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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las destrucciones de una ciudad romana

Pompeya fue destruida por un terremoto y un bombardeo pero sobre todo por la corrupción y la mala gestión

Guillermo Altares
La 'domus' de Criptoporticus, una de las seis casas restauradas en Pompeya.
La 'domus' de Criptoporticus, una de las seis casas restauradas en Pompeya.MARIO LAPORTA (AFP)

La descomunal erupción del Vesubio en agosto del año 79 no fue, ni de lejos, la única destrucción que ha sufrido Pompeya a lo largo de su historia. El yacimiento arqueológico más importante del mundo, la ciudad que ha forjado la forma en la que vemos la Roma antigua, ha estado a punto de desaparecer demasiadas veces. La ciudad había vivido un fuerte terremoto en el año 62 y cuando fue enterrada por la furia del volcán era una urbe en plena reconstrucción.

Olvidada durante siglos, comenzó a ser excavada en el siglo XVIII bajo los Borbones. Desde el principio, los arqueólogos supieron que los restos que habían permanecido ocultos junto al Golfo de Nápoles eran diferentes de cualquier otro vestigio romano. La Pompeya que conocemos es, en gran parte, fruto del siglo XIX, porque fue entonces cuando comenzaron las excavaciones de forma científica y ordenada, se reconstruyeron muros y casas para darles su aspecto actual y Giuseppe Fiorelli descubrió el ingenioso truco para rellenar con yeso los huecos que habían dejado los muertos dándoles una nueva vida.

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Sin embargo, todo estuvo a punto de desaparecer durante la II Guerra Mundial. Como consecuencia de una información errónea que señalaba que una división Pánzer alemana estaba escondida entre sus ruinas, bombarderos británicos lanzaron en 1943 una lluvia de explosivos sobre la ciudad que causó graves daños en varias casas y en el museo. Pero luego Pompeya se ha enfrentado en las últimas décadas a la destrucción más lamentable de todas, porque no se trata de guerras o desastres naturales, simplemente de desidia, corrupción, camorrismo, que llevaron a la ciudad al borde del colapso y se convirtió en un triste símbolo de todos los males que padece el inmenso patrimonio histórico italiano. La apertura de seis casas es importante, porque demuestra que Pompeya tiene salvación, que por fin las autoridades, con la ayuda de fondos europeos, se están tomando en serio su futuro.

Pompeya no es sólo el monumento más visitado de Italia —ha recibido en torno a tres millones de turistas en 2015—. Además, esconde todavía toneladas de información. Su importancia reside en todo lo que nos puede enseñar sobre la vida cotidiana, desde los burdeles hasta las pintadas electorales. Grandes partes de la ciudad siguen esperando ser excavadas. Como escribió el historiador Paul Roberts, las ciudades del Vesubio nos hablan de un panadero llamado Terentius Neo que quiere lanzarse a la política, de dos esclavos libertos, Venidius Ennychus y su esposa, Livia Acte, y sus vecinos, Marcus Nonius Dama y Julia, que van a los tribunales por un problema de tierras. Permitir que Pompeya vuelva a ser engullida por el olvido no tendría perdón.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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