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Rodrigo Prieto, creador de mundos

Los comienzos de este fotógrafo nominado al Oscar por 'Secreto en la montaña' se remontan al cine mexicano

Rodrigo Prieto en el Festival de Cine de Los Cabos
Rodrigo Prieto en el Festival de Cine de Los CabosCristian Mendoza (EFE)

Tiene más de 20 años de experimentar en la creación de imágenes para el cine, su firma como fotógrafo alcanza ya un prestigio mundial, el mismo que lo ha llevado a trabajar con grandes directores como Martin Scorsese, Oliver Stone, Ang Lee, Julie Taymor, Alejandro González Iñárritu, Pedro Almodóvar, entre muchos otros, con quienes Rodrigo Prieto ha colaborado para crear diferentes universos visuales.

De hecho su trabajo en Secreto en la montaña, de Ang Lee, le valió su nominación al Oscar en 2006, sin embargo sus comienzos están el cine mexicano a finales de los años ochenta cuando fotografió algunos cortos y largometrajes en donde ya mostraba su talento detrás de la cámara.

Formado en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), Rodrigo Prieto saltó al plano internacional justo al fotografiar Amores perros en el 2000, película que también impulsó las carreras de González Iñárritu y Gael García Bernal. Hoy Rodrigo Prieto, junto con Emmanuel Lubezki, Guillermo Granillo, Serguei Saldívar Tanaka o Gabriel Beristáin, por mencionar algunos, forma parte de una dinastía de fotógrafos que han marcado al cine nacional y han logrado trascender fronteras.

Recientemente el Festival de Los Cabos le rindió homenaje a Rodrigo Prieto y hoy es una buena oportunidad para revisar el trabajo que ha hecho en México a través de FilminLatino, plataforma de cine del mundo, donde se encuentran en su catálogo, algunas de las películas que él ha fotografiado como Dama de noche, Fibra óptica, Un embrujo y Amores perros, por estas dos últimas obtuvo el premio Ariel que otorga la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMCC).

Un embrujo, de Carlos Carrera (México, 1998)

Eliseo, un joven de 13 años, es iniciado en el amor por Felipa, su maestra de escuela. Tras descubrirse la relación, ella se va del pueblo, dejándolo sumido en la nostalgia. Obligado a casarse con otra mujer y llevar una vida rutinaria, Eliseo pasa los años recordando el romance con Felipa hasta que, diez años después, la mujer regresa, removiendo sus heridas y cambiando para siempre la vida de él, la de su familia y la del pueblo entero.

Fibra óptica, de Francisco Athié (México, 1998)

Una llamada telefónica invita a Marco Antonio, joven periodista que trabaja en la sección cultural de un periódico de la ciudad de México, a escribir sobre el asesinato de un prominente líder sindical. Paralelamente un abogado penalista de pocos éxitos, el licenciado Magaña, es contratado de la misma manera, vía telefónica, para defender a la presunta asesina, amante del occiso. A partir de este momento y guiados por la anónima voz del teléfono, ambos se entregan a sus respectivos trabajos hasta que, atrapados en el juego y demostrando que dos líneas paralelas nunca se juntan, se ven obligados a aceptar o a rechazar la oferta final, poniendo como apuesta su propia vida.

Dama de noche, de Eva López Sánchez (México, 1993)

En la noche más difícil de su vida, Sofía llama por teléfono a Bruno, la única persona que podría ayudarla en este mundo. Él es un escritor sin suerte que fue, alguna vez, su mejor amor y su más fiel amigo. Entre la espada y la pared, ella le pide que vaya cuanto antes a Veracruz. Como un héroe de sus novelas de aventura, Bruno abandona la Ciudad de México y parte de inmediato al rescate de Sofía. Lo anima una ilusión bien particular: ser el protagonista de sus propias fantasías.

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