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Ocho claves de ‘Ocho apellidos catalanes’

Mañana viernes se estrena la secuela de la comedia española más taquillera de la historia

El director Martínez-Lázaro, entre los actores de la película.Foto: atlas | Vídeo: J. Naharro / ATLAS
Gregorio Belinchón

Mañana viernes, 20 de noviembre, se estrena la gran esperanza blanca, la comedia que debería rematar la taquilla de un buen año de cine español, la continuación de la película de los 56 millones de euros de recaudación. Vamos, que llega a más de 800 pantallas Ocho apellidos catalanes, y antes de ir a las salas, repasamos ocho de sus claves.

1.- Referencias. Si la primera parte basaba su esquema en una mezcla entre Bienvenidos al Norte y Los padres de ella, en esta ocasión la referencia es, según los guionistas y el director, La boda de mi mejor amigo. Pero también hay un guiño, demasiado obvio, a Good bye, Lenin!, y notas de Bienvenidos Mr. Marshall, Torrente e Historias de Filadelfia.

2.- La familia catalana. La extraña familia catalana en esta ocasión se compone de dos: la iaia Rosa María Sardà y su nieto, Berto Romero. Según Romero, así se han dividido en dos las referencias a los tópicos catalanes. En realidad, se han diluido. El certero ataque sin piedad a todo lo vasco –tópico y realidad– de la primera parte se convierte ahora en un paseo con el freno de mano puesto por la comunidad autónoma en mayor ebullición política estos días. Si uno va a hacer mofa, se hace. Pero con todas las consecuencias. Riámonos hasta de los Pujol. Parafraseando al clásico chiste de vascos: "¿A qué estamos, a setas o a rolexs?".

3.- Karra Elejalde. Lo mejor de la primera parte, lo único salvable de la segunda. Elejalde creó al protovasco Koldo basándose sobre todo en su padre. En una entrevista en este periódico, Diego San José y Borja Cobeaga, los guionistas, contaban que les encantaba el arranque de Koldo en Sevilla, y que les costaba sacarlo de la ciudad andaluza para llevarle a Girona. Al espectador le pasa igual. Más aún, cuando él desaparece de pantalla, se pone el sol.

4.- Las prisas. La producción de la película se comenzó con una posible fecha de estreno en marzo de 2016, unos dos años después de la primera parte. Pero Paolo Vasile, el responsable de Mediaset, aceleró el proyecto. Tenía que estar en las salas en noviembre de 2015, a tiempo de entrar en la cuenta de resultados del emporio Telecinco. El guion se ha escrito con más prisas, sin estar del todo rematado, sufriendo rápidas reescrituras y lo que Cobeaga denomina “el cuñadísimo”: todo el mundo opinando.

5.- Los paisajes. Para la primera parte, los autores se inventaron Argoitia, pueblo parque temático de lo euskaldun. Soronelles, el pueblo seny fabricado para Ocho apellidos catalanes, no funciona igual de bien como geografía cómica. Argoitia parecía real, este se queda en cartón piedra.

6.- La actualidad. La actualidad ha dejado vieja Ocho apellidos catalanes. Todo ha ido demasiado rápido para los ritmos cinematográficos, y no choca en demasía una República de Catalunya. Como apunta el crítico Salvador Llopart en La Vanguardia, “la mayor virtud de Ocho apellidos vascos fue su mera existencia. La mayor desgracia de Ocho apellidos catalanes es, de igual manera, su existencia”.

7.- Dani Rovira y Clara Lago. Es curioso, salen menos en pantalla –los tiempos se reparten más entre todos los personajes–, pero a Lago le han metido más chicha dramática en su Amaia. Y ella lo aprovecha. Rovira vuelve a su Rafa: a quien le gustara en la primera, ahí está en su plenitud. Al que no, seguirá igual. El personaje es así.

8.- Tercera parte. Los creadores abren una puerta a otra nacionalidad por la que podría transitar la posible tercera parte (por cierto, con un estupendo descubrimiento para el público general, la actriz Belén Cuesta), que sería un error. En realidad, San José ha fantaseado con una idea mejor, la del spin off de Koldo: “Me imagino a Koldo con su barco entrando en Nueva York. Rodea la estatua de la Libertad y piensa ‘Anda, aquí también conocen al lehendakari’. Pasa por debajo del puente de Brooklyn y, henchido de gozo, exclama: ‘Vaya mierda, el de Portugalete sí que es un puente”.

Y epílogo: durante un tiempo, en sus inicios Ocho apellidos catalanes pudo haberse titulado Nueve apellidos catalanes. Así que aquí va una novena clave de propina. ¿Existe mucho humor sobre catalanes? ¿Hay más chistes sobre vascos o sobre catalanes? En realidad, esta pregunta –de palmaría respuesta– no debería de influir en el resultado fílmico si se cuida. ¿Cuántos chistes hay sobre terroristas yihadistas? Poquísimos. Y sin embargo, una de las mejores comedias del siglo XXI es la británica Four lions, tan desgarradora como inteligente y divertida. En estos días es, además, tristemente premonitoria y doblemente sabia.

Nota: Telecinco niega que Paolo Vasile adelantara el estreno de Ocho apellidos catalanes y que el 20 de noviembre era la fecha elegida desde el inicio del proyecto. Este periodista logró esa información -la del cambio de fecha por parte de Vasile que aceleró el proceso de escritura y producción- de cinco fuentes: dos productores de cine, una empleada de la cadena y dos miembros del equipo de la película.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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