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Nuevos contratos con la verdad

La fusión de periodismo y cómic revoluciona con técnicas híbridas el arte de contar la realidad

Cómic de Dan Archer a partir del testimonio de un abogado de San Francisco.
Cómic de Dan Archer a partir del testimonio de un abogado de San Francisco.

En enero, la prestigiosa revista italiana Internazionale publicó un reportaje de 40 páginas sobre el asedio de Kobane, población siria en la frontera con Turquía. La firmaba Zerocalcare, autor de tebeos. El formato, por tanto, era periodismo en viñetas. El número se agotó en pocos días. En algún momento del siglo XIX se estableció un contrato entre los periodistas y la opinión pública en cuya letra pequeña se decía que, pasara lo que pasara, había que preservar la objetividad. Un siglo después de la primera bomba contra ese mito (la del modernismo: Rubén Darío, José Martí…) y medio siglo después de la segunda (la del nuevo periodismo americano: Rodolfo Walsh, Gabriel García Márquez, Truman Capote, Hunter S. Thompson…), el reporterismo en cómic desactiva todas las convenciones del realismo objetivista. Por lo general está narrado en primera persona, no tiene intención fotográfica y recurre a los recursos de un lenguaje (el icono, el símbolo, la onomatopeya, la caricatura…) que distorsiona por principio, que no sabe ni quiere ser literal. El estilo de Zerocalcare es sucio, grotesco, underground; pero convence por su verdad.

Internazionale no es el único ejemplo de medios impresos que apuestan por ese lenguaje documental, en franca expansión en nuestras conciencias. En la misma Italia encontramos desde 2009 la revista Mamma!, de periodismo y sátira ilustrados; y el Corriere della Sera impulsó en 2013 la colección Graphic Journalism, con títulos imprescindibles de la no ficción en viñetas como Persépolis, de Marjane Satrapi, o Shenzhen, de Guy DeLisle. Paralelamente, en Francia se han consolidado dos proyectos ambiciosos e innovadores: la revista XXI, con un reportaje en cómic en cada número, y La Revue Dessinée, la única publicación periódica documental que yo conozca íntegramente dibujada. Opinión y crónica, con humor o sin humor, en historietas.

Autores como Igort, Claudio Calia, Sophie Yanow o el precursor del género, Joe Sacco, además de publicar regularmente en revistas y diarios de prestigio, editan sus viajes e investigaciones de largo aliento en forma de novela gráfica. Pero son solo dos de todas las opciones posibles. Proliferan las ilustraciones que se convierten en documentales más o menos animados. O los trabajos cross-media. Las hibridaciones son infinitas. Vivimos una época de adaptaciones y metamorfosis. ‘Todos vuelven’, de Gabriela Wiener, nació como un guion de crónica radiofónica, mutó en texto para la revista argentina Anfibia, se transformó en cómic con dibujos de Natacha Bustos para la peruana Cometa —con 30 páginas más, para XXI— y terminó como epílogo de su libro Llamada perdida. En cada uno de esos lenguajes y continentes fue encontrando lectores distintos. Nuevos contratos de lectura. Como los que a partir de ahora encontrará Che Guevara. Una vida revolucionaria, la biografía de Jon Lee Anderson, que se está convirtiendo en una trilogía en cómic gracias al arte del dibujante José Hernández y la apuesta de la editorial Sexto Piso.

Por lo general está narrado en primera persona y usa recursos como el icono, la onomatopeya o la caricatura

En términos de recepción, que la realidad esté dibujada, a menudo con el autor en su interior representado con rasgos caricaturizados, provoca en el lector una empatía automática, que lo conecta emocionalmente con los libros infantiles y los tebeos y los dibujos animados, con una representación más amable de lo real (aunque el cómic sea durísimo). En términos de producción, en una época de invasión tecnológica constante, en que todo lo que digas o hagas puede ser grabado, en que el turismo saquea iconográficamente los territorios que visita, el periodismo dibujado recurre a herramientas blandas, que se ganan la confianza de las autoridades y de los entrevistados porque no son vistas como amenazas. El lápiz y el papel no están prohibidos en las cárceles, ni siquiera en las dictaduras más herméticas. Dan Archer comenzó su carrera de periodista en Old Bailey, el tribunal penal más antiguo de Londres. Fue allí donde se dio cuenta de que el dibujo era un instrumento muy poderoso para contar historias que no se pueden grabar tecnológicamente. Entre sus cuadernos de entonces y sus proyectos actuales de cómics en pantallas simultáneas e inmersión en realidad virtual se abre un abanico de estrategias para la realidad. Las une la convicción de que todos los medios cuentan. Y de que hay que renovar constantemente nuestros pactos con la verdad.

Jorge Carrión es escritor. Ha publicado la crónica en cómic Barcelona. Los vagabundos de la chatarra (Norma) con Sagar.

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