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El gran mural de los perdedores de la Guerra Civil

‘El laberinto mágico’ lleva al escenario del CDN las novelas de Max Aub sobre la contienda española

Rocío García
Un momento de la representación de 'El laberinto mágico'.
Un momento de la representación de 'El laberinto mágico'.Marcos G.

“Mis novelas sobre la Guerra Civil pueden dar una idea de lo que fue la lucha y la derrota de lo mejor que tenía España en 1936, son la visión de los vencidos”. Así explicó sus escritos en torno a la contienda española el dramaturgo Max Aub (París, 1903- México 1973). El laberinto mágico, título de la serie de las seis novelas sobre la tragedia de la Guerra Civil, sube al escenario del Centro Dramático Nacional en un montaje épico, preciso y emotivo, dirigido por Ernesto Caballero, en versión de José Ramón Fernández. En un gran espacio abierto y limpio, cuatro veces mayor que la caja escénica convencional, con tan solo unos sacos terreros, algunas sillas y una cama, quince intérpretes dan vida a través de diferentes escenas a unos 60 personajes que componen un relato humano coral con sus luces y sus sombras.

El montaje, que se representará en el Valle Inclán de Madrid hasta el próximo 10 de julio, nace de un laboratorio de investigación que se inició la temporada pasada, cuyo objetivo fue responder a la siguiente pregunta: ¿Es posible teatralizar la narrativa literaria que subyace en las seis novelas de Max Aub? La respuesta queda clara ante una obra que recorre no solo momentos en el frente de batalla, sino que narra la vida en la retaguardia de la guerra. Las traiciones, el miedo, los espías, las historias de amor y de muerte se ven reflejadas a través de un texto cuyo protagonista principal es la población de los vencidos.

El laberinto mágico, que se centra en escenarios de la contienda en Madrid, Barcelona y Valencia, comienza con un festivo encuentro de un grupo teatral que juega inocente en la playa de la Malvarrosa y termina con el sobrecogedor final de los derrotados esperando, en el puerto de Alicante, a unos barcos que les puedan alejar de la miseria y el desastre. “Como director del Centro Dramático Nacional, mi objetivo está centrado no solo en representar obras de repertorio, sino realizar una profunda reflexión sobre nuestra memoria a partir de la palabra de nuestros dramaturgos. Hay que volver una y otra vez a la Guerra Civil. Si hay tres años que nos han marcado a los españoles son los de la contienda civil. Estos textos de Max Aub, apenas conocidos, nos ponen delante de una gran tragedia colectiva, nos hablan de un pueblo que nunca renunció a su palabra. Las guerras no solo dejan víctimas y destrozos, acaban con las ilusiones y sueños de la gente. Todo esto, Max Aub lo plasma con una precisión y emoción insuperables”, defiende Caballero.

Considerado un dramaturgo de la Generación del 27, Max Aub se instaló con su familia en España huyendo de la Primera Guerra Mundial. Terminada la Guerra Civil, el autor se exilió a París. Dos años más tarde, se instaló en México.“Existe un teatro español encriptado en la narrativa que viene de La Celestina, se encuentra también en buena parte de El Quijote y, por supuesto, en Valle Inclán. Son textos que son híbridos entre la novela, la narrativa y el teatro. Max Aub es otro ejemplo claro. Hay un gran teatro que palpita en la novela española”, añade el director, que se muestra orgulloso de haber acometido este retrato épico con una compañía entusiasta, un colectivo cómplice que ha apostado por un camino nada fácil, un proceso de creación no al uso, que se ha metido de lleno en la investigación de unos textos narrativos para darle forma dramática.

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