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Werner Herzog vuelve a Latinoamérica

'Sal y fuego', la nueva película del director alemán, filmada en Bolivia, se ha estrenado en EE UU

Andrés Rodríguez
Gael García Bernal en Salt and fire.
Gael García Bernal en Salt and fire.

El cineasta alemán Werner Herzog es uno de los genios no solo de la nueva cinematografía alemana, sino también uno de los personajes imprescindibles del nuevo cine europeo contemporáneo. Retrata en sus filmes, como pocos, hechos imposibles y el lado oscuro de unos personajes atípicos y prisioneros de una angustia casi metafísica. A sus 74 años, parece más activo que nunca, produciendo hasta cuatro filmes por año. Sal y fuego, su más reciente largometraje de ficción, lo trajo de vuelta a Latinoamérica. Solo que esta vez cambió la Amazonía peruana, vista en Fitzcarraldo, por el Salar de Uyuni, en Bolivia, el mayor desierto de sal del mundo.

Sal y fuego –que se estrena comercialmente esta semana en EE UU– es su segunda obra de ficción seis años después de My son, My son, What Have Ye Done, estrenada en 2010. Esta nueva producción tiene una trama de ciencia ficción de corte ecologista y vuelve a presentar a un paraje extremo, el Salar de Uyuni -con una extensión de 10.582 kilómetros cuadrados-, al que el realizador considera como fuera de este mundo. “El salar, para mí, no pertenece a Bolivia ni a nuestro planeta, es algo extraterrestre, es ciencia ficción, algo de las neblinas de Andrómeda, es un sitio lleno de sueños y fiebre, como la selva”, explicaba inspirado, durante una clase magistral en La Paz, en un español correcto, aunque claramente con marcado acento teutón.

El filme tenía como locación original el Mar de Aral,  en Asia Central –situado entre Kazajistán y Uzbekistán, pero para Herzog era una opción “aburrida”, según contó al diario alemán Welt. El director de Nosferatu, vampiro de la noche quedó fascinado por las posibilidades visuales que le proporcionó el Salar de Uyuni. “Algunas de las fotografías que piensas que son aéreas, son en realidad hechas desde la ventana del auto. Si nos fijamos en las estructuras hexagonales extrañas sobre la sal, a continuación, la cámara se mueve más allá de la cámara de una manera determinada, como si buscara transmitir la sensación de un estado de flotación. Es la misma sensación que se logró para los viajes en barco en Fitzcarraldo”, precisa a la publicación alemana.

Herzog suele llevar al extremo la experiencia de hacer cine, ya sea grabando la explosión de un volcán activo o la furia de un río, porque todo lo que se ve en sus producciones realmente sucede. El periodista Santiago Espinoza, ganador del tercer Premio Nacional de Crónica Periodística Pedro Rivero –por su trabajo Werner Herzog estuvo aquí–, explica la fascinación del realizador por el desierto de sal boliviano y cómo se introduce dentro del universo herzogiano: “Herzog es un cazador de insólitos paisajes naturales, humanos y espirituales, convencido desde siempre de que, según dijo, ‘necesitamos imágenes puras y absolutas que reflejen nuestra civilización como un todo y nuestra voz interior más profunda. Y las necesitamos ya…’. Es reconocido como uno de los contados cineastas que ha filmado en los cinco continentes del planeta, y al que trajo a Bolivia una obsesión arrolladora por rodar en el Salar de Uyuni, un paisaje de otro mundo”.

Segunda mujer protagonista

La película cuenta con la presencia de la actriz alemana Veronica Ferres, el mexicano Gael García Bernal y el estadounidense Michael Shannon. Herzog escribió el guion, basado en el relato corto Aral –de Tom Bisell-, en cinco días. Algo que no es atípico en él, ya que el libreto de Aguirre, la ira de Dios lo terminó en dos días y medio, gran parte dentro de un autobús lleno de futbolistas ebrios de un equipo de Múnich de la quinta división alemana.

Así, con la misma rapidez, Sal y fuego se terminó de rodar en 16 días y, como es su costumbre, se editó en muy breve tiempo. “Nunca he filmado muchas imágenes. Hago básicamente lo que necesito para la pantalla”, dijo en una entrevista para Los Angeles Times.Diego Mondaca, director boliviano y responsable de la producción en Bolivia, afirma que una de las cosas más difíciles fue seguirle el ritmo al alemán. “Él es una persona altamente sensible como altamente radical. Con una tenacidad apabullante. Lo bueno de esto era que lo reflejaba a todos nosotros y nos daba una confianza muy fuerte, a la que nos podíamos sumar todos. Él tiene esa capacidad”, explica Mondaca.

Con este largometraje, es la segunda vez que Herzog cuenta con una protagonista después de La reina del desierto (2015), en la que dirigió a Nicole Kidman. Cuestionado sobre por qué no había considerado antes a una actriz para un protagónico no puede dar una explicación, pero considera que “debería haber tenido protagonistas femeninas mucho más a menudo en mi vida cinematográfica”. El director alemán admiró el profesionalismo de Ferres durante el rodaje, ya que tuvo una preparación especial en Suiza para afrontar los más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar en el Salar. “Tiene [Ferres] una inteligencia mucho más emocional.Mucha más presencia.Y una cierta autoridad. Considero que es una de las mejores actrices que tenemos”, afirmó Herzog en una entrevista para el diario alemán Welt.

Otros dos actores que conmovieron a Herzog son los hermanos Danner y Gabriel Márquez. Ambos fueron elegidos en un casting que se realizó en centros de niños con impedimento visual y ceguera de las ciudades de Cochabamba y Santa Cruz. Conseguir a dos infantes, entre ochos y 10 años, invidentes era crucial para uno de los arcos argumentales de la película. “[Danner y Gabriel] Fueron de los primeros que vimos en el casting y a Werner le fascinó la complicidad que tenían ellos dos, la forma como se ayudaban y desenvolvían. ‘Tienen una cierta ternura, una magia’, decía Werner”, finaliza Mondaca.

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Sobre la firma

Andrés Rodríguez
Es periodista en la edición de EL PAÍS América. Su trabajo está especializado en cine. Trabaja en Ciudad de México

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