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Crítica | 'En la tuya o en la mía'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Política de amiguetes

Pedro Sánchez estuvo en el programa de Bertín Osborne en la mejor entrevista que le han hecho. Quizá porque evitaron hablar de política

Íñigo Domínguez
Pedro Sánchez y Bertín Osborne en el programa ‘En la tuya o en la mía’.
Pedro Sánchez y Bertín Osborne en el programa ‘En la tuya o en la mía’.rtve

Con En la tuya o en la mía pasa eso tan desasosegante de que temes que te esté gustando, cuando intuyes que no debería. Se siente uno muy a gustito. Debe de ser algo genético, la fascinación de ver casas de los españoles, de observar por la mirilla cómo se relacionan los famosos, asimilada en las mitocondrias por décadas de lecturas del Hola. En TVE no se esperaban seguramente el éxito de una fórmula que en principio puede sonar casposa, pero ahí arriba hay alguien que nos debe de conocer muy bien, mejor que nosotros mismos, por eso es la televisión de todos. Es un formato confortable, en una casa que es claramente de derechas, y casi mejor. Apuesto que Rajoy se sentirá como en la suya. No sé cómo saldría el programa en una casa de izquierdas, se plantearía el dilema de la ostentación. Con Bertín eso no es un problema. Venga salones, billar, sillas de montar y mesa de pimpón. Profusión de aspersores y lirios. Pero con Pedro Sánchez estuvo austero, en su chalé racionalista de Madrid, para no avasallar. El líder socialista entró con reparo, mirando para arriba. Solo le faltaba un paquetito con pastas. Es normal que a Bertín le hayan prohibido invitar a Pablo Iglesias.

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El anfitrión recibe con camisa de cuadros a los colegas de risas (Morancos, Cordobés, Pablo Alborán), pero para los huéspedes serios (Suárez Illana, Carlos Herrera, Mariló Montero, Carmen Martínez Bordiú) se pone la de las visitas. Sánchez tuvo suerte: le tomó en serio, no era de cuadros. Aunque quizá esto estuviera pactado. Además no eran amigos. Cuando en El hormiguero le preguntaron a Bertín si votaría al PSOE casi se atraganta de la risa y dijo que dudaba de que ese “tío joven” tuviera “solidez para ser presidente del Gobierno”. Pero ya teniéndolo en casa no hubo nada de mal rollo. En cuanto a amabilidad con los invitados el programa es más pornográfico que Contacto con tacto, el espacio guarrete que Bertín presentaba de farra en Telecinco en los noventa. Siempre ha ido muy sobrado, y la gente se lo agradece. Triunfa entre aquellos que le colocan en la misma categoría que Julio Iglesias o Silvio Berlusconi: este tío es un crack, dicen.

“Deberiáis humanizaros”, le aconsejó Bertín a Sánchez. Nunca lo hubiera dicho. A Sánchez había que pararlo: reveló la hora que se levanta y la que se acuesta, que antes tenía solo dos o tres camisas, que su primera novia a los 14 fue una italiana y se llamaba Francesca, y que cuando era adolescente bailaba break dance en Azca. Si alguien encuentra esas fotos le hunde. Hablaron mucho de ligar, se veía venir. A los dos minutos ya estaban charlando sobre la presión con sendos cojines amarillos en la entrepierna. Cuando se metieron en las batallitas de la mili y salieron amigos comunes –Trini Jiménez, el padre Ángel- aquello estaba hecho: ya eran amiguetes. Sánchez sonó poco sincero varias veces, como cuando le preguntaron lo que creía que la gente pensaba de él, y en cambio debe mejorar su sonrisa espontánea. Pero con eso y con todo estuvo muy suelto y ha sido la mejor entrevista que le han hecho, signifique eso lo que signifique para la prensa o para el propio Sánchez. Quizá porque le evitaron hablar de política, que a lo mejor es donde patina más.

Bertín, que se llama Norberto Juan Ortiz y ya está muy lejos de ese nombre del censo, es todo un personaje hecho a sí mismo. Yendo a los hechos, ¿recuerda usted alguna canción de Bertín? Sánchez, por el contrario, es Sánchez -incluso menos, Schz- un tipo de foto de DNI que ahí anda haciéndose. Bertín le ayudó mucho a soltarse con su tono “Malegroverte”: joé macho, los chascarrillos, las cervecitas. Al terminar ya decían tacos con fluidez. Nadie se cepilla los participios con más salero. Si Sánchez consigue algo, le deberá mucho. Aquello fue tan familiar que al final ya resultaba aburrido, uno de los sentimientos más hogareños que existen. Ya, es verdad, tener al líder del PSOE haciendo zumos con Bertín Osborne con esas musiquitas melosas, mientras el presidente del Gobierno comentaba partidos de fútbol en la Cope, quizá es más de lo que España se podía permitir para su autoestima en una misma noche. Y solo es la precampaña. No quiero ni pensar, no ya en la campaña, sino en la postcampaña, cuando dejarán de hacer el indio y empezará realmente el espectáculo. No hacen estas cosas para que les conozcamos, porque además quién quiere, si se trata de que hagan su trabajo. No, lo hacen para despistar. Luego dejarán de venir por casa, ya lo verán. Ahora, al irse Sánchez, sí me acuerdo de una canción de Bertín: “Tú solo tú/ suave vuelo de gorrión/ pajarita de papel/ que quisiera ser halcón”. Ahora Artur Mas, Bertín, tú puedes, humanízalos a todos.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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