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LIBROS / CRÍTICA

La despujolización, a medio cocinar

La depuración de los escándalos que rodean a Jordi Pujol va más deprisa en las librerías que en la política. Cuatro títulos analizan la mecánica de la corrupción y sus derivadas

Xavier Vidal-Folch
Jordi Pujol, en 2001.
Jordi Pujol, en 2001.Carles Ribas

La despujolización empezó hace un año, con la confesión de Jordi Pujol de haber ocultado durante su mandato y 34 años un notable fraude familiar a Hacienda. Es una tarea a media cocción. Sus resultados tardarán en calibrarse. A diferencia de la despetainización, la deses­talinización o la desnazificación, no hay aquí examen de un dictador (al contrario, de alguien que fue valiente antifranquista y pagó por ello con la cárcel), ni pendencias de guerra, ni de crímenes. El delito de lesa patria se refiere al engaño perpetrado a sus conciudadanos. A diferencia de los otros modelos de personajes-país, Pujol fue quien inició en vida —al confesar—, el desmontaje de su propio mito. Bastantes de sus monaguillos convergentes le lapidaron con crueldad filial. Pero tras el primer ademán de falso escándalo de sus intelectuales orgánicos, ninguno ha repensado su adicción: peor, gallean. Y el legatario político, el jefe de la semiextinta Convergència, Artur Mas —que estos días debe lidiar las presuntas corrupciones digamos que heredadas—, aún no ha reconsiderado su encomiástica frase: “Por su categoría moral [Pujol es] un auténtico gigante”.

De modo que la despujolización es en el nivel político leve, aunque mucho elector engañado (pronto veremos cuántos) haya decidido que no le volverán a robar la cartera a cuenta de la bandera. La depuración ha avanzado más en los juzgados y en los libros. Entre los textos documentalistas, el de Pere Ríos sobre el episodio Banca Catalana explica al detalle las tripas del banco que sirvió a Pujol como plataforma para encumbrarse, comprar lealtades y difundir su mensaje mesiánico. El desvío de fondos, las irregularidades contables, la apropiación por unos pocos consejeros de beneficios de la entidad, la caja b y una loca política expansiva que fue “el detonante definitivo de la quiebra”, la mayor de la época, jalonan el relato: demasiado explícitamente vinculado al de los fiscales del caso, pero cuyos datos esenciales no han sido desmentidos. La puntillosa narración de Ríos desmiente la actual leyenda urbana según la cual todo el mal de Pujol proviene de los manejos de sus hijos (seis de los siete están sometidos a procesos judiciales). No. Los negocios turbios son marca (anterior) de la casa del padre y maestro mágico.

La puntillosa narración de Ríos desmiente la actual leyenda urbana según la cual todo el mal de Pujol proviene de los manejos de sus hijos

También el texto de Maiol Roger (de sugerente título: La gran familia) ilustra algunas corrupciones en sentido más clásico, como los distintos sistemas de recaudación, por la vía directa o el pase del cepillo posterior a las adjudicaciones oficiales, todo siempre en modo, de momento, presunto. Y lo hace, escueto y descarnado, al ágil compás de las peleas entre los cortesanos del caído.

Pero Pujol no es solo ese rosario de rincones oscuros. Precisamente porque el degradado político exhibió gran “envergadura” y buena hoja de servicios democrática y catalana, su caída ha sido más estrepitosa, sostiene Lluís Bassets. Su texto es el primer gran intento laico (pues reconoce sin ambages habilidades a la vez que denota de­satinos) de desmitificación del líder catalanista conservador, como testimonia su subtítulo (“ascenso y caída del mito”). Entre lo más sugerente destaca su análisis de los breves folios de la confesión pujoliana, que significó la“perestroika del nacionalismo”, supuso la estación final de la Familia en el partido que inventó, constituyó “el libro negro del pujolismo” y marcó un hito: nunca antes había habido “tanta distancia” entre dos términos hasta entonces identificados, Pujol y Cataluña. Y al desmenuzar la “gran vergüenza” pujoliana, Bassets rompe otros mitos: el del “excepcionalismo catalán” (pues ya “somos iguales que todos en todo”), el del correlativo “supremacismo” (superiores a fuerza de diferentes) y el del presunto “expolio” ajeno. Pero la despujolización de Bassets no pretende, a diferencia de los publicistas retrógrados, la descatalanización de Cataluña, sino que invoca un catalanismo comprometido con España, ­realista y pactista… como el del héroe antes de aparecer como villano.

Más vitriolo, porque incluye la ironía, la mordacidad y el desdén propios de la fábula novelesca, es el viejo título (me lo enseñó hace 15 años y, confieso, le recomendé retoques prudentes) de Margarita Rivière (Clave K), publicado al fin horas antes de morir este año, tras la reiterada negativa de editores aún más prudentes de darlo a la imprenta. La K-(ataluña) de Rivière es un retablo social esperpéntico, la denuncia de truculencias dinerarias y una caricatura de las cañerías y las formas despótico-familiares del poder ejercido por un amo, obviamente Jordi Pujol, que se lee como una novela policiaca. Nunca más apropiado: la realidad imita a la ficción.

Banca Catalana: caso abierto. Pere Ríos. Península. Barcelona, 2015. 272 páginas. 17 euros.

Jordi Pujol, la gran familia. Maiol Roger. Angle Editorial. Barcelona, 2015. 280 páginas. 17 euros.

La gran vergonya. Lluís Bassets. Columna. Barcelona, 2014. 200 páginas. 16,90 euros.

Clave K. Margarita Rivière. Icaria. Barcelona, 2015. 304 páginas. 18 euros.

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