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Víctor Barrio
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Víctor Barrio, una esperanza rota

El diestro descubrió su vocación en una capea entre amigos, casi como una broma

El torero Víctor Barrio, durante una corrida este año.
El torero Víctor Barrio, durante una corrida este año.J. J. Guillén (EFE)

Humildad y clase, dos virtudes escasas que atesoraba Víctor Barrio (Grajera, 1987 - Teruel, 2016). Barrio fue uno de los pocos toreros que entendió que venían nuevos tiempos. Sin caer en la tentación de ser mediático o prestarse a contar su vida en el papel cuché, se hizo un nombre a base de buen gusto y una afición férrea aunque tardía. Barrio hizo gala de una inusitada cercanía con el público ajeno a los toros, con los niños y con cualquier iniciativa que tuviera que ver con llevar el toreo más allá de los aficionados. La cornada, que recuerda a la del malogrado José Cubero Yiyo, muerto en Colmenar Viejo el 30 de agosto de 1985, hizo que el festejo terminase en el tercer toro. Ni matadores ni cuadrillas, tampoco el público, tuvieron ánimo para seguir con la Feria del Ángel.

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La estirpe de Lorenzo, el toro asesino, termina con él. Como manda la tradición, el ganadero de Los Maños, de casta Santa Coloma, debería mandar al matadero a su madre, la vaca Lorenza. Sin embargo, según contrastó el diario ABC, ya lo había hecho dada su avanzada edad.

Barrio descubrió su vocación en una capea entre amigos, casi como una broma. Sorprendido por su facilidad y cualidades siguió ayudando en el negocio hostelero de la familia mientras aprendió el manejo del percal y la franela. Fino torero, supo reinventarse asumiendo un papel de lidiador con las ganaderías algo más duras en los últimos dos años, sin perder nunca su personalidad artística. La frescura en los quites, la variedad en la ejecución de las suertes y el gusto al salir de la cara del toro fueron sus señas de identidad.

Líder de los novilleros en 2011, debutó en Las Ventas el 13 de junio de 2010 con un resultado inusitado dada la dureza de la cátedra del toreo; salió con un balance de oreja y vuelta al ruedo. Un premio que le abrió las puertas de todas las plazas de España. Desde entonces, ha luchado por hacerse un hueco entre los matadores de primera línea, de manera independiente, sin apoyo en los despachos, con la única ayuda de su estoque y su muleta. Contó siempre con el apoyo de Raquel Sanz, su esposa desde el otoño de 2014. Siguiendo la costumbre entre los hombres de oro, contrajo matrimonio al término de la temporada. Sanz, concejal del PP de Sepúlveda, estuvo a su lado mucho antes del traje de luces, la fama y los desvelos.

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