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Un ejército femenino en el Estadio Olímpico

A las mujeres que acudieron a ver a Beyoncé les seguían en número los grupos de chicos gais

Fans de Beyoncé hacen cola alrededor del Estadio Olímpico.
Fans de Beyoncé hacen cola alrededor del Estadio Olímpico.Albert Garcia

Llegar al Estadio Olímpico Lluis Companys de Barcelona en coche era misión imposible. Desde las seis de la tarde, casi cuatro horas antes de que comenzase el concierto de Beyoncé, todas las vías que rodean Montjuic estaban atascadas. La gente decidía bajarse de los taxis en Plaza de Espanya y unirse a la marea de quienes decidieron subir a pie a lo más alto de la montaña. La mayoría, grupos de chicas, todo un ejército que acudía a la llamada de la artista femenina más influyente del momento, en el que ha calado el mensaje feminista y combativo de su último trabajo y que también monopoliza este Formation World Tour, cuya etapa europea cerró anoche.

A las mujeres les seguían en número los grupos de chicos gais. El Circuit Festival acaba de empezar y Barcelona es estos días el escenario del mayor evento para los homosexuales, un público que no dudó en incluir el espectáculo de la diva de Houston en la lista de citas imprescindibles entre las numerosas fiestas de música electrónica que tienen por delante.

Fuera también se agolpaban varios centenares de seguidores que siguieron el concierto gratis por los recovecos que permite el recinto. Para llenar un estadio olímpico hacen falta muchas más personas de las que suelen acudir a escuchar a los artistas de moda, de los que lo mismo pagan por ver tocar la guitarra a Bruce Springsteen que por menear las caderas a Shakira.

Beyoncé demostró en Barcelona su capacidad de atraer a ese sector al tiempo que al joven hipster que conoce a la mayoría de grupos de un festival indie como el Primavera Sound. Al fin y al cabo, es un reflejo del momento actual de la carrera de la diva, de enorme éxito en lo comercial y con la crítica más purista metida en el bolsillo gracias a su giro hacia lo alternativo en lo musical.

Durante las dos horas de concierto no se vio sobre el escenario ni a un hombre. Beyoncé se rodea exclusivamente de mujeres. Ellas dominan solas. El espectáculo transcurría y el público parecía apabullado por lo descomunal de la producción. Beyoncé apostó por el popurrí de éxitos y muchos de sus seguidores se quejaban de que no cantase enteras la mayoría de las canciones, como la emblemática Crazy in Love. Los móviles y los palos de autorretratos se convirtieron una vez más en protagonistas, impidiendo que un público que acudía rendido de antemano se entregase del todo. Sin embargo, a la salida los comentarios del público reflejaban satisfacción. De nuevo el mejor reflejo del abrumador despliegue del show de Beyoncé son sus fans, esos grupos de chicas que se enseñan unas a otras las fotos y vídeos que han hecho con sus teléfonos. Satisfechas, pero no derrengadas ni sudadas. Impecables, con el maquillaje intacto, como su ídolo.

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