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cine español: los clásicos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El talento y la modestia

Jaime de Armiñán, apasionado del circo y de los toros, ha escrito más de 650 guiones para televisión y los libretos de sus 16 filmes

Jaime de Armiñán, retratado en su casa.
Jaime de Armiñán, retratado en su casa.bernardo pérez

En el mirador de su casa, rodeado de plantas, conserva Jaime de Armiñán el Goya de Honor que le concedieron en 2014, y cada primero de mayo le coloca un pañuelo rojo alrededor del cuello. “Y también en la fiesta del Pilar”, aclara. Este madrileño de 88 años mantiene vivo su sentido del humor y continúa trabajando aunque ahora con cierta pereza. “Es que tengo un ordenador nuevo que no entiendo. Me dicen que escriba a mano pero yo ya no puedo escribir a mano, me aburre mucho aunque siempre lo haya hecho así. Es una monada este ordenador. Sin embargo nadie me enseña a usarlo. Dicen que es muy fácil, no es verdad…”. Y por culpa del ordenador tiene interrumpida su comedia La gran Bertha, de la que lleva escrito el prólogo y el primer acto, “y me falta el segundo”. Jaime de Armiñán es autor de una docena de obras de teatro, de 650 guiones para televisión y de una veintena para cine, además de los de las 16 películas que él mismo ha dirigido, y las dos series Juncal y Una gloria nacional, con las que logró grandes éxitos. Ha sido candidato en dos ocasiones al Oscar: por Mi querida señorita y por El nido. “En la primera ocasión se lo llevó con todo merecimiento Luis Buñuel por El discreto encanto de la burguesía, pero en la segunda fue para una película soviética horrorosa, Moscú no cree en las lágrimas, y me enfurecí tanto que le puse la zancadilla al embajador soviético cuando salía hacia el escenario y se pegó varios trompicones. Luego me dijo Billy Wilder que él hubiera hecho lo mismo”.

Fue con Mi querida señorita, en 1972, cuando Jaime de Armiñán se convirtió en un director popular, aunque ya era conocido por los espacios de televisión Galería de maridos, Galería de esposas, Del dicho al hecho, Las 12 caras de Eva, Suspiros de España… sin olvidar el guion de Historias de la frivolidad (1968) que fue premiado en el festival de Montecarlo pero prohibido en la televisión española que entonces dirigía Adolfo Suárez: una curiosa paradoja puesto que el programa se burlaba precisamente de la censura.

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Las historias que escribe Armiñán tienen una apariencia suave, incluso inofensiva, pero encierran una mordaz sátira de costumbres y, más aún, una crónica de la represión vivida en nuestro país durante tantos años. El amor del capitán Brando, Jo papá, Al servicio de la mujer española, Un casto varón español, Nunca es tarde, En septiembre, Stico y El palomo cojo son algunas de sus películas. La que él dice preferir es La hora bruja, un cuento fantástico de amores y desamores que es también un homenaje al cine y desde luego a la poesía. La película está dedicada “a todos los poetas de nuestra lengua”, y Armiñán precisa: “Yo quería mucho a mi abuelo Federico Oliver y la película acaba con una poesía suya… Me gustaría publicar el libro de sus poemas, pero por ahora no parece posible”. Y muestra una foto de su abuelo, y otra de su padre —periodista y gobernador republicano—, de su madre —actriz, hija y nieta de actrices, que abandonó la carrera al casarse—, de una familia, en fin, de literatos, políticos y gente del teatro… Pero Jaime de Armiñán no ha escrito su biografía, que sería tan interesante, sino la del circo, que es una de sus pasiones. Acaba de reeditarse y los especialistas aseguran que es un libro fascinante e imprescindible.

Pasión taurina

Los toros son otra pasión que también tiene aparcada. “Yo no he vuelto desde que murieron los Bienvenida. Me da mucha pena: el pobre Antonio murió en un tentadero cuando una vaca le pilló por la espalda y le partió el cuello…”. Armiñán se educó en la casa de los Bienvenida donde el padre de todos ellos, el Papa Negro, le enseñó la jerga taurina, “tan bonita y sorprendente”, y allí conoció al auténtico Juncal que le inspiró luego la famosa serie. “Era el marido de la cocinera del obispo de Málaga, que de noche se iba al café Español a hablar de toros y volvía de madrugada”. De pequeño, Jaime de Armiñán sabía tanto de toros que el Papa Negro exclamó un día: “¡A este niño lo ha parido una vaca!”. Ha llevado el mundo de los toros a varios guiones como La becerrada o Yo he visto la muerte, además de Juncal, pero para él es agua pasada. Y suspira: “Tampoco el circo está en sus mejores momentos”.

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