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‘Al otro lado’ reflexiona sobre el drama de la migración

Discovery Max estrena una serie documental que personaliza la odisea de los refugiados

Un fragmento del segundo capítulo de 'Al otro lado'.
Diego Fonseca Rodríguez

Cuando en 2013 Migueltxo Molina y Pablo Iraburu, los directores de Al otro lado —la serie documental que Discovery Max estrena este martes a las 22.30—, decidieron comenzar este proyecto, las vallas y muros que separan países no ocupaban día tras día tantos titulares en los medios de comunicación. La crisis de refugiados sirios era incipiente, y Molina e Iraburu no sabían que sus viajes en torno a las fronteras de EE UU-México, India-Bangladesh, España-Marruecos y Sudáfrica-Zimbabue se convertirían en una serie de cuatro capítulos —en principio la idea era crear solo la película Muros, pero la cadena española los convenció para hacer la serie— en la que personalizan el drama de la migración. "Buscamos un planteamiento intimista: en vez de hablar de miles de refugiados, quisimos centrarnos en unos pocos para conocerlos mejor, saber qué piensan, de qué escapan o qué buscan", explica Iraburu.

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El primer capítulo narra la historia de varios migrantes que intentan cruzar a EE UU por el desierto de Arizona, como Caren y Miguel, un matrimonio que se separó de sus hijos cuando fue expulsado de Estados Unidos a México, su país, por no tener papeles. También la de Álvaro Enciso, Al, que desde 2011 ayuda a quienes cruzan este desierto en el que han muerto miles de personas en su tentativa de llegar a EE UU. Al coloca en puntos estratégicos garrafas de agua, víveres y mantas que luego los migrantes utilizan: "No sabemos a cuántos socorremos. Pero sabemos que lo hacemos porque dejamos garrafas llenas que cuando recogemos están vacías", cuenta a EL PAÍS por teléfono.

En los cuatro capítulos de 45 minutos las historias se entremezclan. "Buscamos un equilibrio en la serie: quisimos que apareciesen casos de los cuatro continentes, algunos más mediáticos y otros menos", cuenta Molina. Donde encontraron más dificultades para grabar fue en Bangladesh y Marruecos. En ninguno de los dos países tenían permiso, pero se las arreglaron como pudieron para conseguir filmar. En Bangladesh rodaron con una periodista que trabaja en la frontera documentando las muertes y la separación entre musulmanes e hindúes. "Grabamos muy escondidos, cambiándonos de sitio cada noche para dormir, pero a Molina le geolocalizaron el iPhone e intentaron requisarnos la tarjeta de memoria con las grabaciones. Les dimos una falsa, coló y tuvimos suerte, pero fue complicado", relata Iraburu.

Durante las grabaciones, los directores muchas veces no sabían qué estaba sucediendo. Cuando Ghariba, una mujer marroquí que trabaja como mula cruzando a Melilla dos o tres fardos al día, hablaba en árabe en su casa con sus dos hijos, ni Iraburu ni Molina tenían la más remota idea sobre lo que les estaba contando. "Fue parte del proceso para que nuestros protagonistas se soltasen más y fuesen más naturales. Ya en casa, cuando vimos lo que hablaban, fue tremendo", explican.

Los dos directores insisten en que la serie, sobre todo, no busca informar, sino concienciar. A Iraburu le gusta decir que no ofrece respuestas, pero que lo que sí hace es plantear preguntas a las que cada uno debe encontrar una solución propia: "Querríamos que con estos documentales la audiencia se preguntase qué tipo de mundo estamos construyendo o qué puede hacer cada uno para mejorar esto. También que interpreten las noticias sobre estos dramas de forma diferente".

Otro aspecto que les motivó a la hora de rodar la serie es su carácter global: casi todas las personas, dice Molina, tienen una valla cerca y todas se sienten vinculadas con estos dramas. Si el canal se lo pidiese, ellos estarían dispuestos a grabar más capítulos. "Cuando empezamos este proyecto, nadie estaba hablando de los muros en las fronteras. También nos gustaría abordar historias que estén fuera de la atención mediática. Me parece más divertido: pensar qué no aparece en los periódicos y a partir de ahí buscar temas".

Cuatro capítulos, ocho historias y cuatro continentes

Al otro lado tiene cuatro capítulos, cuenta ocho historias y se desarrolla en cuatro continentes. Cada episodio no corresponde solo a una región, sino que a medida que la trama avanza, los dramas se entremezclan.

La serie documental comienza en la frontera entre EE UU y México, con las historias de Caren, Miguel y Al, pero pronto llegan el relato de Bohkar, un camerunés que intenta llegar a España, y de Ghariba, en la frontera entre España y Marruecos.

Otra de las odiseas que narra la serie tiene lugar entre Zimbabue y Sudáfrica. El drama de Meza, que cruzó ilegalmente a Sudáfrica hace años y compagina su trabajo como supervisor de calidad en una granja con la dirección de un grupo de teatro itinerante, se contrapone al de Izak, que es sudafricano y regenta una compañía de seguridad privada.

Entre India y Bangladesh vive Samin, que trabaja en un medio de comunicación de Dakha y puso en marcha un gran reportaje digital sobre esta zona fronteriza.

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Deportes de EL PAÍS, en donde ha estado en otras secciones. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la USC, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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