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Una vida llena de enigmas

Elvira Navarro ficciona los últimos días de la escritora extremeña Adelaida García Morales con una lengua austera y afilada que le confiere credibilidad narrativa

J. Ernesto Ayala-Dip
Adelaida García Morales.
Adelaida García Morales.

Elvira Navarro publicó hace dos años una luminosa novela en torno a la cual siempre me ha hago la misma pregunta: ¿se puede vivir como si lo hicieras al margen del mundo, de sus reglas más sofocantes? Y ¿se puede ser feliz en una vida así? La novela se titula La trabajadora. Allí se relata la historia de dos mujeres que deben apechugar con sus respectivas fisuras mentales. Descoordinaciones que las sitúan en el filo de la marginación, pero que nunca llegan a neutralizar sus almas y sus inteligencias. Digo esto porque ahora Navarro publica otra novela, no menos luminosa, titulada Los últimos días de Adelaida García Morales.

El título de la novela puede hacer pensar que estamos ante una crónica sobre la autora de El Sur. No estamos ante una crónica, pero sí ante una vida llena de enigmas, ante esa vida y las personas que fueron testigos involuntarios de sus últimos días. Esta materia es obvia. Pero además la novela de Elvira Navarro funciona como un acta notarial de lo que nunca debió suceder y sucedió. Aquí ya estamos en el terreno pantanoso de las responsabilidades institucionales, además de profesionales, que se reunieron para hacer más penosos los últimos días de esa mujer que en una época escribió libros dolorosamente bellos y decidió apartarse, en clamoroso silencio, del mundanal ruido de las letras.

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Un día, Navarro recibe un e-mail de una amiga suya, la también novelista Rosario Izquierdo, comentándole una situación en la que estaba involucrada Adelaida García Morales. Le explica Izquierdo, que hacía un trabajo para la Delegación de Igualdad de la Comunidad Andaluza por ese tiempo, que le habían contado que la escritora extremeña se había presentado en dicha delegación pidiendo prestados 50 euros para poder ir a visitar a su hijo a Madrid. Evidentemente, nadie conocía ni sabía quién era la escritora. Y también, dado el anonimato de la escritora, nadie sacó de su billetero esos 50 euros y se los dio para que pudiera ir a ver a su hijo. Lo cierto es que García Morales, que atravesaba un grave episodio depresivo, además de vivir de una pensión mínima que apenas le alcanzaba para sobrevivir, a los pocos días murió de un fallo cardiaco.

Pudo Elvira Navarro hacer con este material una crónica pormenorizada de esos desolados días de García Morales. Sin embargo, nuestra autora prefiere trabar dos escenarios. El de una realizadora de cine que decide hacer un documental sobre García Morales contando con testigos cercanos y un médico psiquiatra. Y el de la concejala que atendió a la escritora y nunca atinó a resolver ese expediente humano con la urgencia y la eficacia que las circunstancias, también muy humanas, exigían. Y aquí es donde entonces comienza el relato de Elvira Navarro. Las voces que llenan esta historia, procurando todas tener una idea casi documental de Adelaida García Morales, sintiéndose casi autorizadas esas voces a arriesgar teorías sobre sus silencios, sobre su voluntario retiro del mundo y casi de la vida. Sintiéndose llamadas, como sucede con la concejala de turno, incluso a elaborar juicios literarios sobre la obra de la extremeña (tras los cuales se encuentran los de la misma Elvira Navarro, si mucho no me equivoco).

Hice mención más arriba a lo notarial. La lengua literaria que emplea Navarro, austera y afilada, es la única posible para que lo que leemos tenga credibilidad narrativa. Ya que la credibilidad institucional, y parece que también la individual, no está en sus mejores momentos, nos queda la de las palabras exactas. Si no pones luz sobre algunos hechos oscuros, para qué escribir. 

Los últimos días de Adelaida García Morales. Elvira Navarro. Literatura Random House. Barcelona, 2016. 128 páginas. 20 euros

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