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“El totalitarismo afecta a los verdugos y a las víctimas”

La autora bielorrusa, Nobel de Literatura, ataca el "poder totalitario" en una rueda de prensa

Svetlana Alexievich, durante la rueda de prensa de hoy en Minsk.
Svetlana Alexievich, durante la rueda de prensa de hoy en Minsk.MAXIM MALINOVSKY (AFP)

Svetlana Alexiévich (Ivano-Frankivsk, Ucrania, 1948), ganadora del Nobel de Literatura, cree que “los seres traumatizados” que trata en sus obras son “la experiencia más dura” del socialismo en la URSS. Así lo dijo ayer la escritora y periodista bielorrusa en su primera rueda de prensa tras comunicarse el galardón. La Academia Sueca reconoce sus “escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”. Radiante y desbordada, Alexiévich advirtió de que las huellas de la URSS se van a seguir sintiendo “durante mucho tiempo” en los territorios que formaron aquel país. “El totalitarismo afecta a los verdugos y a las víctimas. Seguimos viviendo el trauma de aquel periodo, todos estamos anclados a la experiencia soviética”, afirmó. “Escribo sobre el hombre rojo, sobre la utopía que duró más de setenta años y los más de 20 años que estamos necesitando para salir de ella”, agregó.

En la redacción de la revista cultural Nasha Niva en el centro de Minsk, un espacio diminuto que fue invadido ayer por un ejército de periodistas, Alexiévich contó que estaba planchando en su domicilio de la capital bielorrusa después de llegar de su dacha (casa de campo), cuando la llamaron de la Academia Sueca. El dinero del Nobel (887.200 euros) lo destinará “a comprar libertad”, dijo la autora, quien recordó a sus maestros literarios, los escritores bielorrusos Vasili Bykov y Alés Adamóvich, ambos ya fallecidos. Puntualizó que Bykov fue clave en la determinación del enfoque documental que ha aplicado a la tragedia de Chernóbil, la experiencia militar soviética en Afganistán y los destinos humanos en la desintegración de la URSS, entre otros asuntos.

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“El buen mundo ruso”

A petición de esta corresponsal, Alexiévich deslindó qué significa ser escritora bielorrusa y escritora en idioma ruso: “Amo el buen mundo ruso, el mundo ruso humanista, de la literatura, el ballet, la música, aquel ante el cual todos se inclinan, pero no me gusta el mundo de Beria, de Stalin, de Putin; ese no es mi mundo”.

Matizó que se siente como una escritora “del mundo bielorruso, de cultura rusa” y como “una cosmopolita que mira el mundo como un enorme espacio cósmico”. “Después de Chernóbil uno no puede sentirse sólo bielorruso, sino que se siente como el erizo, el conejo, el manzano, como parte de la naturaleza. Es una sensación muy fuerte”, explicó, refiriéndose a la experiencia del accidente de 1986 en la nuclear ucrania, cerca de Bielorrusia.

A pesar de sus enfrentamientos con el régimen de su país —desde hace 25 años ninguna editorial oficial publica sus libros— el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, le felicitó, aunque tardó varias horas para hacerlo desde que se hizo público el galardón. “Su arte no ha dejado indiferente ni a los bielorrusos ni a los lectores de todo el mundo”, reza el mensaje del mandatario.

La autora, que tiene raíces bielorrusas, ucranianas y rusas, pasa largas temporadas en el extranjero y es muy crítica con el presidente de su país Alexandr Lukashenko, que el domingo tratará de legitimar en las urnas el cargo que ocupa desde 1994. Alexiévich dijo que no iba a votar porque, aseguró, “ya sabemos quien ganará”, pero defendió la candidatura a la presidencia de Tatiana Korotkevich por ser una mujer que podría dar “un giro novedoso a la política del país”.

La Nobel se confesó también decepcionada con la oposición bielorrusa y con el pueblo “por no haberse despertado todavía”. Alexiévich se mostró en contra de la base militar que Rusia planea instalar en Bielorrusia. “No necesitamos la base aérea, pero temo que la establecerán, porque no veo fuerza ni recursos en Lukashenko para oponerse, y no veo la fuerza de resistirse en la sociedad, que, por desgracia aceptará todo lo que proponen los dirigentes”. Alexiévich se compadeció de su presidente: “Quería separarse de Rusia, pero no le dejarán. Le retiene su pasado, no conoce otras reglas de juego, y le retiene Putin, que tiene mucho instinto político y no le dejará marchar”.

La escritora exhortó a sus conciudadanos a asumir sus responsabilidades. Declarándose “en contra de la revolución” y “en contra de que se pierda una sola vida”, exhortó a buscar “el gandismo” bielorruso. “Quiero creer que la persona cambia, pero los sucesos en Donbás y en Odessa me asustaron y vi cuán rápida se evapora la cultura y aparece la fiera en el hombre”, dijo. “Los ánimos antioccidentales que existen ahora en Rusia desaparecerán con los líderes actuales. En el pueblo de Bielorrusia y en el de Rusia no hay odio a Europa, es una espuma creada por los políticos que encuentran jóvenes que quieren jugar su juego. No es profundo, pero esta época durará mucho tiempo. Fuimos ingenuos en los noventa cuando creíamos que pronto seriamos libres”, opinó. Svetlana considera que la salvación de Bielorrusia está en volver el rostro hacia la Unión Europea, “pero no la dejarán”, remachó.

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P. B.
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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