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Marie Chouinard: “La teoría no me interesa nada”

La coreógrafa y bailarina canadiense estrena en Matadero Madrid su creación inspirada en El Bosco

Marie Chouinard, directora del sector de la danza de la Bienal de Venecia.
Marie Chouinard, directora del sector de la danza de la Bienal de Venecia.Jaime Villanueva

Recientemente, el nombre de Marie Chouinard (Quebec, 1955) estuvo de nuevo en todos los periódicos del orbe: hace unas semanas, era nombrada nueva directora del sector de la danza de la Bienal de Venecia por cuatro años. La figura más notoria en activo de la danza moderna canadiense volvía así a la actualidad europea, pues la artista, que siempre ha tenido fama de mostrar un producto escénico fuerte y contestatario, poético y arriesgado, era también llamada por los organizadores en Holanda de la conmemoración del 500º aniversario de la muerte de Hieronymus Bosch (Bolduque, 1450 – Países Bajos, 1516), El Bosco, una de las figuras más singulares y geniales de la historia del arte universal, para ofrecerle realizar un espectáculo inspirado en la plástica del pintor. Chouinard dijo que sí: “Inmediatamente acepté, me pareció una oferta fantástica, y decidí trabajar sobre El jardín de las delicias”.

Ayer, martes, en la sala Fernando Arrabal de Matadero Madrid, se preestrenó este encargo singular, que a su vez tendrá estreno oficial en Ámsterdam dentro de una semana, y después viajará a un modesto festival de la región del Véneto italiana: Bassano del Grappa. Las funciones madrileñas se extienden hasta el día 28, jueves, y las entradas se agotaron el mismo día que se pusieron a la venta. 

Estaba más que justificado este preestreno, pues coincidía con la gran exposición de El Bosco en el Museo del Prado. Antes de esta entrevista, Chouinard fue recibida en el Prado muy temprano, antes de que la pinacoteca abriera sus puertas, y pudo estar a solas un rato frente al cuadro de marras: “Es increíble la modernidad que encierra El jardín de las delicias y toda la pintura de El Bosco, la libertad que tenía para expresarse, su gran amor por los individuos y la humanidad; es muy evidente esa libertad de pensamiento. El Bosco es riquísimo en tantos aspectos, pero sobre todo en su desbordante creatividad. Esta visita al Prado ha sido un regalo excepcional, he podido detenerme en los detalles y ver de cerca cómo se expresaba”.

Chouinard tiene, sumariamente, un punto de contacto especial con El Bosco y este cuadro específicamente: el uso masivo del desnudo, algo que ha sido una constante en el trabajo de la coreógrafa canadiense y que en su momento también le granjeó críticas que luego resultaron ser tan banales como circunstanciales: “El desnudo es el mismo, desde los griegos, digamos, desde hace 2.600 años ya está presente en la manifestación de la danza. No es nada nuevo, es una idea antigua que permanece, y puedo decir que es a la vez un reconocimiento de la belleza extraordinaria del cuerpo humano”.

La artista ha trabajado intensamente toda su carrera, fundó en 1979 su propia compañía y siguió produciendo obras de conjunto y solos que bailaba ella misma y que han sido su sello estético: su versión de La siesta del fauno, concebido para una intérprete femenina, ha entrado en el repertorio de algunas compañías de ballet: “Estoy contenta de haber podido organizar un repertorio propio, y creo que debe conservarse todo lo que se pueda. El repertorio es un regalo de los tiempos pasados mirando al futuro. Y creo que la coreografía va por delante de todas las otras artes y formas de expresión artística". En ese repertorio propio hay obras como su incursión en Bach a través de una singular visión de las Variaciones Goldberg, o su ya mítica aparición en escena en plena micción: “Algún día volveré a Bach, puede ser. En cuanto a lo del pipí en escena, está también en El Bosco, no es nuevo ni es importante, siempre ha pasado de una manera u otra. Miro atentamente el cuadro de El Bosco y hay gente haciendo de todo. No fui la primera y así ha sido siempre; pienso en Picasso...”.

Para el nuevo espectáculo Chouinard ha llamado al compositor de música electroacústica Louis Dufort (Montreal, 1970): “Le Llamé porque hemos trabajo juntos desde hace más de 20 años, hay un conocimiento mutuo, eficaz; él ha hecho música expresamente para mis coreografías y hay una complicidad”.

Chouinard se muestra prudente al hablar de sus planes futuros en la Bienal de Venecia, donde también tendrá la responsabilidad de proponer el prestigioso premio León de Oro de la Danza: “Claro que hablamos mucho antes del anuncio de mi designación en la Bienal, pero todo deberá ser dicho en la rueda de prensa de presentación. Hoy todavía tengo una idea vaga; sé que quiero hacer muchas cosas y que habrá oportunidad de llevarlas adelante”.

La canadiense creó en Montreal un premio Internacional de Danza que rápidamente ha ganado prestigio: “Me esforcé por fundar el Grand Prix International de la Danse en Montreal, que es la capital más activa en Canadá en lo cultural; el galardón se centra no solamente en la creación y en los creadores, sino también en los intérpretes con la idea de festejar y homenajear a artistas de todo el mundo. Hay cinco categorías que abarcan desde los coreógrafos a los jóvenes intérpretes. Así lo dimos, por ejemplo, a Louise LeCavalier [la bailarina fetiche de Édouard Lock y de la compañía La la la Human Steps]”.

Puede resumirse que Marie Chouinard es una potente y vital creadora sobre la que han corrido ríos de tinta y de teoría: “¿Teoría? Yo soy una creadora, una coreógrafa que me expreso a través de la creación. La teoría no me interesa nada. Dígame un gran creador que hubiera sido a la vez un gran teórico sobre sí mismo, quizás, acaso puede proponerse el nombre de Salvador Dalí”.

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