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Columna
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El secreto de otros ojos

El autor y guionista de la famosa película de Juan José Campanella opina sobre el remake de Hollywood: "Lo importante es que sea buena"

Eduardo Sacheri, escritor.
Eduardo Sacheri, escritor.Carlos Rosillo (EL PAÍS)

Cuando Juan José Campanella me propuso, hace ya ocho años, que adaptásemos mi novela La pregunta de sus ojos al cine, mi reacción fue una mezcla de asombro, alegría y preocupación. El asombro por el privilegio que significaba que un director de tamaño prestigio se interesara en una obra mía, alegría ante la posibilidad que mucha más gente –gracias a la extraordinaria masividad del cine- se acercase a esa historia, y preocupación ante los riesgos que toda adaptación implica.

Mi mayor temor consistía en sentir, frente a la película terminada, que lo esencial de mi historia, la vida más íntima de los personajes, se viese traicionada, virara hacia territorios demasiado distantes del original. Campanella me propuso que escribiéramos juntos el guion y eso me permitió mitigar en parte esos temores. Si bien el trabajo en equipo –actividad a la que los escritores no estamos necesariamente acostumbrados- me puso frente a desafíos nuevos y difíciles, pude al mismo tiempo insistir, negociar, proponer, apuntalar y reincidir en esos aspectos que, a mi criterio, constituían la esencia de la historia. Aunque todo es muy discutible claro, porque: ¿cuál es el alcance, de hecho, de un concepto tan vago, tan etéreo, como “esencia”?

Esta nueva versión del filme, impulsada desde Hollywood, dirigida por Billy Ray y protagonizada por Chiwetel Ejiofor, Julia Roberts y Nicole Kidman, me genera expectativas muy distintas. En este caso siento que el cambio, la “traducción”, los deslizamientos, no son un riesgo sino casi una condición necesaria. En efecto: siento que la premisa de una remake es la resignificación, la apropiación transformativa, el tomar una historia de su lugar y su contexto para llevarla a otro muy distante. Termina siendo casi imprescindible, creo, esa distancia mayor –o mucho mayor- con la obra original.

Aún no he visto Secret in their eyes. Conozco el guión y sé que propone cambios muy profundos en la historia y en la propia construcción de los personajes. Sin embargo, mi expectativa frente a la remake es muy simple y muy directa: quiero que sea una buena película. Ni más ni menos. No voy a sentarme a verla con ánimo de constatar qué ha cambiado y qué se ha mantenido. Si voy con ese espíritu casi de censor lo más probable es que me decepcione e –insisto- tal vez eso me prive de ver una buena historia. Lo único que deseo es que sea una película que me mantenga interesado y gustoso de seguir viendo. Una película que me deje pensando. Si reúne esas condiciones estaré agradecido. En el fondo, mi sensación final es muy sencilla y muy primaria: que se haga una película sobre un libro propio es dotar a ese libro de un nuevo soplo de vida. En este caso esas nuevas vidas son dos. Y eso me hace muy feliz.

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