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CRÍTICA | PESADILLAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Miedos y risas de los ochenta

La presentación de personajes, y la primera mitad en general, es incuestionable

Javier Ocaña
Fotograma de 'Pesadillas'.
Fotograma de 'Pesadillas'.

Las excelencias del cine infantil y juvenil de los ochenta no son solo un mito, que también; son sobre todo una guía. Cada recuperación de sus esquemas, cada tentativa lograda de extensión de sus tonos, sus esencias y sus tratamientos vuelve a demostrar por qué aquella década pasará a la historia como la que mejor supo reflejar el efervescente espíritu de una edad necesitada de aventura emocional en todos los sentidos. Pesadillas, película de Rob Letterman, lo reafirma sin necesidad de inventar nada.

PESADILLAS

Dirección: Rob Letterman.

Intérpretes: Dylan Minnette, Jack Black, Odeya Rush, Ryan Lee, Amy Ryan.

Género: fantasía. EE UU, 2015.

Duración: 108 minutos.

Ahí están el espíritu de la productora Amblin Entertainment, la bonita relación romántica entre críos, el marginado que termina salvando a la cheerleader, el padre fallecido, la mudanza física y sentimental, el engranaje inspirado en Gremlins, que luego, ya en los 90, dio pie a Jumanji (y, más tarde, a Noche en el museo), los toques de humor, los retazos de terror. Todo en su dosis justa. Con fotografía de Javier Aguirresarobe, la puesta en escena de Letterman, a lo J. J. Abrams, sin alardes pero con precisión en el ritmo, tiene detrás un muy buen libreto de Lemke, Alexander y Karaszewski (los dos últimos, guionistas de Ed Wood), basado en las novelas de R. L. Stine. Una escritura en la que destacan los excelentes diálogos, llenos de réplicas ingeniosas, de fina ironía, de delicadeza y rabia juvenil.

La presentación de personajes, y la primera mitad en general, es incuestionable. La segunda, con la aventura a todo trapo y la salida de los mitos y monstruos del terror revividos, es algo más desigual, dependiendo de la personalidad de cada uno. Pero, con el muñeco ventrílocuo como inquietante tutor (Al morir la noche,siempre en la memoria), la película se configura como un estupendo entretenimiento para niños que no le hagan ascos a sus primeros miedos y para sus gamberros hermanos adolescentes.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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