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‘Masters of Sex’ remonta el vuelo

La serie sobre la pareja de pioneros en el estudio del sexo se acerca a los setenta en su cuarta temporada

Lizzy Caplan (izquierda) y Caitlin FitzGerald, en la cuarta temporada de 'Masters of Sex'.

Los protagonistas de Masters of Sex han tocado fondo. Da igual que hable Michael Sheen o Lizzy Caplan, ambos reconocen que sus respectivos personajes, William Masters y Virginia Johnson, comienzan esta cuarta temporada de la serie centrada en los pioneros de la revolución sexual en el momento más bajo de sus vidas. “Virginia se está dando a la bebida y la promiscuidad, hecha una estirada cuando precisamente la sociedad aprende a ser progresiva”, explica Caplan a EL PAÍS sobre unos capítulos que se podrán ver en Movistar Series el lunes 12 (23.30) en versión original subtitulada.

Lo mismo le pasa a Sheen. El doctor Masters ha sido acusado de pedofilia e incitar a la prostitución. También ha perdido a las mujeres que ama y está a punto de acabar con su carrera. Sin embargo, ambos actores están contentos con el rumbo que ha tomado la serie y nadie mejor para describirlo que Caitlin FitzGerald, que interpreta el papel de Libby Masters, futura exesposa de Bill. “El cuento de hadas ha llegado a su final y eso nos hace libres”, confirma la actriz.

Michael Sheen, en 'Masters of Sex'.
Michael Sheen, en 'Masters of Sex'.

Todos están contentos porque con la cercanía de la década de los setenta en la serie también le llega un aire fresco, un nuevo arco en esta historia que, si bien está basada en la realidad, no es fiel a los detalles. Cada vez menos, como confirma Caplan. “Virginia Johnson se ha convertido en un personaje por sí mismo”, asegura la actriz que la interpreta. Suena liberada, contenta de la transformación que ha visto en esta figura histórica a lo largo de los cinco años transcurridos desde el capítulo piloto, un personaje labrado en parte por ella misma. “Tengo mucha experiencia en interpretar personajes reales –aclara Sheen, en cuya carrera se encuentran papeles como el del entonces primer ministro británico Tony Blair en la película La reina-. Pero este no es el caso. Aquí solo es real el esqueleto de un personaje que hemos creado de acuerdo con nuestra narración”.

Este proceso es lo que más está disfrutando Sheen. “Contar la historia de un personaje a lo largo de los años. En tiempo real si me apuras. A la vez que vas evolucionando a su lado”, resume del tiempo invertido. Caplan corrobora su opinión, llevándose a casa algo de Johnson cada vez que acaba el rodaje y preocupada por lo que le espera a ambas, a ella y a su personaje, cuando acabe la serie. Para eso faltará al menos una temporada más, adelanta, y ya le han advertido de lo duro que es abandonar un personaje después de tantos años. “Nunca he participado en una serie tan longeva”, recuerda. Pero lo peor es saber el complicado futuro que le espera a la verdadera Johnson. Caplan confía en que la serie sea honesta con su personaje. “No quiero proteger a Virginia de lo que aún queda por venir”, asegura.

Aún así los tres personajes centrales de Masters of Sex coinciden en que la cuarta temporada empieza en el punto más bajo de sus personajes pero en seguida levanta el vuelo con la revolución sexual de finales de los sesenta de telón de fondo. Visitas a la mansión Playboy o esas primeras bocanadas de hachís alegrarán el ambiente. “Nada de melodramas. Creo que en toda la temporada lloro una vez. Todo es una lucha pero la verdad es que este año es especialmente divertido”, describe FitzGerald, especialmente ilusionada por la psicodelia que domina un vestuario lleno, como dice Caplan, de “polyester hipnótico”.

Desinhibirse ante las cámaras

En Masters of Sex, como indica su título, sobre todo se habla de sexo. A estas alturas ninguno tiene problemas con desnudarse ante las cámaras y, como dice Caplan, hasta se envalentonan en esas escenas. "Cuando uno supera algo que le daba miedo, se siente invencible", aclara.

Lo difícil de superar son las conversaciones fuera del set. "A mí son tantas las mujeres que me abrazan por la calle diciéndome que saben por lo que estoy pasando...", comenta FitzGerald. Caplan dice que, en su caso, son los amigos de sus padres, de la generación de Masters y Johnson, los que le cuentan sus problemas sexuales. "Al principio me daba cosa pero ahora ya solo pongo el freno si me viene algún familiar cercano. Esos problemas prefiero no saberlos", se ríe.

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