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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El pequeño gran libro del que no quiere hablar la televisión de Mas

'Las cuentas y los cuentos de la independencia' de Borrell y Llorac no parte de las premisas del unionismo inmovilista, sino del integracionismo de aroma federal

Un vehículo con banderas independentistas se dirige a las celebraciones de la Diada en Barcelona.
Un vehículo con banderas independentistas se dirige a las celebraciones de la Diada en Barcelona.GERARD JULIEN (AFP)

Todos los países federales calculan oficialmente sus balanzas fiscales internas: no es así. España extrae de Cataluña un exceso de aportación de 16.000 millones de euros, lo que representa el mayor “expolio” mundial: la cifra es incorrecta, completamente exagerada. Si Cataluña fuese independiente podría disponer automáticamente de esos 16.000 millones para mejorar su bienestar, evitar recortes y amortizar su deuda: no es cierto. La independencia es la única solución a los problemas de los catalanes: es un espejismo. No supondría la salida de la Unión Europea: es una falacia.

Estos son solo algunos de los mitos fabricados por el nacionalismo catalán en los últimos años, que son cuidadosamente decompuestos, desarticulados y esterilizados en un texto de impecable factura debido a Josep Borrell y Joan Llorach, y que le ha valido al primero la fulminante censura de la televisión pública de Artur Mas.

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Se trata de un oportunísimo pequeño gran libro que sorprenderá a quienes consideran al ex presidente del Parlamento Europeo como un ogro centralista. El texto no parte de las premisas del unionismo inmovilista, sino del integracionismo de aroma federal. Reconoce que los impuestos los pagan los ciudadanos individuales, pero también que se agrupan en entidades territoriales. No niega como tantos la viabilidad de un Estado independiente catalán, sino su conveniencia. No considera que únicamente Caluña tiene un problema en su relación con el conjunto de España, sino que también esta lo tiene en relación con los catalanes. Y en vez de denostar hasta el insulto los planteamientos de los líderes secesionistas, como suele la caverna, los pone ante su propio espejo, investiga de dónde nacen y si tienen alguna base numérica o jurídica sólida. Y lo hace desde el respeto a los ciudadanos independentistas por “sentimiento”, pero desde la crítica feroz a las falsedades creadas para añadir a estos un aluvión de secesionistas “racionales” atentos a argumentos y cálculos… que resultan inventados.

El resultado de este contraste es espectacular. Borrell y Llorach recuperan de entrada las añejas declaraciones unionistas de Mas: “El pacto fiscal es el camino, ¿o qué vamos a hacer ahora, un planteamiento a corto plazo que además de todos los problemas que tenemos dentro de Catalunya, nos parta, nos divida al país en dos?” (exactamente lo que está sucediendo). Rescatan la carta de Oriol Junqueras a todos los eurodiputados propalando la tesis de que el déficit fiscal catalán superior a un 8% es un disparate si se compara con el presunto tope del 4,5% entre los länder alemanes: y documentan con testimonios oficiales que ese límite alemán es falso, por inexistente. Critican el cálculo de ese déficit en una cuantía prácticamente inmutable y eterna por el método menos adecuado de los que se usan para estimar las balanzas fiscales (lo que una comunidad aporta y lo que recibe). Demuestran que el principal fallo del secesionismo en la operación matemático-ideológica radica en ignorar primero y minusvalorar después los costes de los servicios (fuerzas armadas, diplomacia…) que un Estado independiente debería financiar y ahora son comunes. Y estiman el déficit fiscal real, esto es, el exceso (a corregir) de la contribución catalana, en una horquilla entre un 1% y un 1’82% del PIB, entre la cuarta y la octava parte del mantra nacionalista.

En vez de denostar hasta el insulto los planteamientos de los líderes secesionistas, como suele la caverna, los pone ante su propio espejo

Si la deconstrucción de este último resulta difícilmente refutable, algunos aspectos de la construcción alternativa de Borrell y Llorach necesitarían un complemento: a la hora de calcular la financiación autonómica conveniente según el criterio más equitativo de pagar por riqueza y recibir por población, podrían haber tenido en cuenta los estudios –más completos en cuanto a número de ejercicios analizados—de la profesora Maite Vilalta, que arrojan un superior déficit a corregir. Y cuando estiman las (siempre escasas) inversiones estatales regionalizadas, son algo ambiguos en el manejo de los plazos: hacen poco hincapié en la persistencia a largo plazo de unas carencias que lastran la economía de vanguardia en España en perjuicio de todos. Pero esas escasas insuficiencias para nada lastran el extraordinario valor de un libro cuidado, preciso, respetuoso, desmitificador y valiente. Y por tanto, justo merecedor de la censura inquisitorial.

Las cuentas y los cuentos de la independencia. Josep Borrell y Joan Llorach. La Catarata. Madrid, 2015. 159 páginas. 15 euros

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