_
_
_
_
_

Ken Watanabe, el hombre que se pegó con Tom Cruise

La estrella japonesa, habitual del cine de Hollywood con 'El último samurái', 'Batman begins' u 'Origen', presenta 'Ikari', un 'thriller' que indaga en las raíces del mal

Ken Watanabe, en la presentación de 'Ikari'.Vídeo: ANDER GILLENEA (AP) / TRÁILER DE LA PELÍCULA
Gregorio Belinchón
Más información
Correcta y sentida ópera prima

La última de las grandes estrellas en pisar el festival de San Sebastián ha sido el japonés Ken Watanabe (Uonuma, 1959), el hombre que ha combinado una fructífera filmografía en su país con proyectos hollywoodienses como El último samurái -la película que coprotagonizó con Tom Cruise, le hizo conocido para el gran público occidental y por la que fue candidato al Oscar-, Origen, Transformers, Batman begins o Cartas desde Iwo Jima. El año pasado triunfó en Broadway con una nueva versión del musical El rey de Siam (El rey y yo), candidatura a los Tony incluida, y este año no pudo retomar el papel por un cáncer estomacal del que fue rápidamente intervenido.

No es la primera vez que esa enfermedad se cruza en su vida: en 1989 fue tratado contra una leucemia. En San Sebastián aparece recuperado, feliz por presentar Ikari (Rabia), en la que encara uno más de los innumerables personajes secundarios de este filme coral y apoyando a su director, Lee Sang-il, con el que ya había colaborado, atención, en la versión japonesa de Sin perdón, Yurusarezaru mono (2013), en la que la acción transcurría al final del siglo XIX japonés. Por supuesto, Kensaku -su nombre completo- Watanabe daba vida al personaje de Eastwood.

Todo lo anterior sirve para entender que cuando la gigantesca figura de Watanabe cruza el vestíbulo del María Cristina -aparenta medir mucho más de los 1,84 metros oficiales-, Japón entero suspira. En Ikari encara a un trabajador de un puerto, que ha logrado sacar a su hija de la prostitución y que vive temeroso de que volver a perderla. Es una de las tres historias de un drama que se anuncia como thriller por el salvaje doble asesinato con el que comienza la trama. "Yo quería analizar de dónde nace la ira que mueve a un asesino", apunta el director, que encontró en una novela muy popular en su país el material que alimenta su guion. Watanabe leyó primero el guion y posteriormente el libro, para hacerse una idea del conjunto. "Como cada historia se desarrolla en un lugar distinto, el director empezó a pensar en el montaje durante el rodaje de la tercera, justo en la que trabajo yo. Y fui consciente que él estaba pensando en lo que hacía y a la vez en cómo mezclaría todo el material". ¿Y a él como actor le preocupaba ese conjunto? "Es uno de los personajes que más me ha costado de mi carrera. Habituado a personajes fuertes, muy rectos en su moral, este traía el reto de su inseguridad y de cierta pasividad. Eso era lo que me preocupaba. Leído el guion, tenía muchas dudas y en el rodaje nos visitó el escritor de la novela, Shuichi Yoshida. Le pregunté y me confesó que no podía resolver mis dudas. Al final acordamos que era un hombre que acepta el sufrimiento".

Para Ikari ha reducido su brutal fisicidad. Acostumbrado a ocupar mucha pantalla, Watanabe ha trabajado su cuerpo tal y como aprendió en Broadway. "Gracias al musical tengo un mayor control sobre mi físico. Así que en el rodaje entendí que tenía, no sé explicarlo mejor, recortar mi cuerpo, parecer un ser desenfocado, que busca asideros vitales que no alcanza". ¿Al contrario de los guiones que le llegan de Hollywood? Watanabe se echa a reír y afirma con la cabeza. "Reconozco que no me llegan historias como esta, en la que he sentido no que me desnudara sino que directamente me dejaban en carne viva".

"Habituado a personajes fuertes, muy rectos en su moral, este traía el reto de su inseguridad y de cierta pasividad" (Ken Watanabe)

Watanabe asegura que no puede encarar un papel sin encontrar una conexión emocional con él. "Soy padre y de ahí saqué en este caso el hilo que me unía a su desesperación por el futuro de su hija. Por si fuera poco, Lee Sang-il no trabaja así, sino que sumerge a todo el reparto en la historia. Así que no tuve tiempo para mis propios pensamientos, sino que todo era el personaje. Durante el rodaje, mi hija se casó y tuve que salir y volver a entrar en este padre tanto física como emocionalmente. Fue una sensación muy muy extraña".

¿Seguirá compaginando industrias, saltando de un lado al otro del Pacífico? "Disfruto de ambos lados. Ahora mismo vivo el privilegio de hacer solo lo que me interesa, de disfrutar de un equilibrio entre ambas partes"

Al actor le gusta repetir con los directores, y Lee Sang-il se lo agradece: "Aún no he encontrado el fondo artístico de Ken. Por eso sabía que tras una película protagonizada por un hombre que ha hecho de la lucha el centro de su vida no podría rechazar un guion con un tipo que no sabe luchar". Y Watanabe se ríe: "Un director solo puede hacer una película cada tres años. Así que tendré que hacer otras cosas hasta que él vuelva con otro proyecto".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_