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Los cómicos se citan para ahondar en sus secretos

José Luis Gómez e Israel Elejalde abren el ciclo, organizado por EL PAÍS y La Abadía

Rocío García
La actriz Blanca Portillo.
La actriz Blanca Portillo.bernardo pérez

Actores, directores y dramaturgos de distintas generaciones se darán cita en el Teatro de la Abadía en un ciclo, organizado por el diario EL PAÍS y el centro que dirige José Luis Gómez, con el objetivo de compartir experiencias con el público y establecer el puente imprescindible para entender la evolución del oficio. El ciclo, que lleva por título El puente de la Abadía, se inaugura este martes con el encuentro entre José Luis Gómez (Huelva, 1940), director, actor y uno de los referentes en la escena teatral, e Israel Elejalde (Madrid, 1972), intérprete de una sólida solvencia dramatúrgica y protagonista del monólogo La fiebre y de obras como La función por hacer, El misántropo, Veraneantes y La clausura del amor.

Una vez al mes, y moderados por periodistas de EL PAÍS, El puente de la Abadía será el escenario de conversaciones entre protagonistas de la escena en lengua española, en una cita que tendrá continuación a lo largo de toda la temporada teatral y que serán grabadas para ser emitidas posteriormente en la página web de EL PAÍS. Todas las conversaciones estarán abiertas al público hasta completar aforo.

Al encuentro inaugural entre Gómez y Elejalde, que estarán acompañados por el periodista Juan Cruz, seguirán los de Nuria Espert y Bárbara Lennie en noviembre, y Concha Velasco y Blanca Portillo, en diciembre. A partir de enero, participarán nombres como Juan Echanove, Julia Gutiérrez Caba, Juan Mayorga, Natalia Menéndez, Sergio Peris-Mencheta, Aitana Sánchez-Gijón, José Sanchis Sinisterra, Alfredo Sanzol y Gerardo Vera, entre otros.

Jose Luis Gómez, miembro de la Real Academia Española, tiene claro que estos encuentros teatrales poseen algo de acto simbólico de pasar un testigo. “Estamos hechos de herencias. Con el paso del tiempo uno se da cuenta que la vida es fundamentalmente relación y que lo más grande de esa relación es la cooperación. En este acto de pasar testigo, que tiene que ver con compartir experiencias, hay mucho de una actitud cooperativa”, asegura Gómez, a la salida de una reunión de la Academia.

En La Abadía, en la que lleva 20 años al frente, desde su creación, siempre se ha insistido mucho en estimular la investigación y el estudio de las experiencias de hombres y mujeres del teatro que han dejado escritos en torno a su visión vitalista y profesional del oficio. “Todos esos escritos están imbuidos de una gran exigencia ética y enorme sentido de la responsabilidad sobre lo que podían legar a generaciones posteriores”, explica Gómez.

Desde hace tiempo, asegura el director y actor, le vienen resonando ideas —cada vez con “armonías más claras”— para trasladar a otros su deseo de que la vida siga. “Es ahí cuando surge mi anhelo y mi reflexión sobre lo que yo puedo hacer para que la vida continúe y que, en la medida de lo posible, sea mejor que la nuestra. Al hecho de acumular y aprender, se añade ahora el interés porque esas técnicas, procedimientos y emociones fluyan hacia fuera”.

Y es ahora cuando recuerda con nitidez al gran actor alemán August Wilhelm Iffland (1759-1814), que decidió donar un anillo con su efigie al que él consideraba el mejor y más prometedor intérprete del momento en lengua alemana, para que éste a su vez fuera transmitiendo esa joya de generación en generación: “Mi anillo se lo daría a Israel Elejalde”.

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