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La fuerza del cariño

Triunfalista festival homenaje en Valencia al niño Adrián, en el que destacó Ginés Marín

Adrián, niño de ocho años con cáncer, llevado a hombros por los toreros que participaron ayer en su homenaje en Valencia, en la plaza de toros.
Adrián, niño de ocho años con cáncer, llevado a hombros por los toreros que participaron ayer en su homenaje en Valencia, en la plaza de toros.MANUEL BRUQUE (EFE)

Todo por la causa. Todo por el objetivo del festival. Con un público que no regateó esfuerzos para sumar voluntades y que siempre estuvo de parte de los toreros. Y del niño Adrián, que no olvidará las muestras de cariño de la gente y de los propios lidiadores. Los siete espadas brindaron sus actuaciones a Adrián, aquejado de una grave enfermedad, que acompañó a los toreros en el paseíllo y en las vueltas al ruedo, y recibió continuas manifestaciones de afecto.

Varias ganaderías/ Siete toreros

Reses de Luis Algarra , Daniel Ruiz, Las Ramblas, Fuente Ymbro -4º y 7º-, El Freixo y Domingo Hernández, desiguales de presencia y manejables. El de Domingo Hernández, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

El Soro: entera trasera (dos orejas). Enrique Ponce: —aviso— pinchazo y entera recibiendo (dos orejas).
Vicente Barrera: pinchazo y entera baja y trasera (dos orejas).
Rafaelillo: dos pinchazos —aviso—, estocada y dos descabellos (dos orejas).
Román: pinchazo —aviso— media y cuatro descabellos —2º aviso— (oreja). Ginés Marín: estocada perdiendo la muleta (dos orejas y rabo).
Fernando Beltrán: entera —aviso— y descabello (oreja).
Plaza de Valencia, 8 de octubre. Festival homenaje al niño Adrián, aquejado de una grave enfermedad, y a beneficio de la Fundación de Oncohematología Infantil. Media plaza.

Se contaba de antemano con la generosidad en este tipo de festejos, pero al palco se le fue la mano y hubo excesiva facilidad a la hora de conceder trofeos. Una sinrazón en algunos casos, que desvirtuó la supuesta seriedad de la lidia. Las siete faenas tuvieron su eco en el tendido, aunque no todas fueron de calado real y verdadero. La más rotunda y también la más redonda la hizo Ginés Marín al sexto de la tarde. Desde el capote, de salida y en el quite, hasta la estocada final, un Marín pletórico. Avasallador. Y buen torero. La faena la abrió con una arrucina de rodillas y lo que siguió fue siempre a lo grande. Con la plaza volcada, Marín dictó una gran lección de toreo sobre ambas manos ante una res también entregada a la causa. La estocada, aunque perdió la muleta, fue de efectos fulminantes y los máximos trofeos fueron a sus manos. A la vista de los regalos en los turnos anteriores, el rabo pareció la cosa más normal.

De las otras seis faenas, las de Ponce y Román tuvieron cuerpo y esencia. Muy meritoria la del primero, que incluso salvó el físico en una voltereta sorpresa. La suya fue una labor paciente, de consentir mucho al de Daniel Ruiz, y de momentos brillantes. La de Román, cargada sobre la mano izquierda, tuvo también fundamento, aunque a la hora de matar se diluyera la cosa.

El resto fue de mayor folclore. El Soro encontró un muy noble astado de Luis Algarra y estuvo a gusto con él, con muchos guiños al público, en faena de galería sin disimulo. En banderillas, cumplió. Vicente Barrera no olvidó su toreo vertical, aunque la suya fue una labor fría que no llegó tanto al tendido. Rafaelillo pechó con uno de Fuente Ymbro que no estuvo por la labor. El murciano se justificó, pero falló más de la cuenta a la hora de matar. El novillero Fernando Beltrán cerró la función con otro de Fuente Ymbro que acusó el castigo en varas. Cumplió voluntarioso.

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