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Los jedis, los Chichos y un festival de festivales

El certamen Metrópoli de Gijón aspira a recibir 300.000 espectadores con una mezcla de cine, videojuegos, tebeos, conciertos y exposiciones

Tommaso Koch
Asistentes al festival Metrópoli de Gijón.
Asistentes al festival Metrópoli de Gijón.G. SUÁREZ

Miguel lleva un chupete y un sable láser. En apenas un año de vida, ya le ha dado tiempo a descubrir Star Wars. Bueno, en realidad el pequeño no habla, así que no puede confirmarlo. Pero lo cierto es que su mano agarra la espada de los héroes jedis, mientras su madre empuja el carrito en el que está sentado. Han venido, cuenta la progenitora, “a pasar la tarde”. Los ojos de Miguel, de golpe, miran fijo hacia algún lado y se hacen enormes. Quizás esté imaginando volar en el Halcón Milenario. O quizás observe alucinado todo lo que pasea por el festival Metrópoli de Gijón.

En el fondo este certamen —que termina este domingo 3 de julio y al que este periódico ha sido invitado por la organización— vive de mezclas peculiares. Por un lado, junta prácticamente todas las artes: cine, series, cómics, videojuegos, exposiciones y música. “Un festival de festivales”, como lo llaman sus organizadores. Por otro, su público también reúne las categorías más distintas. Hay gente como José, 75 años y la expresión de quien no acaba de entender cómo terminó aquí, y hay una niña que al entrar empieza a saltar con tanto entusiasmo que sus dos amigas se ven obligada a agarrarla. Familias y parejas se cruzan con un caballero templario, con su impecable armadura, o con el mismísimo Spiderman.

Ahí está la esperanza del certamen para alcanzar las 300.000 entradas vendidas, casi 100.000 más que el año pasado. En su tercera edición, Metrópoli cuenta con un presupuesto de 750.000 euros —aseguran que sufrieron un recorte del 60% de fondos públicos— y se fía a la misma receta que le ha funcionado hasta ahora: un precio moderado (2,5 euros, uno más que el año pasado), estrellas del cómic invitadas, alguna proyección de películas y series, decenas de estands, conferencias y, por la noche, conciertos de grupos como Hombres G y Los Chichos. Una vez dentro, eso sí, todo lo demás cuesta: merchandising, juegos de rol interactivos, mercadillos o dibujos de los artistas. El más conocido de ellos, Michael Golden, hace valer su pasado glorioso en Marvel: una firma sobre un ejemplar sale por cinco euros.

Detalle de la exposición de 'Star Wars' en Metrópoli.
Detalle de la exposición de 'Star Wars' en Metrópoli.METRÓPOLI

Al fin y al cabo, los dibujantes son uno de los principales atractivos del certamen. Aquí está Steve McNiven, uno de los artistas clave ahora mismo de Marvel, junto con Claudio Castellini o Geof Isherwood. Y los fans también agradecen la presencia de Javier Olivares, creador de la serie El Ministerio del Tiempo. Sin embargo, la programación se ha visto mermada por la cancelación de dos de sus pilares. Por un lado, Mikel Janín, encargado de darle nueva vida a Batman con la saga Rebirth. Ni tampoco estará el invitado más esperado: David Prowse, el Darth Vader de la saga original de Star Wars, todo un ídolo para esta cita, ha tenido que renunciar a última hora debido a problemas de salud.

Por lo menos, sí ha acudido su sucesor, Kylo Ren, el villano de la nueva entrega de la saga galáctica, aunque en versión reducida. Detrás de su máscara y su inquietante disfraz, se halla en realidad la pequeña Gimena. Susurra que ha visto los filmes de Star Wars varias veces y parece tener las ideas muy claras. La primera película es “muy chuli”, pero en cuanto a la última, “bueno…”. ¿Y por qué ha escogido justo el disfraz del malo de El despertar de la Fuerza? “Porque mata a su padre”. Vaya. Debe de ser por eso que el progenitor no anda cerca.

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Mercedes Seoane también ha perdido de vista a su hija. Ana le ha contado una serie de cosas sobre personajes con “unos nombres japoneses muy raros” y ha desaparecido en busca de algún tesoro manga. La madre no se preocupa, dice que está acostumbrada. Eso sí, no le importaría que el festival ofreciera “más entretenimiento” también para asistentes de su edad. Las exposiciones de varios cómics y storyboard originales le atraen pero no le bastan. “Pensé que habría más gente”, reflexiona, mientras pasea a su perro.

Los que sí han venido, como siempre en este tipo de cita, son los llamados cosplayers. Para los profanos, se trata de aficionados que se disfrazan de sus personajes favoritos. En unos pocos casos, es el oficio del que viven. La inglesa Tabitha Lyons ha montado incluso una empresa de cosplay junto con su padrastro y contará en una charla cómo construyen y venden sus prendas. Pero la mayoría lo hace por deleite. Andoni Chaparro, por ejemplo, lleva la ropa blanca y el paraguas de Clear, de DRAMAtical Murders. Sabe que algunos mirarán con sospecha su pasión y su disfraz. Pero su respuesta es la de un sabio de 19 años: “Al final cada persona es un mundo”.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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