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El disco, objeto de deseo

El Record Store Day, que se celebra este sábado en todo el mundo, se consolida como una fiesta para melómanos fetichistas

Diego A. Manrique
Record Store Day el pasado año en la tienda Rough Trade East, en Brick Lane, de Londres.
Record Store Day el pasado año en la tienda Rough Trade East, en Brick Lane, de Londres. Peter Hogan / Demotix (© Peter Hogan/Demotix/Corbis)

Muchos melómanos ya están preparando la cartera: el sábado llega una inmensa oleada de nuevos lanzamientos de vinilo. Se trata de una iniciativa puesta en marcha por un puñado de tiendas en Baltimore (EE UU) y rápidamente imitada en todo el mundo. En España, son unos 70 establecimientos los que conmemoran el Record Store Day (día de las tiendas de discos) con pequeños conciertos y lanzamientos preparados por compañías españolas más un porcentaje de novedades internacionales.

Se recomienda acudir a una hora temprana, pues se trata de tiradas modestas y pueden agotarse con rapidez. Existe, conviene advertirlo, la figura del especulador: adquiere los títulos más apetitosos y no tarda mucho en revenderlos a través de eBay o similares, ante la consternación general. O, incluso, algunos títulos salen antes a la venta en estas plataformas. Esos buitres son contrarios a la filosofía del evento, que reivindica la función cultural de las tiendas, su carácter de punto de encuentro capaz de convocar a antiguos y nuevos compradores.

Se ofrece de todo un poco: puro material para fetichistas y grabaciones genuinamente necesarias. Desde reediciones de títulos históricos de Héroes del Silencio o Derribos Arias a rescates de los ochenta, como el enérgico grupo murciano Farmacia de Guardia. La oferta internacional contiene el adelanto de cuatro temas de la segunda tanda de versiones de Sinatra realizadas por Bob Dylan y abundantes directos (Doors, Primal Scream, Allen Toussaint). Sin olvidar grabaciones de Elvis Presley que ya han pasado al dominio público e incluso referencias jazzísticas de Thelonius Monk, John Coltrane o Dizzy Gillespie. Hasta es posible encontrar algunos de los discos que grabó el actor Christopher Lee.

Curiosamente, apenas hay muestras de la música que permitió la supervivencia del vinilo durante los años oscuros, cuando las multinacionales pretendieron acabar con el soporte. Fueron los dj’s de discoteca, habituados a trabajar con los maxis, quienes se empeñaron en exigir que la dance music se siguiera publicando en vinilo. De no ser por su bendita testarudez, ya no habría ni rastro de las fábricas de discos.

La paradoja: las grandes compañías no tienen capacidad para prensar vinilos y eso supone una sobrecarga de trabajo para las empresas que dominan la antigua tecnología. Carlos Galán, de Subterfuge Records, es cliente de GZ Media, una planta situada en Lodenice (República Checa): “Son tipos muy meticulosos, que no se asombran si les pides que tal disco salga en vinilo rosa y el siguiente en azul jaspeado”. Eso sí: el boom comercial del vinilo retrasa las entregas. Según Galán, “puedes tardar tres o cuatro meses en recibir un vinilo”. Eso explica que resulte ahora mismo casi imposible el lanzamiento simultáneo de un título en digital, CD y vinilo.

Hasta tiempos recientes, las compañías fuertes no se interesaban por los elepés: frecuentemente, eran los propios artistas los que presionaban para que su música saliera en ese formato. Para el material de catálogo, se cedían los derechos a sellos especializados, que funcionaban con tiradas de 500 o 1.000 ejemplares. Actualmente, con el estrechamiento del mercado, las tres grandes buscan explotar directamente cualquier nicho que pueda ayudar a su cuenta de resultados.

Aunque Galán recuerda que, a pesar del aumento de la demanda, no existen fábricas nuevas. “Se requiere una maquinaria bastante compleja y personal muy cualificado. Además, se trata de una industria química que tiene que ser muy cuidadosa con sus residuos”. Problemas que no existen para el otro soporte que ha resucitado: las casetes, que tienen su Cassette Store Day.

Pero el sábado la idea es centrar el foco en las tiendas de discos. Jack White, otro fanático de los soportes físicos, añade que debería ser una tara generacional: “Los padres, los hermanos mayores, los profesores, todos tendrían que comprometerse a acercar a los niños a las tiendas. Que luego decidan cómo consumir la música, pero primero necesitan conocer lo que es una comunidad de gente apasionada por los discos”.

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