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Duelo de reinas en la televisión británica

El canal ITV estrena la serie 'Victoria' mientras que Netflix guarda para otoño 'The Crown', centrada en Isabel II

Jenna Coleman, caracterizada como la reina Victoria en la serie de ITV.
Jenna Coleman, caracterizada como la reina Victoria en la serie de ITV.

La severa imagen de Victoria de Inglaterra —siempre vestida de luto— que ha quedado grabada para los anales contrasta con la joven y apasionada protagonista de la serie producida por ITV como gran apuesta de su nueva temporada. Con ella, la cadena busca suplir el hueco que ha dejado el final del exitazo que fue el drama de época Downton Abbey. Los secretos de alcoba, tanto como los acontecimientos políticos de los primeros años de su reinado, sazonan una producción que se emitirá en el Reino Unido a partir del 28 de agosto, anticipándose al estreno de otra serie de Netflix, The Crown, consagrada también a la figura de una soberana inglesa, en este caso, Isabel II. El duelo de reinas deberá esperar hasta el otoño.

Imagen de la serie de Netflix 'The Crown'.
Imagen de la serie de Netflix 'The Crown'.

Con la promesa de rigor histórico pero también de "entretenimiento, risas y lágrimas", Victoria ambiciona convertirse en la emisión estrella del prime time de los domingos a base de explotar el inagotable filón televisivo de los dramas de época centrados en la monarquía británica y el universo aristócrata. El 4 de noviembre llegará el turno de la opulenta serie de la plataforma audiovisual online Netflix, cuyo presupuesto supera los 100 millones de libras, convirtiéndola en una de sus producciones más caras. Antes, ITV espera haberse ganado a los televidentes gracias al relato de la ascensión al trono de Victoria, de su relación más allá de lo profesional con uno de sus primeros ministros y del alto voltaje sexual de su matrimonio con Alberto de Sajonia.

Interpretada por la actriz Jenna Coleman (la penúltima ayudante de Doctor Who), la Victoria de la ficción que llega al trono con tan sólo 18 años es una joven feliz y despreocupada, aunque a la vez poco proclive a dejarse dominar. A lo largo de ocho capítulos, se destilará la evolución de quien en 1837 se convierte en soberana de Gran Bretaña e Irlanda y emperatriz de la India, ajena hasta entonces a los asuntos de Estado. Lord Melbourne (el actor Rufus Sewell), el primero de sus jefes de gobierno y que le lleva 40 años, adopta el papel de mentor más allá de los asuntos políticos hasta el punto de que su "amistad íntima" con la reina es pasto de los cotilleos de la época.

Esa relación especial entre la monarca y el político no es fruto de la invención de la guionista Daisy Goodwin, como tampoco la pasión arrolladora que la protagonista profesará luego a su marido. Goodwin se ha inspirado en los diarios que la reina Victoria escribió en su adolescencia y juventud, incluyendo detalles sobre su noche de bodas. 

La serie recogerá también la creciente toma de responsabilidades de Alberto durante los encadenados embarazos de la monarca, lo que se tradujo en tensiones entre ambos, pero al tiempo Victoria veneró a su marido hasta su muerte en 1861. A partir de ahí, emergerá otra Victoria de gesto adusto y apegada definitivamente a la vestimenta de luto, que ya se sale del foco de la nueva serie.

La cadena busca un nuevo éxito para los domingos estelares, después del fenómeno que supuso Downton Abbey, y en función de la respuesta se planteará una segunda temporada. Al fin y al cabo, Victoria protagonizó uno de los reinados más longevos de la historia británica, sólo superado en nuestros días por el de Isabel II, la otra monarca que, desde la ficción, está a punto de convertirse en su rival televisiva.

Secretos de alcoba

La guionista Daisy Goodwin ha dado a entender que existe profuso material para detallar las alegrías de la joven Victoria. Fueron los intereses políticos de Inglaterra los que la abocaron a casarse, a los 21 años, con su primo hermano alemán Alberto, pero acabó rendida a él. Tuvieron nueve hijos en 17 años y formaron una estrecha pareja tanto en la cama como en las salas de Estado. El príncipe llegó a instalar un cerrojo en el dormitorio marital "que activaba sólo apretando un botón cuando quería que ni los niños ni el servicio les interrumpieran", ha explicado Goodwin.

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