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Entrevista a Diego, El Cigala

“El espectáculo continúa, pero, con un dolor…”

El cantaor estrena su nuevo trabajo, 'Indestructible', grabado con 14 músicos y que suena a salsa

El cantaor flamenco Diego El Cigala en el hotel Paseo del Arte de Atocha.Vídeo: Samuel Sánchez / Efe
Jesús Ruiz Mantilla

Lo último que supimos en plan a lo bestia de Diego, El Cigala fue que el día en que Amparo, su mujer, murió, él salió a dar un concierto en Los Ángeles. “Fue la peor noche de mi vida y el mejor concierto que he dado nunca”, recuerda ahora para EL PAÍS. Pero lo más curioso es como ha reaparecido en disco: lejos de hacerlo con una saeta, se ha juntado con 14 músicos de salsa para grabar en cinco ciudades de América y España Indestructible. Hoy lo presenta en el Teatro Lope de Vega de Madrid. Es el Cigala mejor plantao, el que toca a fondo otros géneros pero desde la pureza del cantaor que se envuelve, se desenvuelve y se distingue del resto, tan respetuoso como osado.

Pregunta. De Diego el Cigala vamos a tener que llamarle Diego, el camaleón: ¿Se adapta a todo?

Respuesta. A todo lo que vaya con la manera mía de cantar. En la salsa me he sentido cómodo, a gusto, hemos ido en busca de un viaje con estos músicos y me han ido llegando cosas mientras me dejaba llevar por estos grandes, respetando la salsa que se hacía en los setenta, los sesenta y que ya no se hace. Con los músicos de La Fania, Oscar D’León, Los Muñequitos de Matanzas, Gonzalo Rubalcaba, grabado en cinco países, una superproducción, de Cali a Puerto Rico, Nueva York, La Habana y luego aquí, España.

P. Mucha tela.

R. Aunque sólo sea por los musicazos de la Fania All Stars, unidos 30 años después… Es algo que no se va a volver a repetir. Y me he llevado yo ese gusto, esa emoción junto a ellos después de que no se hubieran querido juntar con nadie. El hecho de que al descolgar el teléfono no pusieran problemas y luego lo hicieran todo con ese cariño, no tiene precio.

Coando conocí a Bebo Valdés, conocí a mi superhéroe"

P. Cariño por el hombre que marcó un antes y un después en la música latina junto a Bebo Valdés con ese Lágrimas negras.

R. Cuando conocí a Bebo, conocí a mi Superhéroe. Venía de cantar con la guitarra y sé que con su piano trascendió mucho más este gitano flamenco que se puso a escuchar otras músicas. Pasé a formar parte de la música latina y afrocubana.

P. Pese a la alegría salsera que despide el disco, este es un trabajo de luto: por Bebo y por Amparo, su mujer.

R. Muy duro. Es curioso como en mitad de este momento tan tremendo, te da por hacer algo alegre.

P. ¿Cómo lo va superando?

La noche que actúe cuando murió Amparo, mi mujer, fue la más dura de mi vida, pero también mi mejor concierto"

R. Con ella a mi lado, con mis hijos, los seres queridos. Muchas veces me llegan también fogonazos de Bebo, de su calidez humana. Haber pasado tanto tiempo con un genio como era él, me ha servido mucho para este disco. Yo le doy muchas gracias a Dios por ello. Los Muñequitos de Matanzas lloraban recordándolo al tocar Fiesta para Bebo, el único tema inédito del disco: es un himno de Cuba.

P. También los clásicos que reúne: El periódico de ayer, Hacha y machete, Indestructible, muy en el tono desgarrador del flamenco.

R. Tienen que ver. Con el barrio, la calle, la noche, el dolor, pero también con la luz. Por eso había que recuperar esa esencia. Porque la salsa es como el título del disco: indestructible. Eso es lo que me da también alegría. Yo no me considero un salsero, pero he querido alertar de esa raíz para volver a traer las esencias. Claro que con los grandes. Y aportando cosas muy mías también como hago en Se nos rompió el amor, de Manuel Alejandro, para acordarme de Rocío Jurado. Yo lo cantaba con piano, pero se nos ocurrió llevarlo a la salsa. No creo que nunca se haya hecho una cosa así. Tan atrevida, pero tan respetuosa. Con 14 músicos. Imagínate, llamar al orden a todos esos.

P. ¿Más difícil que controlar a Diego, El Cigala?

R. Sí… Bueno, a día de hoy, ya se me controla más. Ando muy tranquilico, muy reposao. En el espacio del sosiego, de mirar mucho por mi música, de cuidarme a mí y a mis hijos, ese baluarte.

P. Ahora toca ser padre y madre.

R. Por eso hay que bajar el pie del acelerador, o sea. Ya está todo visto. Me queda disfrutar de la vida y de las cosas sencillas. Tengo a mi familia, a mi música y al todopoderoso. Hazte a la idea, con tres hijos de 22, 19 y 11 años. Anda todo muy reciente.

P. Todavía le necesitan. ¿Y aquella noche que cantó cuando se murió su mujer? ¿Cómo se sintió capaz?

R. Fue la noche más dura de mi vida.

P. Pero cómo cantó, dicen.

R. No lo sé. También fue mi mejor concierto. Lo sabía. Me despedí de ella, me monté en un avión y me presenté en Los Ángeles. Yo no podía cantar, estaba cerrado, congestionado. Pero el alma de ella, hizo así, zas, y me obligo a cantar. Lo mismo que en este disco… Aquello marcó un antes y un después en mi vida. El espectáculo continúa, pero con un dolor… Era justo. Ella había trabajado mucho por ese concierto y me hizo prometer que ocurriera lo que ocurriera, debía actuar. Yo no sé ni cómo lo hice. Me agarré mucho a Dios, conforme está el mundo es la única verdad de la vida: sin él no hay esperanza. Hay que dejarse llevar de su mano, todo va muy rápido, te pasa un tren por encima.

P. ¿Qué cree que ha marcado usted en la historia del flamenco?

R. Nunca me lo he planteado. No sé. Lo que nunca me he permitido es olvidarme de mis raíces. Aunque sé que los puristas o flamencólicos, como se quieran llamar, compartirán distintas opiniones. Muchos dicen que me he quedado en la música latina, que para cuando otro disco de lo mío, pero justo antes de este saqué otro, grabado en El Palau, Vuelve el flamenco, con guitarras y palmas. Y nadie se ha enterao. Un discazo. Ya no se hacen cosas así.

P. Ya nadie hace tantas cosas… ¿Habrá que volver a empezar?

R. Un poco sí… Aunque a muchos no les cuadren ciertas cosas, como El Cigala cantando salsa. Puro género pero con pura voz flamenca. Fíjate que terminamos el disco en Jerez. Este es un trabajo nómada pero muy mirao. Con lupa. Ninguna improvisación. Y eso que había días en que me metía al estudio y me salía al momento. Otros en que me he tirado cinco y seis horas dentro, empapao. Cantaba y cantaba hasta que me venía la idea correcta. Sentirme medido, pero suelto. En esa balanza. Consciente de que la voz marcaba la diferencia. De hecho, si este disco lo escuchas en la garganta de un salsero, no te sorprende.

P. Una vez me dijo que le gustaba la música de Haendel. A ver si cualquier día le vemos en la ópera. Todo es posible.

R. Me gusta mucho la música clásica: mucho. Maria Callas, sobre todo. Como ella cantaba a Puccini: Madama Butterfly, Tosca, eso ya no se hace. Pero también Pavarotti y Alfredo Kraus. Me meten una explosión en la cabeza. Me gusta estar en mi casa y ponérmelos, relajao. Pero también a Mozart, a Haendel, a Vivaldi, óperas de Verdi. Todos me engrandecen el oído. Y me entran ganas de juntarme con una orquesta sinfónica a cantar Falla. Hay para dar y tomar en ese campo.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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