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“Está bien que nos pensemos y repensemos como país”

Isabel Coixet estrena ‘Spain in a day’, un filme realizado a partir de 22.600 vídeos caseros rodados el 24 de octubre de 2015

Rut de las Heras Bretín

El 24 de octubre de 2015 se celebraba el 70 aniversario de la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas; Amancio Ortega perdía su trono en la lista de Forbes como el hombre más rico del planeta –solo le había durado unas horas-; el mundo del cine lloraba la muerte de Maureen O’Hara y 22.638 vídeos eran grabados en algún momento del día para después ser enviados al proyecto Spain in a day. Isabel Coixet (Sant Adrià de Besòs, Barcelona, 1960), la directora de la película que ha resultado, “rezaba” para que le llegara mucho material. Se reunió con su equipo y estuvieron hablando del cómo lo clasificarían. “Había cosas que siempre tuve claras: el postureo de Snapchat o Instagram no tenía cabida, esta cosa exhibicionista de quien se compra unos zapatos, ya sea en Zara o en Chanel”.

Spain in a day, que se estrena este viernes, sigue el concepto creado por Ridley Scott en Life in a Day, a partir de vídeos grabados por personas anónimas que retratan algún episodio de su día. Coixet ha formado su película con 404 fragmentos de los más de 22.000 vídeos que recibieron. Confiesa que ella no los vio todos, que un grupo de estudiantes de cine hicieron una primera criba y desecharon “lo que no se veía, lo que no se oía, lo que no tenía sentido”. Reconoce que este filme ha sido “una increíble lección de humildad”. Recuerda una de las historias: “No sé si los planos de la bailarina yo los podría hacer mejor”.

Esta película la ha obligado a trabajar de manera diferente a otras veces: “Nunca lo había hecho con material que no era mío. Ha sido un montaje más en equipo, Dani Arbonés y Aixalà han sido unos aliados sin los que no sé si habría salido”.

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A Coixet nunca le han importado los formatos, para esta ganadora de seis Goyas lo importante es lo que sucede delante de la cámara, no cómo es la cámara: “El instrumento importa poco. No creo que los mejores fragmentos de Spain in a day sean los mejor rodados. El niño que pone la cámara en el suelo y baila… cómo cuenta lo que cuenta; el chico transexual –que está rodado regular- pero tiene tal fuerza, el gesto es tan auténtico…”.

Hay un halo de honestidad que sobrevuela el filme. “Todo lo que está ahí es verdad, hay fragmentos que ni ideados por el mejor guionista.", dice la directora que coincide con alguno de sus protagonistas, aunque no se ha puesto en contacto con ninguno de ellos. Con la pareja de amigos que estaban en Australia, por ejemplo, que en una conversación con EL PAÍS reconocieron que dudaron si trampear, tenían imágenes alucinantes de canguros, de koalas, de la Gran Barrera de Coral… Y, sin embargo, fueron honestos y mandaron lo que hicieron ese día. Tanto le gustaron a Coixet que los ha utilizado para dar las pautas del día, “desde otro continente, claro”, afirma.

Ante la pregunta de si Spain in a day es un retrato de España, la cineasta corrige: “Un autorretrato. Es un buen acercamiento. Verla en pantalla grande te da un espacio de reflexión, está bien que nos pensemos y nos repensemos como país”.

Un país en el que los hijos que están lejos hablan con sus padres por Skype; en el que las madres con alzhéimer preguntan cuántos hijos tienen; en el que otras madres hacen un drama si uno de sus hijos descambia uno de sus regalos o en el que una adolescente tiene “un día de mierda” porque una amiga le ha dado plantón, mientras –en el fragmento siguiente-otros ayudan a que barcazas llenas de refugiados tomen tierra con cierta seguridad. En el que los sábados de octubre se sale a coger setas y se cocina paella y en el que el mejor momento del día es cuando se llega a casa después del trabajo, el simple sonido de la llave al entrar en la cerradura apela a los sentimientos de cualquier espectador. El 24 de octubre del año pasado tocaba a su fin, Jaime Huertas, uno de los participantes o codirector –como le gusta llamarse-, se graba los últimos minutos del día junto a su padre. Estuvo en mil sitios, mandó muchos vídeos, quiere dedicarse al mundo del cine y tiene una frase de Ridley Scott como uno de sus principios: “Si quieres ser director, no te quedes en casa esperando. Sal a la calle a grabar con tus amigos”. Eso hizo.

Llegó la noche y cambió el dígito del calendario, también tocó cambio de hora esa madrugada: a las tres volvieron a ser las dos, pero eso ya formaba parte de otro día.

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