Picasso y las dos modernidades
La muestra 'Registros alemanes' ofrece materiales para una reflexión de alcance: la relación entre el modo en que las culturas francesa y alemana entienden lo moderno
Basculando en la figura de Picasso, la muestra Registros alemanes ofrece materiales para una reflexión de alcance: la confrontación de dos modernidades artísticas, la francesa, centrada en París, y la alemana, que desde Múnich y Dresde se consolida en Berlín. La exposición abarca medio siglo: de 1905 (año en que Picasso se afinca en París, y surge el grupo El Puente —Die Brücke— en Dresde) a 1955 (primera Documenta de Kassel), y aunque incluye la reflexión de Picasso sobre clásicos alemanes (Durero, Cranach o Grünewald), el plato fuerte es la relación entre el modo en que esas culturas entienden lo moderno. La exposición posee un primer valor: sugerir que la modernidad artística se elabora por cada cultura desde su diversidad. Valor al que añade su temple de invitación a la investigación. El término registro remite a las entradas de un archivo que otras indagaciones podrían alterar.
Desde esos supuestos, interesa el punto de partida: cómo Picasso y los alemanes vuelven los ojos a otras culturas (africanas o melanesias) y encuentran posibilidades artísticas. Son miradas diferentes: Picasso subraya los aspectos conceptuales de cuerpos y rostros, mientras los alemanes buscan vínculos entre hombre y naturaleza. En éstos hay además diferencias: al apasionamiento de Kirchner y Nolde, Paula Modersohn-Becker opone un sentido de la sencillez. Los géneros tradicionales sufren alteraciones que son igualmente específicas. Se advierte en el retrato: un motivo que viene de lejos, el de la lectora, se cumple con diversos matices por Picasso y Schmidt-Rottluff. Las variantes son más sutiles en los años de entreguerras cuando Picasso persigue valores clásicos y los alemanes ven en la Nueva Objetividad un modo de repensar las tensiones de la República de Weimar.
De estos años se dan dos claves: La insistencia en el compromiso social y político de autores como George Grosz y John Heartfield, en Berlín, y tachan de ideología burguesa al arte moderno (con menos palabras, Picasso hará, además del Guernica, Sueño y mentira de Franco); y la mutación del collage: extendiéndose a toda la imagen se hace fotomontaje. La exposición insiste acertadamente en los procesos de comunicación e intercambio. Sin las nuevas instituciones artísticas, la galería y la exposición internacional, el virus de la modernidad habría sido mucho menos corrosivo. Muestras como la Sonderbund (Colonia, 1912) y galeristas como Kahnweiler, Walden, Thannhauser o Vollard impulsaron esta marea que intervino en otras formas de comunicación como el cartel o el cine.
Picasso. Registros alemanes. Museo Picasso de Málaga. Hasta el 21 de febrero.