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La nación, artefacto moderno

Álvarez Junco sintetiza sus numerosas lecturas para comparar las identidades nacionales y los movimientos nacionalistas

Javier Moreno Luzón

José Álvarez Junco lleva, según confesión propia, veinticinco años dedicado al estudio de los nacionalismos. En ese tiempo ha publicado obras decisivas en la historiografía reciente acerca del caso español, que removieron las aguas del debate académico y lograron, algo excepcional entre los investigadores universitarios, un notable eco en la opinión pública. Ahora sintetiza sus numerosas lecturas para comparar las identidades nacionales y los movimientos nacionalistas surgidos en la Península Ibérica con otros muchos, en Europa y también en América.

Para esa tarea, Álvarez Junco se sirve de los hallazgos acumulados por los especialistas desde que —allá por los años ochenta del siglo XX— se asentó lo que llama “la revolución científica sobre los nacionalismos”. Es decir, una nueva forma de ver el fenómeno que refutaba las creencias comunes acerca de las naciones, consideradas naturales y casi eternas, y mostraba en cambio su modernidad y el modo en que se construyeron. En las polémicas subsiguientes, el autor se alinea con la escuela modernista o historicista, según la cual la nación es un artefacto cultural —incluso “un artilugio”, dice a propósito de las Cortes de Cádiz— con importantes consecuencias políticas. Porque, a su juicio, sólo puede hablarse de naciones cuando estas aparecen como sujetos de soberanía.

En el recorrido por los diversos nacionalismos, el historiador no se olvida de las ciencias sociales y, aunque detalla acontecimientos, aplica a todos ellos el mismo rasero con el fin de extraer tesis generales. Bebe de un método patentado por Juan J. Linz, multicausal y probabilístico. Y se deja influir por autores como Benedict Anderson, que insistió en la naturaleza imaginada de las naciones; o Charles Tilly, que subrayó la relevancia de los Estados. Eso convierte a Álvarez Junco en un modernista moderado, que se remonta al Medievo o a la Edad Moderna para buscar estructuras estatales y rasgos étnicos, materiales con los que los nacionalistas elaboraron las identidades contemporáneas. Los principales actores de los procesos de construcción nacional se hallan entre las élites políticas e intelectuales, no en las económicas, pues la burguesía, tan ponderada por el marxismo, aportó poco.

Este texto podría entenderse, por último, como una contundente respuesta al auge actual de los nacionalismos en España

El resultado es un panorama en extremo rico y complejo, donde el lector descubrirá elementos curiosos y hasta sorprendentes. Por ejemplo, que la España decimonónica se parecía bastante a América Latina; o que Portugal –colocado, con acierto, junto a otros nacionalismos peninsulares—tomó un rumbo muy distinto al español. Un paisaje en el que asoman excepciones –en el vasco, por ejemplo, apenas hubo intelectuales– y paradojas –que Gran Bretaña y España, tan diferentes, experimenten hoy tensiones centrífugas similares. Pero en él se perfilan algunos factores fundamentales para el éxito nacionalista: antiguas monarquías y parlamentos corporativos, lenguas y tradiciones culturales, empresas imperiales y guerras, grandes ciudades e iniciativas nacionalizadoras claras. Asimismo, Álvarez Junco desmonta sin piedad los discursos míticos sobre la edad, las glorias y el espíritu de las patrias, leyendas que alimentan la incansable renovación identitaria. Sólo faltarían unas conclusiones finales, pues el libro termina de forma abrupta.

Este texto podría entenderse, por último, como una contundente respuesta al auge actual de los nacionalismos en España y al entusiasmo por la causa de tantos historiadores. La manera inapelable con que aquí se muestran las inconsistencias nacionalistas no gustará a quienes defienden que la española es la nación más vetusta de Europa o a quienes conciben Cataluña como una comunidad homogénea y oprimida. La energía y el optimismo pedagógico de Álvarez Junco no acabarán con este artefacto moderno que es la nación, crucial desde hace al menos dos siglos, pero ayudan a comprenderlo y a desactivar sus características más dañinas.

Dioses útiles. José Álvarez Junco. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016. 336 páginas, 20 euros

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