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FESTIVAL METRÓPOLI

Deadpool, el triunfo del gamberro adorable

Salvador Espín, dibujante español del personaje de Marvel, desgrana las claves de su reciente éxito en los tebeos y en el cine

Tommaso Koch
Un fotograma de 'Deadpool'.
Un fotograma de 'Deadpool'.

Una vez mató a todos los héroes de Marvel. Y, luego, se dirigió directamente a asesinar a los guionistas de sus tramas. En su última historieta, en cambio, se fue al cine a ver una película de superhéroes. Y al salir de la sala comentaba junto con Spiderman el disparate que acababan de presenciar. Así de delirantes son las tramas que vive Deadpool, casi tan sorprendentes como su propia trayectoria. Porque hasta hace nada era un personaje secundario de los cómics, desconocido para el gran público. Un “mercenario bocazas” –es su apodo- con un poder de curación extraordinario, un humor negrísimo y una evidente inestabilidad mental.

Portada dibujada por Salvador Espín para el festival Metrópoli.
Portada dibujada por Salvador Espín para el festival Metrópoli.

Pero este año, en pleno idilio de Hollywood con los superhéroes, su filme también llegó a las salas. Ingresó 700 millones de euros, rescató la carrera de Ryan Reynolds y rompió todo tipo de récord. Deadpool es la película no recomendada a menores más taquillera de la historia y la más vista de siempre para la franquicia de los X-Men. De ahí que ahora este antihéroe enloquecido viva una edad dorada. Su máscara aparece en camisetas y mochilas. Su secuela fílmica ya se da por segura. Y su tebeo experimenta un tirón renovado. “Cada número es una aventura, incluso cada página”, asegura Salvador Espín (El Esparragal, 1982), uno de los pocos en no sorprenderse de este triunfo. Porque el dibujante español lleva cinco años retratando a este asesino gamberro.

De hecho, el artista ha sido invitado al festival Metrópoli de Gijón, que terminó ayer domingo, precisamente para hablar de su personaje favorito. El colega de Deadpool se titula una de sus charlas en el certamen. “Probablemente nadie se identifique con él. No le querrías para ir a cenar o compartir piso. Pero es el amigo divertido que siempre tiene historias”, añade Espín. En efecto, lo cierto es que a Deadpool le ha pasado literalmente de todo.

Salvador Espín, con varios cómics de Deadpool, en el festival Metrópoli.
Salvador Espín, con varios cómics de Deadpool, en el festival Metrópoli.GUILLERMO SUÁREZ LLANA

Su primera aparición, en 1991, fue como villano. En concreto, era un asesino a sueldo contratado para liquidar a Cable, el protagonista de aquella trama. Para crearle, Rob Liefeld y Fabian Nicieza se inspiraron en una mezcla de Spiderman, Lobezno y el malo de DC Comics Deathstroke. Así concibieron la historia de Wade Wilson –como se supone que se llama, ya que él mismo lo ha puesto en duda-, un exsoldado del ejército estadounidense que sufrió las secuelas del programa experimental Arma X: Deadpool ganó su capacidad de superar cualquier herida, aunque su cuerpo quedó desfigurado. Wilson salió de aquella tortura cargado además de humor, desfachatez y cierta afición por la violencia. Tenía sed de venganza y ningún escrúpulo.

Con esa fórmula el personaje logró protagonizar dos exitosas miniseries a principios de los noventa. Y, por fin, en 1997, arrancó su primera serie de tebeos regular. “Como dábamos por hecho que la cancelarían cada cinco minutos, hacíamos exactamente lo que nos apetecía”, relató Joe Kelly, guionista de esas historietas. Así que Deadpool hablaba al lector, flirteaba con la muerte, soltaba chistes groseros y desvelaba su sexualidad tan amplia como ambigua. Su libertad se convirtió en su sello.

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Los propios directivos han llegado a aceptarlo. “Es el personaje con el que menos cosas me dicen. Lo he dibujado de las maneras más brutales”, sonríe Espín. El creador considera que, por mucho que las ventas del cómic hayan oscilado a lo largo de los años, el personaje siempre ha tenido “una base de fanes que lo han valorado”. Un nicho que ahora se ha ampliado gracias al filme, saludado como aire fresco en el desierto creativo que afecta a Hollywood y sus secuelas.

“La película es él. Es cierto que hay un malo, pero da igual, como si hubiera patatas fritas. Deadpool es diversión y espectáculo. Y una obra más adulta, lo que tiene que ver con el carisma del personaje”, añade Espín. Aparte del público, el filme convenció incluso a la crítica. Y despertó entusiasmo y temores de James Gunn, director de otro taquillazo basado en un cómic, Guardianes de la Galaxia. “Deadpool tiene su identidad. Es eso lo que la gente está apreciando. Es original, es jodidamente buena, ha sido realizada con amor por los cineastas y no tenía miedo de correr riesgos”, escribió en Facebook. Y pidió a Hollywood que aprenda la lección. Es decir, mejor apostar por la creatividad que proponer siempre la misma historia. Y si no, ya se encargará Deadpool de ir a por los guionistas.

Marvel se ríe de DC

En el último número de su serie de cómic conjunta, Deadpool y Spiderman se van al cine. El filme que ven, Nighthawk vs Hyperion: the Yawn of Boredom, es una evidente parodia de Batman v Superman, película de DC estrenada este año y destruida por la crítica. "¡No creerás que sus madres comparten apellido!", destaca el póster del filme, en alusión a uno de los giros más comentados de la trama de Batman v Superman.

Una vez fuera de la sala, Deadpool y Spiderman se ceban con el largo. “No tiene sentido. ¿Por qué se están peleando y un minuto después son mejores amigos?”, suelta el mercenario. Y el Hombre Araña agrega: “Si conozco Hollywood, seguirán relanzando la misma idea una y otra vez hasta que lo consigan”.

Por lo menos, Batman v Superman le ganó a Deadpool la batalla de la recaudación: son respectivamente el cuarto y quinto filme más taquilleros de este año, con 782 y 700 millones de euros, según la web Box Office Mojo. Aunque, teniendo en cuenta el presupuesto de ambos, el triunfador cambia: el choque de los héroes de DC costó 224 millones, mientras que el mercenario de Marvel solo necesitó 52.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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