus antepasados. Así que Callum Lynch, un alma perdida con sangre asesina, es secuestrado por una empresa con tintes templarios para regresar hasta su tatata(etcétera)rabuelo, Aguilar de Nehra, en la España de 1492 y de la Santa Inquisición. Allí, cree la compañía, descubrirán dónde acabó un artefacto que les podría dar la victoria contra los Asesinos.

Un salto al vacío de 38 metros

La trama de Assassin's Creed flirtea con el pasado. Pero su rodaje ya hizo historia: acogió la mayor caída libre realizada por un especialista en 35 años. Damien Walters se lanzó al vacío desde 38 metros y permaneció en el aire durante casi tres segundos, antes de aterrizar sobre un enorme colchón hinchable.

Kurziel estaba empeñado, a lo George Miller y sus Mad Max, en que las secuencias de acción fueran reales. La consecuencia más extrema de la idea del director recayó en los hombros de Walters. El doble de Fassbender recreó así el llamado salto de la fe, típico de los Asesinos en la saga de videojuegos.

“El videojuego presume de los detalles históricos y nosotros queríamos llevarlo más lejos, a través de la cultura y el lenguaje español”, afirma Kurzel. Así que, tras pisar en las consolas las Cruzadas, la Italia Renacentista o los Estados Unidos de la Guerra de Independencia, la saga descubre ahora una ambientación inédita, de aroma castellano. La presencia de Carlos Bardem, Javier Gutiérrez y Hovik Keuchkerian refuerza la apuesta por España, donde se rodó parte del filme. “Creo que tiene mucho que ver con la explosión de la búsqueda del talento latino por parte de la industria estadounidense. Antes les molestaba mucho la gente con acento, mientras que ahora lo consideran algo enriquecedor. Eso abre muchas oportunidades para actores buenos de nuestro país y de América Latina. ¡Bendito sea!”, agrega Bardem. El castellano se oye también en la película, ya que Kurzel decidió que las secuencias del pasado se rodaran en español.

“Muchas adaptaciones han intentado trasladar literalmente el videojuego a la pantalla. El acierto de esta es que es una aproximación respetuosa. Si eres un jugador fiel de Assassin’s Creed vas a reconocer ese mundo, pero sin olvidar que es una película, con un lenguaje distinto y una trama nueva”, defiende Bardem. Ni él ni los otros entrevistados eran seguidores del videojuego. Fassbender y Kurzel lo probaron solo tras sumarse al proyecto. Pero no importa: la película, consideran, vale por sí sola. “Es una gran historia de cine, con cierto aire shakesperiano”, agrega Gutiérrez.

¿Bastará para acabar con la maldición? Hasta la fecha, todas las decenas de adaptaciones de videojuegos al cine han fracasado o casi. Bob Hoskins consideraba el película de Super Mario Bros. el peor error de su carrera y Rosamund Pike aún se arrepiente de Doom. En general, Resident Evil es la única marca que logró poner en marcha una franquicia de más de dos entregas.

Aunque tal vez algo esté cambiando. Este año Warcraft: El origen ha recibido críticas muy duras pero ha logrado la mejor taquilla de la historia para un filme basado en un videojuego. Y hay de camino películas sobre obras digitales tan maduras y aplaudidas como The Last of Us, Uncharted o el nuevo Tomb Raider. Probablemente el futuro también ofrezca más capítulos de Assassin’s Creed. “Si fuera por nosotros, haríamos siete u ocho”, se ríe Keuchkerian. Todo dependerá, una vez más, del libre albedrío. El de los espectadores.

Acción contra sigilo

Assassin's Creed es una de las sagas más célebres de la historia del videojuego. Hasta la fecha, acumula nueve capítulos de la trama principal y un éxito de ventas millonario, además de cómics, cortos y novelas.

Los críticos, eso sí, aplaudieron los primeros episodios pero acabaron lamentando la monotonía y los fallos técnicos que contenían las últimas entregas, presentadas al ritmo de una al año. Tal vez por eso también Ubisoft se ha tomado una pausa de reflexión antes del próximo capítulo.

Los disfraces, la base argumental y ciertos guiños acercan la película al videojuego. Sin embargo, la diferencia más relevante es en el estilo del personaje interpretado por Fassbender. Uno de los lemas de los Asesinos reza: "Actuamos en las sombras, para servir a la luz". Y por eso el usuario adopta en el juego un estilo sigiloso: aparece, mata, se volatiliza. El filme, en cambio, apuesta por dosis masivas de acción.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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